Craig Bellamy, orgullo galés en la Carling

Liverpool y Cardiff disputarán la final de la Carling Cup este domingo

Tanto Cardiff como Liverpool afrontan la final de la Carling Cup con la clara intención de ganarla. En el caso de los ‘reds’ pretenden acabar con una sequía de títulos que dura seis años. No pueden pasar más tiempo en blanco y desean que Wembley sea testigo de su triunfo. Además cuentan con una ventaja. Craig Bellamy está especialmente motivado. Al interés que despierta en un futbolista ganar una Copa hay que sumar que lo obtendría derrotando al que fuera su equipo la pasada temporada, el de la ciudad que le vio nacer.

Kenny Dalglish deberá decidir si cuenta con Bellamy desde el inicio o, por el contrario, confiará en la destreza de otros hombres como Andy Carroll o Luis Suárez. A sus 32 años quiere aprovechar la oportunidad de aumentar su palmarés. Así lo dijo cuando confirmó su regreso al Liverpool. Quería ganar títulos y con la Carling podría cumplir su sueño. La carrera de este rebelde del fútbol está repleta de escándalos allá por donde ha pasado. En todo este tiempo no ha considerado ningún club como su casa y prueba de ello son los nueve destinos diferentes en dieciséis años. Gracias a un carácter especial propenso a las salidas de tono ha protagonizado numerosas escenas contra aficionados y compañeros, así como declaraciones desafiantes hacia rivales. Cuando vestía la camiseta del Manchester City condenó la ociosa vida del resto de la plantilla por sus salidas nocturnas o el mal uso de los días libres, llegando a asegurar que sentía vergüenza de ser jugador. A Shearer llegó a gastarle una “broma” diciéndole por teléfono que no tenía piernas, estaba viejo y era demasiado lento. Incluso fue sancionado por su club, el Liverpool, con dos semanas de sueldo cuando a su compañero John Arne Riise le propinó un golpe con un palo de golf, tras una discusión por un concurso de karaoke cuando estaban en Portugal para jugar frente al Barcelona.

Los técnicos que pudieron entrenarle se dividen entre elogios y condenas. Mientras Toshack lo llegó a calificar como jugador increíble, Graeme Souness lo tachó de mentiroso por fingir una lesión por no estar contento con la posición en la que lo colocaba. Tampoco la prensa se libró de sus impertinencias. Bellamy las usaba como medio de defensa ante la continua persecución que supuestamente sufría.

Craig Bellamy con el CardiffSin embargo, muestra su lado más calmado cuando se refiere a sus hijos. Para él la familia es muy importante y el centro de su vida junto al fútbol. Aunque hay un tercer frente que ennoblece al delantero. Desde 2007 trata de hacer realidad la Fundación Craig Bellamy en Sierra Leona. Consciente de las condiciones en las que viven allí los niños y cómo les ha afectado la guerra, ha querido darles un motivo para que crean en ellos mismos y en las posibilidades de hacer sus sueños realidad, jugando al fútbol en su academia.

Bellamy fue apodado como “la bala galesa” por su agilidad y velocidad sobre el césped. Junto al dribbling y su destacable disparo con la pierna derecha, su personalidad constituye una mezcla explosiva que lo convierte en un futbolista difícil de reemplazar. Allá por donde ha ido ha dejado su huella. Desde que fue juvenil en el Bristol Rovers hasta el actual Liverpool pasando por Norwich City, Newcastle, Celtic, Blackburn, West Ham, Manchester City o Cardiff. Ahora, en el que comienza a ser el ocaso de su carrera quiere que se le recuerde por su éxitos como futbolista y no por sus desplantes o borracheras. Para ello, una buena forma de hacerlo sería participando íntegramente en la victoria del Liverpool en la Carling Cup. De la misma forma que su compatriota, Owain Glyndwr, venció a los ingleses en la Batalla de Pilleth. Así se lo tatuó, para no olvidar quien es y cómo quiere que le vean. Él quiere ser el héroe galés.

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