El Inter y la venganza de Meggiorini
El Novara ha terminado de hundir a Gasperini y los nerazzurri
El fútbol elige caminos muy diversos en dirección a la gloria. El de Riccardo Meggiorini ha sido de lo más inesperado. El delantero italiano llegó en 2003 a la cantera del Inter de Milán. Apenas tenía 18 años, pero causó un gran impacto en el club y dos meses después de convertirse en nerazzurro debutó con el primer equipo en la Serie A. Fue un 14 de noviembre del 2004 contra el Cagliari. Nunca más se supo de él. Se perdió entre constantes cesiones, copropiedades y siendo moneda de cambio en varias operaciones.
Aquel 14 de noviembre del 2004 Meggiorini vivió su primer y último gran momento futbolístico, el techo de su carrera. O, al menos, eso creía él hasta este martes. Y es que Riccardo Meggiorini ha sido el protagonista de uno de los momentos que será más recordado de la temporada, convirtiéndose en parte de la historia (negra) del Inter de Milán y el más que probable verdugo de Gian Piero Gasperini en el banquillo nerazzurri. Fue el autor del gol que abrió la cuenta para que el recién ascendido Novara diera la campanada ganando al Inter de Milán (3-1) en el estadio Silvio Piola.
Los nerazzurri llegaban a Novara condicionados por los resultados obtenidos en el arranque de temporada. Tras perder la Supercoppa de Italia contra el Milan, sumar un solo punto en las dos primeras jornadas de la Serie A y fallar en el debut en Champions League frente al Trabzonspor en casa, los nerazzurri estaban obligados a ganar a un recién ascendido como el Novara. Por el bien del Inter y por el bien de Gasperini, a quien los malos resultados habían provocado la aparición de los fantasmas de posibles sucesores a su alrededor.
Todo apuntaba a que el Inter de Milán levantaría la cabeza en el Silvio Piola, pero se encontró con un Novara que le dio la puntilla. Meggiorini puso la primera piedra, y Rigoni rubricó la gesta con dos goles más. Cambiasso prolongó la agonía anotando el tanto del ‘honor’ pero no hubo reacción posible y el Inter ofreció una imagen pésima en Novara acabando con diez por expulsión de Ranocchia y con un inoperante Gasperini en el banquillo. Mientras, Gasperini permanecía inmóvil en la banda, sin respuestas para el desastre que estaba perpetrando su equipo, en la grada un enfadado tifosi agitaba una camiseta en la que se podía leer “José Mourinho, el rey”.
La imagen representa una clara alegoría sobre la realidad del Inter de Milán, un equipo que todavía recuerda a su héroe del pasado al mismo tiempo que se despedaza su presente. Destituir a Gasperini será el primer paso, pero no la solución definitiva para un club que anda la deriva desde que perdió a José Mourinho y evidencia una clara falta de un líder. El batacazo en Novara solo es la culminación de una decadencia que se inició en el mismo momento en el que Zanetti levantó la Copa de Europa en el Santiago Bernabéu.
Mientras el Inter de Milán se hunde y Massimo Moratti decide si destituir o no a Gasperini -probablemente sí- Riccardo Meggiorini esboza una gran sonrisa. Aquel 14 de noviembre del 2004 ya no es su gran día en el mundo del fútbol. El destino le deparaba algo mejor. El 20 de noviembre del 2011 le permitirá pasar a la historia como el hombre que terminó de enterrar al Inter campeón de Europa.