Al Hilal: Por la reivindicación de Arabia

El Al Hilal defenderá el orgullo del fútbol de Arabia en la final de la Champions League asiática que se disputa este sábado

El más grande, el más veces campeón, el que mayor palmarés conquistó y el que más devoción levanta. Al Hilal (La media Luna en árabe), es el club antonomasia del otrora país más potente del continente. Sus 55 títulos (40 de ellos nada menos que nacionales), hacen de Riad el epicentro futbolístico histórico de un club que disfrutó en su día con iconos como Mario Zagallo y Roberto Rivelino y que representa el único que capaz de llenar estadios en el país. Y no es precisamente fácil hacerlo cuando dispones del King Fahd International Stadium, con nada menos que 67.000 espectadores, que vibran como en ninguna parte del país cuando se cruzan con su gran rival, el Al-Ittihad. Ambos tienen dos entorchados continentales, pero los del Al Hilal quedaron más en el pasado, pues datan de 1991-2000, más allá de que sus mejores años globales fueron en los 80, cuando alcanzó la final en dos ocasiones y fue derrotado en 1986 y 1987.

Es esa grandeza (ayudada por cierto porque su mandatario principal pertenece a la familia real saudí, Abdulrahman bin Musa'ad bin Abdul Aziz), esa rivalidad creciente y esa pasión única en el país, la que alimenta a ambos y la que permite a Al Hilal recibir casi 1,3 mill$ anuales de la Federación de Fútbol de Arabia Saudita por los derechos de sus partidos. Cifras altas en el continente que le sirvieron para construir una ‘Ciudad Deportiva’ de lujo en 2009 (proporciona 25 habitaciones para futbolistas salas de reuniones, sala inteligente para conferencias, biblioteca, sala de comer, salas de estar, un gran salón y una clínica médica), pero bajísimas si tenemos en cuenta que, solo en los últimos años, sus gastos se han multiplicado hasta por 10 por fichajes cada vez más mediáticos (dentro de lo que permite el contexto) como Mirel Rădoi, Christian Wilhelmsson, Osama Hawsawi, Youssef El-Arabi y, actualmente, el líder brasileño Thiago Neves. Aunque es su tradicionalismo, el que siempre abanderó con iconos nacionales como los míticos Yousuf Al-Thunayan, Sami Al-Jaber, el portero Mohamed Al-Deayea y ahora el capitán Yasser Al-Qahtani, aquella marca inmune a cualquier crisis. Hoy, esa palabra no existe. Hoy, aspiran a su tercera Champions, a convertirse en el club que más veces levantó el trofeo que todos quieren (empataría con el Pohang Steelers coreano con 3). Y hoy, la única verdad, es que más que Al Hilan, Arabia necesita y tiene que ganar.

Ese hábitat tan obligatoriamente necesitado, se debe a la pérdida de clubes y sensaciones competitivas del fútbol saudí en los últimos años. A nivel de selecciones han caído en las últimas fases previas para citas mundialistas y están ya lejos de reivindicar el papel que, un día, durante décadas, pudieron liderar como iconos continentales. Esa negatividad creciente año a año, se trasladó poco después a sus clubes que, por más que han sido capaces de dejarse notar en cuanto a traspasos y fichajes de jugadores con cierto prestigio, incluso han cedido al imperioso avance económico-deportivo de sus vecinos chinos-uzbecos-emiratís-qatarís… Tanto, que hace una década que no ganan este campeonato pese a tener a la ‘pareja’ de clubes más poderosa históricamente de todo el continente. Nadie discute lo que se sonrió. Pero nadie discute lo que hace que no se sonríe. Y para Al Hilal, sonreír justo ahora, significa acumular un título continental más que sus rivales vecinos…

Laurentiu Reghecampf es ahora el técnico, tan joven como valorado y tan directo como tranquilo, el rumano (ex Steaua), ha creado un equipo que ha superado las previsiones pues, pese a su grandeza antepasada, no era este curso cuando verdaderamente se esperaba alcanzar esta cota. Al Sadd, Sepahan y Al Ahli, representaban ya desde la primera fase de grupos, una clara amenaza y, cuando no se logró una victoria en los dos primeros duelos, todos miraron al suelo esperando el desastre que se avecinaba. Cuando parecía irremediable, el equipo reaccionó con una goleada y con un duelo clave ante el histórico representante iraní que le metió en la siguiente eliminatoria en el último suspiro.

El temible campeón uzbeco y siempre candidato al trono final, el Bunyodkor, no fue rival tras ganar en ambos partidos con firmeza, lo que dio un aire renovador decisivo para afrontar los cruces ante Al Sadd nuevamente (decidió un solo gol) y Al Ain. Especial fue el duelo ante los emiratos, ya que había eliminado a su gran enemigo (Al Ittihad), pero no pudieron frenar la avalancha del King Fahd en la Ida. Así se plantaron en la que será su quinta final de Champions. El meta local (que ya es número 1 de la selección nacional) Abdullah Al-Sudairy, el central sur-coreano Kwak Tae-hwi y el brasileño Digao en carril diestro, son las claves para que el equipo se caracterice por ser sólido atrás y no haber recibido casi goles. En zona creativa la clase, elegancia y golpeo desde zonas intermedias, hace que Thiago Neves (ex internacional brasileño y ex campeón de Libertadores con Fluminense), sea el crack. La experiencia cae en piernas del veterano Kariri Saud (ya ganó dos Champions con Al Ittihad) y los goles en los remates de Yasser Al Qahtani (aquél que marcó en el Mundial 2006 cuando despuntaba) y Nasser Al Shamrani, que ha marcado solo en esta competición la friolera de 10 goles en lo que llevamos de curso. Toda Arabia espera que la Final sea suya.

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