Moratti, guillotina de entrenadores

Ha tenido 18 técnicos en 15 años

Desde su juventud Massimo Moratti cuenta con una de las mayores fortunas de Italia, es el director ejecutivo de Saras SpA, un grupo dedicado a la refinación del petróleo, y dueño de la compañía eléctrica. Aunque sus ambiciones nunca pasaron por el terreno de los negocios, sino por emular a su padre, Angelo Moratti, quien fuera presidente del Inter de Milán durante la Edad de Oro del conjunto italiano.

Esa ha sido siempre la gran obsesión de Massimo Moratti y comenzó a hacerla realidad cuando en 1995 se convirtió en el máximo accionista del conjunto nerazzurro. Desde entonces ha invertido millonadas en fichajes y contratado entrenadores a un ritmo de vértigo. Y que desde que asumió las riendas del club 18 técnicos han ocupado el banquillo de San Siro. Moratti nunca ha demostrado una gran paciencia con sus entrenadores y tras la reciente derrota del Inter de Milán contra el Novara el próximo en pasar por la guillotina podría ser Gian Piero Gasperini.

Moratti y Helenio Herrera en el Inter de Milán

A su llegada a San Siro, Massimo Moratti se encontró con un equipo en decadencia. Su primera decisión fue confiar en Ottavio Bianchi, el primer técnico de la 'era Moratti'. Bianchi comenzó con buen pie en el Inter, ganando el derbi contra el Milan, pero no alcanzó las exigencias de Moratti y fue destituido tras perder en San Paolo. Coincidiendo con el primer revés, Moratti inició su política de fichajes multimillonarios. Llegaron Javier Zanetti y Roberto Carlos, entre otros, aumentando las aspiraciones tanto del club como de Moratti.

El mítico Luis Suárez ejerció de puente para que en San Siro desembarca el tercer técnico de Moratti, Roy Hodgson. El inglés cogió a un equipo en construcción, que había arrancado fatal la temporada y le dio forma. Durante sus dos temporadas en el Inter (de 1995 a 1997) el equipo se clasificó para disputar competición europea e incluso llegó a disputar una final de la Copa de la UEFA que perdió en la tanda de penaltis contra Schalke 04. Pese a todo, Hodgson también fue destituido, aunque su trabajo fue la base desde la que su sucesor, Luigi Simoni (con Luciano Castellini como puente entre ambos), se proclamara campeón de la Copa de la UEFA la siguiente temporada con Ronaldo como principal estrella.

Ese éxito europeo, sin embargo, no encontró continuidad y el Inter de Milán se vio sumido en una época oscura y de constante inestabilidad. Si los primeros años de Moratti en el Inter se habían caracterizado por el cambio de rostros en el banquillo, la cifra se dispararía entre 1998 y 2004. Mircea Lucescu, Luciano Castellini, Roy Hodgson (de nuevo), Marcelo Lippi, Marco Tardelli, Héctor Cúper, Corrado Verdelli y Alberto Zaccheroni se sucedieron para heredar proyectos mastodónticos sin levantar ningún título.

De todos ellos, tan solo en la etapa de Héctor Cúper (de 2001 a 2003) se puede considerar mínimamente exitosa. Durante las dos temporadas del argentino en el banquillo, el Inter alcanzó las semifinales de la Copa de la UEFA y la Champions League, y perdió las opciones de proclamarse campeón de la Serie A en la última jornada de liga, en un desenlace trágico que pasará a la historia por las desoladas lágrimas de Ronaldo.

En 2004 el barco de Moratti por fin empezó a encontrar su rumbo. La llegada de Roberto Mancini aportó tranquilidad a la nave nerazzurra y desde ahí se comenzó a construir un proyecto serio. Con Mancini en el banquillo el Inter de Milán reverdeció laureles e instauró una hegemonía en Italia, ganando tres Scudettos consecutivos en la Serie A. Sin embargo, su mandato tuvo una asignatura pendiente: Europa.

Por eso, Massimo Moratti decidió apostar por José Mourinho y el técnico portugués no decepcionó. Mourinho transformó al Inter de Milán en el equipo más temible de Europa y en la temporada 2009-2010 lo ganó absolutamente todo, levantando la ansiada Copa de Europa. Ese triunfo permitía a Massimo Moratti emular por fin a su padre y devolver al Inter de Milán a la cima del fútbol mundial.

Moratti y Mourinho celebran la Champions League

Fue el momento álgido de Moratti, pero le duró poco. Mourinho dijo adiós y Moratti perdió de nuevo el rumbo, entrenando en una espiral de precipitación en cada una de sus decisiones y volver a coleccionar fracasos. Contrató a Rafa Benítez para no darle confianza. Luego fichó a lo loco en el mercado de invierno para depositar el proyecto en manos de un inexperto como Leonardo, y por último apostó por Gasperini, quien no sabía lo que era dirigir equipos de primer nivel.

Gasperini es, por el momento, el último de la lista, pero no tardará en convertirse en una muesca más en la guillotina de Moratti. La continuidad de Gasperini está en el aire y ya comienzan a sonar sucesores para el cargo. Moratti ataca de nuevo...

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