Klopp, Guardiola y el ser industrial
Klopp y Guardiola se unieron para realizar una crítica hacía la cantidad de partidos que se realizan. Una solución postergada


Hay muchas cuestiones que, en la idea mediatizada de las cosas, pasan desapercibidas y pasan a un segundo plano. Como, por ejemplo: la manifestación de frases que se dicen solo para ser dichas, pero sin un porvenir que redefina ciertas circunstancias que suceden. Hace poco, Klopp sostuvo lo siguiente: “Es evidente que hay demasiados partidos, es demasiado evidente”. Una declaración, que en el mundo productivista en el que vivimos tiene poco lugar de cambio, porque lo que hay que vender es la futbolización de la vida, hay que respaldar los derechos televisivos, las obligaciones publicitarias, los caprichos de grupos económicos.
El futbolista debe generar plusvalía. Si no forma parte del entramado industrial, es una persona extraña dentro del sistema. Si sale, si se divierte, si juega con sus amigos, si tiene un momento de ocio rápidamente es sospechado, es catalogado como “poco profesional”, irreverente, poco dedicado, poco comprometido, que no da todo lo que lo que debería dar. Y en ese “dar todo”, entramos en la deshumanización del jugador. En su despersonalización. Hasta inclusive se normaliza la protocolización del futbolista cuando va de giras en giras, de aeropuerto en aeropuerto, de lugares extravagantes en lugares extravagantes. En esa normalización, se crea una opinión publica que trata al futbolista como “estrella de rock” y lo peor: el futbolista se envuelve en una burbuja, lo aparta de lo terrenal, si no tiene la calma que generan los flashes del dinero, la fama, los lujos, etc.
Desde que el hombre se volvió maquina y las cargas laborales aumentaron, el deporte no fue ajeno a esta irrupción del ser industrial. Y con la televisión, ese ser industrial debía ser difundido como ser especial para perpetuar la idea de la productividad. Es así, que el deportista paso a formar parte de una mayor cantidad de minutos jugados, de un mayor conjunto de partidos, de torneos. En definitiva: si hay un bien escaso es el tiempo de descanso y de recuperación. Ese que también aqueja a Guardiola: “Debería haber menos partidos, menos competición y más descanso”.
Las relaciones de fuerza están ligadas a aquellos que quieren ver un fútbol más inocente, más ingenuo y aquellos que tienen intereses antagónicos donde buscan que el futbolista sea un medio de marketing, de intercambio, de divulgación. Y el gran problema es que estas dos fuerzas nunca pudieron congeniar. Y que el sujeto negocio, prevalece.