Mirandés... buscando la huella del Castilla
El filial madridista llegó a la final de copa de 1980
Tan solo tres equipos han conseguido llegar a una final de la copa de España sin jugar esa temporada en primera división. Betis (1931), Sabadell (1935) y Castilla (1980). A ellos hay que sumar el Racing de Ferrol, que jugó la final de 1939, en un torneo celebrado tras finalizar la guerra civil española. En aquel año no se disputó el campeonato de liga y se podría considerar a los gallegos como equipo de segunda división, ya que fue la última división en la que participaron antes del conflicto bélico.
El Castilla, filial del Real Madrid, fue el último equipo que se coló en la final de copa jugando en segunda división. La gesta significó un hecho insólito, ya que a la trascendencia de llegar tan lejos en la competición, hay que añadir que se trata del único caso en el que un filial ha jugado una final.
El torneo realizado por el Castilla 1979-80, costó más de un quebradero de cabeza a la federación española, e incluso se convirtió en una preocupación para el técnico del Real Madrid (el otro clasificado a la final), Vujadin Boskov. A medida que el filial avanzaba en la competición, los halagos y piropos hacia el trabajo del equipo entrenado por Juan José García Santos, se convirtieron en preocupación ante una posible derrota en la final. La calidad y competividad de la segunda plantilla madridista, preocupaban a Boskov.
A lo largo de la historia, se ha especulado mucho sobre la limpieza de aquel curioso partido. El presidente del Real Madrid Luis de Carlos, invitó a los participantes a luchar con tesón y esfuerzo en la final. El título debía decidirse en el terreno de juego, a pesar de que los dos contendientes pertenecían a la misma institución. La trayectoria de aquel Castilla significó un hecho memorable. Disputar la final de copa, fue el premio perfecto para un grupo de jugadores que hicieron historia en cada eliminatoria.
Al Castilla lo entrenaba Juan José García Santos, conocido como Juanjo. Un toledano que llegó a jugar en el Real Madrid aficionados, pero que no llegó al primer equipo. Juanjo tenía 35 años cuando llevó al filial blanco a la final de copa. En poco tiempo, había pasado de su trabajo como empleado de banca, a estar sentado en el banquillo del Santiago Bernabeu en el partido más importante del fútbol nacional. Su historia posterior es dramática, ya que perdió la vida seis años más tarde, debido a un infarto de miocardio cuando entrenaba a la Cultural Leonesa.
El Castilla comenzó la Copa del Rey 1979-80 con pocas pretensiones. Justo las mismas que podían tener los otros 17 filiales que comenzaron el torneo; avanzar el máximo número de rondas posible y dejar una buena taquilla en algún partido. El equipo de Juanjo se convirtió en el auténtico matagigantes. Con sus remontadas en los momentos clave, se erigió en la pesadilla de varios clubes punteros del fútbol español.
Eliminaron a equipos de divisiones bajas en primera instancia. Su primera gran remontada tuvo lugar en la cuarta ronda, tras perder el partido de ida por 4-1 ante el Hércules de Alicante. En la vuelta golearon 4-0 y se clasificaron. La lista de víctimas de primera división no había hecho más que comenzar…
El 12 de Marzo de 1980, el Castilla hace historia. Los goles de Pineda y Balin ponían patas arriba la catedral del fútbol español. El Athletic de Bilbao se había llevado un empate a cero del Santiago Bernabeu en el encuentro de ida, pero el Castilla venció en San Mamés por 1-2, y consiguió crear de esa forma, el primer quebradero de cabeza serio a la federación española.
Se decidió "amañar" el sorteo de cuartos de final apartando la bola perteneciente al Castilla. Se trataba de evitar un emparejamiento entre el primer y el segundo equipo madridista. Su gran campaña, había roto todas las previsiones acerca del comportamiento de los equipos filiales en la competición del KO. La nota curiosa del sorteo fue que, de no haber existido manipulación, Real Madrid y Castilla se habrían enfrentado en los cuartos de final, algo que se trataba de evitar a toda costa. La Real Sociedad, el líder de la primera división, sería su rival en la ronda de los ocho mejores.
