Fútbol y política: los futbolistas que no se callaron

El fútbol también se ha mostrado comprometido con causas políticas o sociales

Boban, Breitner, Puskas o Ardiles son una muestra de ellos, futbolistas que tuvieron que convivir con circunstancias políticas y sociales que marcaron su carrera. Repasamos algunos casos singulares de la historia que obligaron a los protagonistas del juego a dar un paso más, comprometiéndose públicamente con la causa que consideraban justa. Abandonaron tópicos y convenciones, creando controversia respecto a su imagen.

Los deportistas de alto nivel viven sometidos a la presión competitiva diariamente. Son iconos, ídolos y representantes de escudos, naciones e ideologías. El fútbol, como uno de los grandes fenómenos sociales de la era contemporánea, aglutina a esta especie de héroes; son los gladiadores del nuevo milenio. Encarnan la pasión sin freno, y cualquier decisión en torno a ellos puede cambiar la dirección de los acontecimientos. El futbolista por regla general no es consciente de su peso fuera del campo, no está preparado para entender la dimensión social de su profesión. Un gol puede cambiar el estado de ánimo de un colectivo, e incluso actuar en la tendencia económica de un país. Algunos futbolistas llegan a ser mucho más influyentes y conocidos que muchos políticos... no es lo mejor, pero la dimensión mundial de este espectáculo arrasa en ocasiones con lo que debería ser un comportamiento racional.

A lo largo de la historia, muchos jugadores adoptaron un papel más profundo que el demandado por su carrera deportiva. Futbolistas inquietos, comprometidos y controvertidos los hubo siempre; personalidades alejadas del prototipo de estrella mediática que cada vez se impone de forma aplastante en la actual sociedad globalizada. La mercantilización futbolística ha reducido la implicación del jugador con un club, e incluso con los colores nacionales. El futbolista cada vez obtiene mayor protagonismo: pide más, en un círculo vicioso que parece no tener fin. La distancia entre el aficionado y la estrella es cada vez mayor, y no digamos con el periodismo, al que muchos jugadores destacan como el enemigo de manera sistemática. Existen casos excepcionales que se salen de la regla; hubo muchos. Futbolistas que aprovecharon su impacto para dar rienda suelta a su responsabilidad personal.

La patada de Boban

De Zvonimir Boban se recuerda su patada a un policía serbio. Muchos consideran esta acción como el preludio definitivo de la guerra en los balcanes. Boban representa una historia dentro de la tragedia yugoslava, como Petrovic, Divac y tantos otros. En 1987 ganó el mundial juvenil de Chile junto a jugadores serbios y montenegrinos. Boban lo dio todo, pero como él mismo reconoció, no lo hizo por Yugoslavia, sino por lealtad a sus compañeros y guardar honor a la mentalidad del deportista balcánico; competitivo en cualquier situación y dotado de un talento natural especial. El famoso documental "Hermanos y enemigos" define a la perfección la historia de cientos de deportistas yugoslavos que vivieron en carne propia el horror de la guerra, dejando en el otro lado compañeros y amigos. Tras retirarse, Boban estudió historia. Siempre fue un hombre comprometido con una causa, y como muchos de sus "hermanos", traumatizado por las circunstancias. Boban es sin duda, uno de los símbolos del camino croata. (Patada de Boban, 1:14 en el vídeo)

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Paul Breitner

El 7 de Septiembre de 1974 debuta en el estadio Luis Casanova de Valencia Paul Breitner, todo un campeón del mundo para la liga española que fue firmado por el Real Madrid. Llegaba del Bayern, donde había protagonizado enfrentamientos con el presidente Wilhelm Neudecker, que quiso venderlo a toda costa. Lo cierto es que Breitner ha sido una de las personalidades más especiales de la historia del fútbol europeo. Se dijo de él que era seguidor de las doctrinas maoístas, aunque según afirma Alfredo Relaño en su libro "366 historias del fútbol mundial", el alemán admitió que no era así, aunque reconoció sus tendencias de izquierda. Breitner era padre de dos hijos a los 22 años y siempre mostró un carácter rebelde y problemático; cuando era niño falsificó su ficha para jugar con futbolistas de más edad. Enfrentado a las tradiciones conservadoras del Bayern, celebró una liga desnudo y renunció a la selección.

Aterrizó en Madrid en Agosto de 1974 (un año antes de la muerte de Franco) apadrinado por su compatriota Gunter Netzer, protagonista en el pasado junto a Breitner de una de las rivalidades más encarnizadas de la historia del fútbol alemán, el Bayern-Borussia Mönchengladbach. El Madrid necesitaba un fichaje de campanillas, un futbolista que hiciera frente a la hegemonía impuesta por Cruyff y el Barcelona en el campeonato, pero nadie pensaba que ese jugador fuera a ser Breitner; principalmente por su posición en el campo pero también por su peculiar comportamiento.

