Milan: No es ciudad para viejos

Los rossoneri están rejuveneciendo

El Milan se encuentra sumido en un profundo proceso de regeneración con el que ha dejado atrás su fama de equipo repleto de veteranos y ha reducido la media de edad gracias a los fichajes de Stephan El Shaarawy y Mario Balotelli.

Hace apenas unas semanas disfruté de un fin de semana en la capital lombarda. Ciudad de moda, más si acudes en plena semana grande de su principal reclamo turístico, que me sorprendió por la absoluta locura y ritmo que aporta a un entorno afable, tranquilo y estrictamente silencioso. Esos días la ciudad traspasa todas sus reglas, conecta con el extranjero como nunca (japoneses, estadounidenses y europeos de cualquier rincón surgen desde cada rincón con singulares vestimentas y llamativos ‘disfraces’) y exhibe seguramente su cara más argéntea. Disfrutar del Duomo y la Galeria Vittorio Emanuele rodeado de grandeza arquitectónica, multiplica el efecto casi lírico de aquellos cuerpos físicamente ‘casi’ perfectos tratados con los ropajes más caros del planeta mientras la lluvia (en mi caso fue nieve), engalana el paisaje para alegría de los fotógrafos. Ciudad tranquila pero moderna, hermética pero amable, delicada pero rozagante. Un doble efecto que esconde la verdadera lectura que la ciudad se esfuerza en esconder, su juventud.

Ese secreto cada vez más visible, ha sido impulsado y extrapolado al fútbol en los últimos años. El Milan se ha visto obligado a renovar su plantilla y adaptarse a los nuevos tiempos, pues su navío veterano, encontraba ya demasiadas fisuras y excesivos parches como solución de emergencia. El almirante, Silvio Berlusconi, perdió la batalla a la crisis y en su decálogo del buen presidente decidió no incluir texto alguno que limitara su amor por la extravagancia (Villa Certosa, su espléndida mansión sarda, se convirtió en el principal testigo de su deplorable mandato), aliándose con lo desinhibido y polémico, aunque demostrando una vez más con sus actos, que él también es un intento de ‘eterno joven’ en una ciudad que retira de la cumbre a los veteranos. “No más treintañeros”, gritó hace tres temporadas, momento donde empezó a ser debilitado por la crisis, obligado a reforzarse ‘low cost’ y empezar a vender a sus estrellas. Esa amalgama de reformas institucionales llevaron al club a confirmar las premisas de su ciudad pues Milan, joven y coqueta, no es ciudad para viejos.

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San Siro ha pasado de ser un acuífero lleno de elefantes con pocas ganas de sacrificarse y muchas de darse un chapuzón de euros azzurros, a acumular a varios de los más prometedores juveniles del momento ya en la élite. No se habla ya de extintos cracks que pasaron sin brillantez por la Lombardía, ni de la sistemática contrariedad en cuanto a sus refuerzos, siempre experimentados, con un pasado glorioso y un futuro dubitativo. Hace solo tres años, su plantilla no dejaba opción al error pues prácticamente un 70 % sobrepasaba los 30 años e incluso algunos de ellos se acercaban a los cuarenta. Ninguno fue rentable cuando Berlusconi sacó la chequera, la misma que sólo recuerda a Kaká como aciertos altisonantes en la última década pues, a su lado, se movieron los viejos lobos de mar (Dida, Abbiati, Kalac, Kaladze, Nesta, Zambrotta, Jankulovski, Favalli, Gattuso, Ambrosini, Inzaghi y Seedorf). Y aunque varios de ellos sí dejaron un rendimiento increíble en el cuadro rossoneri, ya era momento de cambiar de dinámica en busca de una nueva identidad regenerativa.

Hoy, esa misma plantilla respira frescura, irradia energía y recupera todas las sensaciones joviales que necesitaba para limpiarse las dudas de los últimos años. El conductor sigue siendo el mismo, un Massimiliano Allegri que es capaz de mantener el rasero (y grandes resultados pese a su evidente déficit de estrellas respecto a muchos rivales continentales) y silenciar cualquier polémica interior hasta el punto de haberse ganado el corazón de los milanistas y de una directiva que nunca pensó en proyectarlo durante tantos años en su banquillo. Ahora, la edad media del vestuario milanista se ha reducido hasta los 27 años pero, teniendo en cuenta la dinámica ya extinguida y las nuevas premisas institucionales de mercado, la próxima mejora de su línea defensiva (la más veterana de las líneas del equipo), renegociará a la baja esa cifra, acercándola más a la de su delantera (actualmente su ataque no alcanza los 24 años de media).

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Esa regeneración lozana se ha consumado además, al mismo tiempo que dos de sus ahora referentes, alcanzaban seguramente el punto más alto de su rendimiento deportivo (al menos del que han podido dejar hasta ahora). El Shaarawy ha destrozado cualquier previsión pese a las grandes facultades técnicas y el desarrollo inteligente que se estaba en los últimos tiempos, pues sus 16 goles en Serie A hablan ya de un delantero comodín de primerísimo nivel y con muchos años por delante para reivindicar aún más su grandeza. A su lado, reforzando esa idea, el fichaje de Balotelli agrandaba las dimensiones de futuro de la entidad, pues además ha sumado 5 tantos en sus cinco primeros partidos, lo que evidencia la comodidad de su regreso a Milan. Ambos, no sólo abanderan la futura (y casi actual delantera italiana con tintes africanos), sino que exaltan la bandera rossoneri al punto más esperanzador de los últimos tiempos. Sí hay identidad. Sí hay proyecto donde involucrarse. Sí hay perspectiva de futuro. Milan es joven. Milan, no es club para viejos.

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