El Principio de Peter/Fernando Torres

Fernando Torres no es un incompetente, pero lo empieza a parecer, pues no ha entrado ni en la lista de los mejores 23 jugadores para el Balón de oro 2012.

El pedagogo estadounidense Laurence J. Peter era bien listo y, aunque inspirándose en nuestro sabio Ortega y Gasset, fue capaz de resumir algo vital en la era moderna. Que por lo menos lo sepamos. No sigamos fingiendo o mirando para otro lado: en su principio de la incompetencia delimita lo que el ser humano es capaz de permitir en una estructura laboral (y doy fe de ello). Algo así como que “con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones”.

Parece que a Fernando Torres se le aplica equivocadamente este concepto, esta consideración. Como si cada temporada fuera un poco peor que la precedente, más incompetente. Y se ha quedado fuera de la preselección de los 23 mejores jugadores mundiales para el Balón de Oro 2012. Él, un campeón de Europa con el Chelsea (gol incluido en el Camp Nou durante la vuelta de las semifinales) y con la Selección (tanto anotado, claro está, en la final frente a Italia). Además, Bota de Oro de la Eurocopa pese a la competencia, por poner unos ejemplos tan solo a vuela pluma, de Cristiano Ronaldo, Balotelli, Mario Gómez, Ibrahimovic, Benzema, Rooney, Mandzukic, Dzagoev y Van Persie. Pues nada. Tampoco fue incluído entre los 23 mejores de la Eurocopa, esta vez por el Equipo Técnico de la UEFA que comanda el escocés Andy Roxburgh y en el que figuran técnicos del historial de Fabio Capello o Gerard Houllier.

Tampoco tuvo suerte para el trofeo de Mejor Jugador del Año en Europa para la UEFA, con votación de 53 periodistas. Ni quedó en el Top Ten, formado por Iniesta (ganador), Messi, Cristiano Ronaldo, Xavi, Pirlo, Casillas, Drogba, Cech, Falcao y hasta Özil. Ya fue un pequeño o gran palo para un doble campeón de Europa.

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Se trata mal en líneas generales a Fernando Torres. En Inglaterra, en España. Y ahora en todas partes, con este castigo de no pasar ni un filtro de 23 que si han cruzado, por ejemplo, Karim Benzema o Gerard Piqué, en franco declive y aún así en la selecta lista que se vaticina que va a ganar Cristiano Ronaldo beneficiado por el reparto suramericano de votos entre Messi y Falcao por parte de seleccionadores, jugadores y periodistas. Pero eso se sabrá en enero de 2013.

A Torres, en realidad, no le va rodado desde que dio el salto propio de un profesional, pues dejó un Liverpool que ya sólo es grande por el recuerdo de sus gestas pasadas y fichó por el emergente Chelsea, uno de los clubes más ricos del mundo, al que todos nos iríamos sin pestañear a cobrar el triple mínimo. Hasta abril de 2011 no marco su primer gol, cierto, y las chirigotas (chirigoutas en perfecto inglés) subieron como la espuma contra ‘The Kid’. Pero una vez superado el trauma, y recuperada la frecuencia goleadora, se sigue despreciando lo que va consiguiendo Fernando también con los ‘blues’. Si hasta forzó el córner que propició el empate de cabeza de Drogba en la final de la Champions ganada en los penaltis al Bayern…

Tampoco ayuda a su imagen en España su confesado ‘atletismo’, su militancia rojiblanca también desde la distancia y que recuerda en momentos clave, como cuando ondeó la bandera en la celebración por la Copa del Mundo conquistada en Suráfrica. Cuando te sales del bipartidismo te quedas sin apenas representación, como es bien sabido por el injusto Sistema D’Hondt.

Del pasado no se debería vivir. Aunque en el fútbol alguno lo ha hecho. Pero Fernando Torres, el símbolo del Atlético, mal vendido por unos pésimos gestores de lo ajeno aunque auténticos fenómenos manejadores de lo propio, será siempre el del gol de Viena, en la final de la Eurocopa de 2008. Y el del cabezazo en Albacete, en su primer tanto con el Atlético. Con eso ya es grande.

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