Comprometido y mucho más culto que la mayoría de sus compañeros, su figura fue objeto de debate siempre. Tuvo problemas con Santiago Bernabeu, y una de sus anécdotas más famosas fue donar dinero para los trabajadores de una empresa española que se encontraban en huelga. Criticado por sus enemigos, que le acusaban de cínico e hipócrita, Breitner moderó su discurso con los años. Cuando jugaba en el Bayern tenía un lujoso chalet a las afueras de Munich, y más tarde protagonizó campañas que le reportaron suculentas ganancias económicas, como afeitarse su característica barba antes del mundial 82 para un anuncio de cosméticos. Al margen de tendencias o juicios políticos, Paul Breitner fue un futbolista distinto, que supo apreciar durante su paso por el Real Madrid la grandeza del club y el trabajo incansable de su presidente.

Talento magiar en la turbulenta Hungría de los cincuenta

El 25 de Noviembre de 1953, el mundo futbolístico se detiene. Inglaterra pierde en Wembley 3-6 frente a Hungría un encuentro que quedará fijado en la historia del fútbol; el partido marcará un antes y un después en la evolución de este deporte. Poco tiempo antes, los Poderosos Magiares habían aniquilado a sus rivales en los Juegos Olímpicos de Helsinki 52. El eléctrico Nándor Hidegkuti, Ferenc Puskas o Sandor Kocsis (uno de los mejores rematadores de cabeza de todos los tiempos), anunciaban en la cita olímpica el reinado que vendría. Eran dirigidos por Gusztav Sebes, un técnico que definía al estilo húngaro como "fútbol socialista", un método en el que todos los jugadores estaban implicados en diversas tareas... para muchos historiadores el gran anticipo del fútbol total holandés de los setenta.

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Varios de esos jugadores formaban parte del Honved, el equipo que se enfrentó al Athletic en la primera eliminatoria de la Copa de Europa 1956-57, coincidiendo con la revolución iniciada en Budapest por los insurrectos a las políticas estalinistas. Un movimiento con el que los tanques soviéticos terminaron mientras los jugadores del Honved se encontraban de gira. Los acontecimientos obligaron a cambiar el orden y la sede de los partidos: jugaron en Bilbao primero y la vuelta en Bruselas. Tras perder la eliminatoria fueron contratados en más giras por Europa y suramérica con las que consiguieron financiarse, pero finalmente el grueso de la expedición volvió a su país, aunque no todos. Puskas, Czibor y Kocsis no estaban dispuestos a volver a vivir la angustia de la dictadura popular de su país. Decidieron probar fortuna en occidente renunciando a sus cargos (ficticios) en el ejército, alentados por la esperanza de obtener un futuro mejor y asumiendo la sanción impuesta por la FIFA de dos años sin jugar.

En su día pudieron volver, pero decidieron arriesgar reivindicando sus ideas contrarias al régimen húngaro. Les fue bien, aunque el caso Puskas, recuperado para el fútbol tras pasar por un pésimo estado físico, fue casi un milagro. Encontraron en España el cobijo necesario por parte de las autoridades, curiosamente al amparo de otra dictadura, que les situó como los más fieles representantes del anticomunismo cuando ficharon por Real Madrid y Barcelona. Comprometidos y angustiados por la necesidad, pudieron servirse del deporte para hacer frente a su difícil situación personal.

Decisiones delicadas...

El caso Oleguer Presas y su renuncia a la selección ha sido uno de los capítulos que más polémica generaron en los últimos años. Pero su trayectoria futbolística posterior dejó en duda que hubiera sido un jugador trascendente para el equipo nacional. Un caso parecido fue el de Inaxio Kortabarria, defensa de la Real Sociedad en la década de los setenta y ochenta. Fue uno de los baluartes del equipo txuri-urdin campeón de liga, antes había sido internacional 4 veces. Kortabarria renunció a jugar con la selección en 1977, siendo el primer y único jugador vasco de la historia que lo hizo de manera pública. El futbolista declaró en el libro "La Patria del gol" de Daniel Gómez: 'Las cosas hay que hacerlas por sentimientos y uno, cuando no se ve identificado en un sitio, pues tiene todo el derecho del mundo a decir: "para qué voy a jugar si creo que yo no represento nada aquí" '.

Las dos guerras mundiales, el conflicto bélico español o la victoria británica en Las Malvinas, mostraron infinidad de casos de futbolistas comprometidos con causas que trascendían al deporte. Muchos murieron o tuvieron familiares que lo hicieron, y estas circunstancias les obligó a acercarse a su profesión como un recurso de supervivencia. Otros jugadores simplemente, sintieron la necesidad de expresar sus inquietudes y hacer públicos sentimientos que personas de su entorno no se atrevieron a decir o prefirieron callar. En cualquier caso, independientemente de la ideología acertada o errónea de cada uno, en ocasiones se agradecen deportistas valientes y comprometidos que salen de la regla establecida, y como hemos podido comprobar... muchas veces terminan pasando a la historia.

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