El Barca y lo espeso

El Barcelona sigue sin dar en la tecla en su juego y en lo emocional. Ya no genera desde el juego y desde lo afectivo. Hay que redefinirse.

El Barcelona sigue siendo dando los mismos síntomas: agotamiento en la circulación de la pelota, no se reconoce en la interacción del pase, la fluidez, la movilidad. Hay un exceso de poco manejo de los ritmos: o es muy lento o es muy rápido. Siempre en un plano de las velocidades, donde lo lento es una dinámica espesa y lo rápido es ir hacia adelante sin objetivos.

Los jugadores que posee el Barcelona tienen cualidades diversas, peculiares, pero todas con potencialidad de ser ensambladas, armonizadas. El conjunto cule tiene muchos condimentos para ser un mejor equipo, maximizar sus posibilidades, explotar sus virtudes y esconder sus defectos. Pero hace mucho no tiene juventud este equipo. Es lo que le falta: vitalidad, rejuvenecimiento. Es un conjunto con alma de poca transferencia de sentimientos, de espíritu.

Hay una dejadez que se palpa en sus gestos corporales, en cada decisión, en cada ejecución. Pases al pie constantes, poco amor al espacio, sin velocidad al pase, sin sentido concreto e intenciones de juego. Son arrebatos individuales que pueden servir en lazos esporádicos, con equipos de menor envergadura, pero no a largo plazo y no contra equipos de mayor calibre.

Ya no puede existir mas el decir: “el Barca lo gano solo porque esta Messi o por el talento o por inspiraciones colectivas”. El Barcelona se ha conformado a partir de construir un imperio los 90 minutos y con Messi como el genio que se apartaba del método e irrumpía en 3 segundos. El Barcelona debe volver a reconocerse y ser reconocido. Esos son los rasgos que identifican a un equipo, a una comunidad. El toque, el control, la relación entre los suyos.

Un equipo como el Barcelona son sus valores. Los clubes son sus valores. Y no se puede ser mezquino con lo que te hizo más ganador y feliz.

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