Quique Setién necesita a Ousmane Dembélé
El francés, tiene una posición fija dentro del esquema de Quique Setién debido a que cumple con el perfil necesario para dicho rol.
Uno de los principales problemas del FC Barcelona desde la llegada de Quique Setién surge en la ausencia de respuestas individuales y colectivas de generar desequilibrio en el último tramo de la cancha, cuando el equipo consigue llevar la pelota a la frontal del área que, al mismo tiempo, evidencia la ausencia de velocidad, regate y caos individual que generan las piezas a la hora de enfrentarse al bloque bajo que plantean sus rivales para minimizar el espacio entre líneas y poblar las zonas donde Lionel Messi puede –y regularmente recibe- marcar la diferencia a partir de sus cualidades individuales.
Dicho problema, dentro del 3-3-4 que organiza el conjunto blaugrana cuando tiene la pelota, se genera debido a la incapacidad colectiva que tiene el conjunto de generar superioridades y/o situaciones ventajosas para que puedan maniobrar los futbolistas más determinantes de cara al arco rival. Un ejemplo claro fue el partido contra el Valencia CF, primera derrota del nuevo entrenador, donde Lionel Messi tenía que autogestionar sus propias oportunidades de peligro, exigiendo al argentino a tener que enfrentar a muchos rivales antes de poder cargar el disparo debido a que el contexto no le favorece para ejecutar o para encontrar a un compañero libre, aprovechando la capacidad de atracción que tiene el argentino cuando recibe la pelota.
Pese a tener que darle tiempo al proyecto para que la idea y el planteamiento pueda acoplarse de la mejor manera a la plantilla, este inconveniente ha llevado al Barcelona a no tener variantes para verticalizar en cada fase con pelota, lo que termina forzando al equipo a tener que circular la pelota constantemente y, en ocasiones, sin sentido. Por dicha razón, la solución surge a partir de un nombre propio que, además de tener su puesto fijo en el once debido a que el contexto actual tiene un lugar específico para él. Estamos hablando de Ousmane Dembélé que, pese a que no ha logrado cumplir las expectativas, es un perfil de atacante que cuaja a la perfección con el rol que le está dando Quique Setién a su extremo derecho que, aprovechando que el lateral interioriza para actuar como tercer central, recibe constantemente en banda ocupando la zona de amplitud.
El francés es el atacante con mayor capacidad para desequilibrar constantemente cuando recibe la pelota, pese a que comparta equipo con Messi que, pese a tener la capacidad para ser desequilibrante, no le aporta esa energía a cada ataque que si puede imprimirle Dembélé. Cuando el Barcelona tenga la pelota y no consiga caminos para verticalizar o generar superioridades, Ousmane tendrá la tarea de recibir abierto en banda y ser agresivo en cada intervención, es decir, buscar dominar en los 1v1 contra el lateral y conseguir las ventajas necesarias sean para él, quien puede terminar las jugadas, o para sus compañeros aprovechando el poder de atracción que tiene un futbolista que regatea a un rival. Ese rol, que está ocupando en estos momentos Ansu Fati, es idóneo para él, para lo que necesita el equipo y el mismo Quique Setién.
Pese a que sea necesario ver cómo termina encajando, Osumane Dembélé parece llenar el perfil que tiene el extremo derecho dentro de la dinámica colectiva que está implementando el nuevo cuerpo técnico. En estos momentos, pese a que al final todo dependerá de su rendimiento y la capacidad que tenga para interpretar cuando realizar una maniobra para generar caos en el sistema defensivo rival o para atacar el lado débil que, en este contexto, sería lo ideal pero generaría un cambio radical en la ubicación de las piezas como, por ejemplo, Lionel Messi y Frenkie de Jong, quienes tienen que estar en la zona de la pelota. Hoy por hoy, después de tan solo tres partidos, el conjunto culé necesita a Ousmane Dembélé en su mejor versión y ocupando ese rol que necesita el equipo para poder romper con esa posesión monótona, con el orden establecido.