Raúl Jiménez y su relación con el juego

El mexicano anotó 36 goles y dio 18 asistencias este año con los Wolves, pero su rol va más allá de los aporta en el área

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En la actualidad, salvo excepciones que por calidad rompen con la regla, es casi imposible ver delantero centros que dominen sin cumplir con registros que vayan más allá de lo que se genera en las áreas. Nombres como Roberto Firmino y Karim Benzema son los principales abanderados de este perfil de delanteros centros que, más allá de anotar goles, marcan la diferencia a partir de sus apoyos, descargar, movimientos y desmarques lejos del arco rival. Pero, más allá de ellos dos, es necesario resaltar la evolución de un intérprete que, debido a que no juega en un equipo de la elite o que dispute la Champions League, no se le ha valorado por lo que es. Estamos hablando de Raúl Jiménez.

El mexicano, más allá de cerrar el año 2019 con números sensacionales (36 goles y 18 asistencias), está mostrando cada vez más una faceta del juego que lo posiciona dentro de un perfil de delanteros centros que dominan el juego más allá del área. Tiene un nivel asociativo brutal, una lectura e interpretación del juego que le facilita cada ejecución/movimientos para realizar apoyos y con mucha creatividad a la hora de participar fuera del área, donde genera mucho peligro con sus contactos. Su relación con el juego es sensacional porque le entrega variantes a sus equipos posicionándose a diferentes alturas y entre líneas para generar a partir del desorden que genera en el rival.

Tanto en la selección mexicana como en el Wolverhampton, disfrutan de la actualidad del delantero surgido en las inferiores del América que, más allá de marcar goles, está siendo determinante en la construcción de juego, en el posicionamiento en campo rival y en el desequilibrio final en el último tramo de la cancha. Un 9 con una relación con el juego de primer nivel mundial.

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