El partido de ida fue un asedio por parte del equipo donostiarra. Los Zamora, Satrústegui, o López Ufarte, bombardearon la portería del meta Agustín. En una acción aislada, los madrileños consiguieron adelantarse a quince minutos del final. A pesar del gol, la fuerza de Atocha y la calidad de los vascos, ayudaron en la remontada. El 2-1 final tranquilizó al equipo realista, que viajaría al Santiago Bernabeu para finiquitar su pase a las semifinales.
Pero al Castilla todavía le sobraban balas en la recámara. El día del trabajador de 1980, el filial del Real Madrid se encomendó precisamente a eso, al trabajo duro en defensa y a la contundencia en los marcajes para eliminar al equipo blanquiazul. Con un Bernabeu rozando el lleno, la Real Sociedad se vio superada en todo momento por el impetuoso equipo de la capital, que aquel día alineó a Agustín, Juanito, Castañeda, Espinosa, Casimiro, Álvarez, Bernal, Sánchez Lorenzo, Pineda, Paco y Cidón.
Luis Arconada tuvo que recoger el balón dos veces del fondo de su portería. El 2-0 final colocó al Castilla entre los cuatro mejores del torneo. Atlético de Madrid, Sporting de Gijón y Real Madrid serían sus acompañantes en el sorteo de semifinales …que otra vez sería dirigido.
No podrían enfrentarse Real Madrid y Castilla antes de la final, algo que no agradó por ejemplo a su vecino colchonero, que alegó que la decisión era a todas luces injusta. El Sporting de Gijón de los hermanos Castro y Enzo Ferrero, sería la siguiente víctima del sorprendente equipo que militaba en la segunda división del fútbol español. Y eso que las cosas se pusieron muy bien para los asturianos en el partido de ida. El Sporting venció gracias a dos goles de penalti, que hicieron justicia a lo visto sobre el césped del Molinón.
Prensa y aficionados apostaban por la clasificación de los de Gijón para la final. El sueño del Castilla parecía haber llegado a su límite, pero todavía faltaba otro capítulo en la historia. Ni siquiera la afición local, tan volcada en eliminatorias previas con su equipo filial, tenía muy claro que los de Juanjo tuvieran opciones de acceder a la final. Pero otro milagro aconteció en una noche de jueves en Madrid.
El Castilla ganó por cuatro goles a uno y se clasificó para la final de copa. La decepción en el vestuario del Sporting de Gijón, era tan grande cómo la que habían sentido los dos equipos vascos derrotados en eliminatorias precedentes.
En aquel Castilla destacaban varios futbolistas. Su portero Agustín por ejemplo; candidato a ser heredero de los Miguel Ángel o García Remón. El meta llegaría al primer equipo y desarrollaría su trayectoria en el Tenerife años más tarde.
El centrocampista Ricardo Gallego, que sería mundialista y jugaría después en la liga italiana, era otro de los puntales de un equipo, que tenía como once tipo a Agustín en la puerta. Casimiro, Espinosa, Castañeda y Pérez García en defensa. Bernal, Álvarez, Gallego y Castro en el centro del campo, con Paco y Pineda en la delantera. Otros hombres importantes que también contribuyeron al éxito, fueron Balin, Juanito o Cidón.
En la final, los nervios atenazaron al Castilla, que no mostró la mejor de sus caras. La derrota 6-1 hizo que el Real Madrid conquistara el doblete. Para el filial quedaba el consuelo de disputar la Recopa de Europa, competición en la que se enfrentarían al West Ham en la primera eliminatoria. Ganaron 3-1 en el partido de ida, pero en la vuelta terminarían siendo derrotados en la prórroga ante el conjunto inglés. La gloria de alcanzar una final de copa sin jugar en primera división remontando a los poderosos. Un objetivo muy complicado, pero no imposible. El Castilla de 1980 lo demostró.
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