El Abecedario del fútbol - Y: Lev Yashin, araña negra con guantes de oro

El portero soviético es el único en su posición que ha ganado un Balón de Oro

Lev Yashin, el único portero que ha ganado un Balón de Oro, se convierte en el siguiente protagonista de nuestro Abecedario del Fútbol que afronta ya su recta final al llegar a la Y. Recordamos a la mítica Araña Negra de la URSS de la mano de Montse García.

Es el único portero galardonado con el Balón de Oro. Con esta presentación no puede ser otro que Lev Yashin, el mejor guardameta del siglo XX y uno de los mejores deportistas que su país ha dado. Un símbolo de la Unión Soviética y un recuerdo imborrable de la Guerra Fría. Es el responsable de que la URSS alcanzase un prestigio que le cuesta recuperar y aún hoy día se mantiene a la cabeza como el jugador que más partidos ha diputado en la Liga Soviética, donde gran parte de ellos los finalizó sin encajar un solo gol. Aunque su oscura apariencia vestido siempre de negro - lo que le proporcionó el sobrenombre de la Araña Negra- podría hacer pensar lo contrario, la realidad es que era caballeroso y honesto. Un portero valiente, seguro y que a pesar de su 1’90 de estatura su agilidad y reflejos no se resintieron nunca.

Los pocos futbolistas que lograron hacerle un gol hicieron historia como Leonel Sánchez, Marcelino, Beckenbauer o Eusebio. Este último logró batirle jugando con Portugal el partido por el tercer puesto en el Mundial de 1966 en Inglaterra y no dudó en afirmar a los periodistas: "Yashin: portero inigualable, lo mejor de nuestro siglo". Era admirado dentro y fuera de su vestuario, tanto por sus compañeros como por los entrenadores, aficionados o sus rivales. Se convirtió a lo largo de los años en uno de los jugadores más populares y respetados por su dedicación al deporte, su modestia, empatía, amistad y desenvoltura personal.

Fue muy importante dentro de su selección pero la actuación de la URSS en los Mundiales siempre estuvo precedida de grandes expectativas que se saldaron con fracasos, salvo en 1966 donde alcanzó las Semifinales. Así, cuatro años antes, cuando el prestigio de la selección soviética como campeona de la I Copa de Europa era enorme, se vino abajo al no estar a la altura de lo esperado. La selección soviética actuaba como una máquina perfecta pero no era todo lo eficaz que debiera. Su fortaleza tenía un nombre propio: Lev Yashin, el mejor guardameta que existía desde que Zamora había colgado los guantes. Pero la Araña Negra realizó un pésimo torneo y su selección lo pagó siendo eliminada. La prensa deportiva cavó la tumba del gran portero ruso sin piedad, no le daban opciones a que se recompusiese de la caída. Tan solo un año después descubrieron que se habían precipitado erróneamente puesto que recibiría el Balón de Oro. Corría el año 1963 y su carrera internacional se prolongaría hasta el Mundial de 1970. Por tanto, el problema de dicha selección no estaba en su portero sino en otros síntomas que denotaban que las cosas no marchaban bien. La causa principal era el mal ambiente dentro del vestuario debido a que muchos de los internacionales no se hablaban, como se reconoció años después.

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Desde 1949 hasta 1971 se dedicó por completo a cubrir la portería de su único club: el Dinamo de Moscú. Antes de eso había trabajado como aprendiz en una fábrica militar y había dudado sobre si dedicar su vida al fútbol o al hockey, ya que su falta de experiencia fueron determinantes para que cometiera errores de principiante que pusieron en duda sus cualidades como portero. Cuando en la primavera de 1949, en el transcurso de un amistoso, vio cómo su homólogo en la portería contraria pateaba el balón hasta su área de modo que cuando fue a despejar chocó con su defensa y provocó que el balón fuera directo a la red, se planteó si hubiera sido mejor seguir su trayectoria como jugador de campo anotando goles o cambiando de deporte. Era consciente del grave error que había cometido y sus compañeros no dudaron en mofarse de él con una sonora carcajada. Después de ese suceso tuvo otro similar en 1950 cuando tuvo que sustituir al lesionado Alexis Khomich. La fortuna no estaba de su lado y volvió a encajar un gol de patio de colegio. Su castigo no fue otro que la paciencia de esperar tres años sentado en el banquillo sin ser titular hasta que tuvo que ejercer de suplente del primer portero en 1953. Esta vez su gran actuación y su duro entrenamiento comenzaron a borrar los estrepitosos tropiezos que había tenido. La recompensa a su esfuerzo y constancia vieron sus frutos con la llamada del equipo nacional en 1954.

El palmarés de Lev Yashin reúne títulos como el de campeón olímpico en 1956, campeón de Europa en 1960, subcampeón de Europa en 1964, el portero principal del equipo nacional en los campeonatos del mundo 1958, 1962 y 1966 y "Balón de Oro" al mejor jugador de Europa en 1963. Aunque representando los colores de su país fue donde alcanzó el prestigio internacional, como jugador del Dinamo de Moscú fue cinco veces campeón nacional y tres veces ganó la Copa de la URSS. Por si fuera poco, a lo largo de su carrera, Lev Yashin jugó en 812 partidos de los que en 207 pudo mantener la portería a cero. En 1971 se retiraría, llevándose el ostentoso título de mejor portero del siglo XX.

El partido de despedida en Moscú (1971) reunió a estrellas del fútbol mundial como Müller, Eusebio o Bobby Charlton, que querían agradecer al portero ruso su genialidad bajo palos durante tanto tiempo. Al finalizar el emotivo homenaje entregó sus guantes a Ladislao Mazurkiewicz a quien le dijo: “Tú serás mi sucesor”. Quince años después, en 1986, una lesión de rodilla le llevó a que tuvieran que amputarle una pierna y, cuatro años después, falleció como consecuencia de un cáncer de estómago. Durante esos años recibió el apoyo y el cariño de aquellos que habían disfrutado de él viendo sus partidos e, incluso, de los que habían sido sus rivales en los terrenos de juego. Para muchos su despedida marcó un antes y un después en el fútbol ruso y en el concepto de portero al haber introducido nuevas técnicas para frenar los disparos de sus contrarios que se antojaban adelantadas a su tiempo. Las estatuas inmortalizan su figura en Moscú pero su recuerdo es imborrable gracias a los felinos reflejos que actuaban como una tela de araña inquebrantable en las porterías que siempre defendió.

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