Así sería una Lliga Catalana La Caixa
Imaginamos como sería el fútbol catalán si obtuviera la independencia de España y una posible liga compuesta por equipos catalanes

Con motivo de las declaraciones de Javier Tebas sobre la imposibilidad de que el Barcelona compitiese en la Liga BBVA si Cataluña se independizara de España recordamos este artículo en el que Iván Castelló imagina una liga catalana.
Se vino el partido del siglo, que de tanto repetirse sigue sin cansar. Y además fue de los mejores, con el espectacular Messi 2 – Cristiano 2. Esto es así. Es la realidad. El país adora el clásico, los Barça-Madrid, por la traslación a lo deportivo de las cuitas diarias, del concepto tan vigente del conmigo o contra mí, de una nación históricamente adicta a estar dividida y enfrentada. El nuevo corte está en si se tiene trabajo o no (de repente un bien tan civilizado parece un lujo asiático), pero Sandro Rosell, y eso que el ‘hooligan’ parecía Joan Laporta, ha cogido el guante soberanista de Artur Mas y se ha sumado a la carroza del desfile independentista.
El mosaico con la ‘senyera’ en el Camp Nou dio la vuelta al mundo, así como las cientos de banderas ‘esteladas’ y esos gritos reivindicativos cada minuto 17 y 14 segundos (cronómetro Orient en mano, claro). Y se venía de antes por el anuncio de la aceptación por parte de la entidad culé para la próxima temporada de una segunda camiseta con la bandera de Cataluña. Más expresiva aún, por cierto, que la que usa la selección catalana en su bolo anual por Navidades.
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El caso es que vuelve al ruedo ibérico el debate de si fútbol y política deben ir de la mano o estar lo más separados posible, como parece aconsejable. Tradicionalmente han sido mundos igual de corruptos (no hay más que recordar el historial de muchos presidentes de clubes y de tantos otros políticos del bipartidismo imperante), aunque parece claro que, según el cristal con que se mire, no se puede acertar plenamente en si es justa la reivindicación o no. Depende, y es tan simple como eso, del origen de cada uno y de su formación. Y también de la libertad en democracia de poder defender hasta el secesionismo, lo mismo que acatar la Constitución que impide el independentismo unilateral.
En cuanto a fútbol, Rosell guardó la ropa y aunque imagina una Cataluña independiente (tampoco chirriaría tanto si recordamos que Kazajistán, por ejemplo, no sólo es un país sino una potencia nuclear) por eso advirtió con celeridad que el Barça seguiría jugando la Liga BBVA (nombre apropiado ahora mismo para evitar las palabras Liga española o estatal, que ya delata una postura en un sentido u otro). En un futuro lejano, pues, se podría llegar a constituir una Lliga catalana. Y para hacernos una mejor idea de cómo sería esa competición, aquí queda reflejada una traslación de un mero supuesto en función de la realidad deportiva actual de los clubes catalanes. Se tienen en cuenta a los de Primera, Segunda y Segunda B, más los mejores ahora mismo del grupo 5, el catalán, de Tercera División. Esta es la Lliga, imaginemos que con el patrocinio de La Caixa, de 16 clubes que saldría y que nos recuerda, evidentemente, al caso del Glasgow Rangers en Escocia actuando en la Third Division. Así que cosas iguales ya se están viendo. Otra es suponer que Messi vaya a saltar algún día al campo municipal de La Pobla de Mafumet (1.000 localidades) con todo el respeto, por supuesto, para el club tarraconense.
Pues eso: “No fotem, senyora, no fotem”. Aquello que le contestó Narcís de Carreras a la mujer del ministro de Gobernación de Franco a la aseveración con mala baba por la derrota encajada de “Porque Barcelona también es España, ¿no?” tras la final de Copa de las botellas ante el Real Madrid en 1968.
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