El primer escándalo de Neymar

"Estamos creando un monstruo", se ha dicho sobre el nuevo fichaje del Barcelona

Neymar ha cerrado su fichaje por el Barcelona para la temporada 2013-2014 y cuatro más a cambio de una cifra que rondaría los 60 millones de euros. En Fútbol Primera.es ya hemos analizado el fichaje desde un punto de vista deportivo y ahora nos fijamos en los problemas extradeportivos del brasileño, recordando su primera salida de tono.

“Muy pocas veces he visto a alguien comportarse así en los deportes. Es hora de que alguien trate de educar a este muchacho, estamos creando un monstruo en el fútbol brasileño. Alguien tiene que educarlo por el bien del fútbol brasileño”. Esa palabras de censura, intentando poner fin a una línea multiplicadora de egos sobre la nueva figura del fútbol brasileño, fue destapada por el mítico técnico René Simoes (mientras dirigía al Atlético Goianense). Su frustración correspondía a un momento concreto, el que había protagonizado la nueva estrella de su rival aquella noche, el Santos, que en Vila Vila Belmiro acababa de torpedear todo el sistema organizativo del club.

El técnico gravemente insultado (Dorival Júnior). El capitán, incapaz de controlar a su nuevo compañero egocéntrico (Edu Dracena). Y la estampa, ruidosa y lamentable como pocas, era la primera gran salida de tono de quien estaba asomando un año antes como gran perla de futuro para la entidad santista y para el fútbol brasileño global. Neymar, ese chico al que todos habían visto crecer en el país, llevaba meses llamando la atención por sus gambetas y diabluras, pero también por su impaciencia, ansias de protagonismo y falta de profesionalidad. Y todo, porque el cuerpo técnico decidió no permitirle lanzar un penalti. Fue la gota que acabó de rebosar un vaso peligrosamente endiosado. Allí, ese mes de septiembre de 2010, nació la ‘cara B’ del ahora más deseado jugador del momento.

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*CLAVES Y SECRETOS DEL FICHAJE DE NEYMAR*

Como era de esperar, las repercusiones no se hicieron esperar. El niño más querido de la afición, había perdido el respeto a todos con una grosera falta de identidad y compromiso colectivo en pro de un cabreo personal absolutamente inútil. Santos anunció de manera inmediata un importante castigo económico, lo que supuso una merma financiera en el sueldo del joven: “Creemos que es un chico con un talento extraordinario, quien sin duda está pasando por una etapa radical de transformación. Pedimos al jugador cambios profundos en su comportamiento dentro y fuera de la cancha”, explicaba poco después el presidente Luis Álvaro de Oliveira Ribeiro. Respondía así a una causa popular, pues en las redes sociales, el público santista se había atrevido a especular en la red el tipo de sanción aplicable a alguien tan joven a través del hashtag #castigodoneymar.

El propio padre de la figura tuvo que salir ante los medios para defender su causa santista. No dudaba en reconocer que el error de su hijo fue grueso, pero aseguraba que es alguien que “quiere ganar siempre” y eso le llevó a error. Sin embargo, el daño estaba ya hecho en la figura del míster, un Dorival que precisamente había sido el primer y mayor valedor de Neymar en ese primer año de carrera profesional. De repente, su pasado y currículum quedaron solapados por aquella acción donde quedaba en entredicho su firmeza y pasaba a convertirse en un profesional demasiado permisivo, que estaba maleducando a uno de los mejores proyectos del fútbol brasileño. “Si permitimos que esto pase con tanta frecuencia en el club, en poco tiempo eso se va a transferir a la selección”, abanderaron otros DTs como René Simôes, Joel Santana o el entonces seleccionador, Mano Menezes.

[video:https://www.youtube.com/watch?v=TUFdRnLuY_c]

Aquella noche nació la versión negativa de un Neymar etiquetado como Crazy Boy en un ataque que compartía con Robinho, André y Ganso (sobre todo los dos primeros, auténticos ejemplos contrarios a lo que todos querían desear de la nueva perla). El peso de la responsabilidad en un chico de solo 18 años que no supo leer e interpretar de inicio lo que eso significaba. Pidió perdón, pero quedó expuesto para siempre ante un fútbol que desde ese día no le perdonó un desplante más. Por suerte, no volvió a hacer falta mayor castigo pues desde entonces, Neymar es el de la alegría, el de la sonrisa, el del fútbol alegre. El mayor exponente al que agarrarse para una Brasil campeona en 2014. Madrid o Barsa no importa allí.

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