Sadio Mané, el primer gran nombre

Pese a que todavía estamos en el mes de agosto, donde sacar conclusiones absolutistas viene de la mano con la poca pausa que nos damos para analizar cada escenario debido a que vivimos en un mundo donde todos corremos en vez de caminar, en ocasiones los primeros compases de una temporada sirven para ir organizando ideas y ver la tónica por la que los diferentes campeonatos van a ir desarrollándose, porque un buen comienzo puede envolverte en la dinámica positiva necesaria para mantenerte en lo más alto.

Un ejemplo claro es el mes de agosto que está firmando Sadio Mané que, pese a no mostrar cualidades ni un patrón de juego diferente a la de la temporada anterior, se ha convertido en el faro de luz dentro de un comienzo lento del Liverpool de Jürgen Klopp, que pese a unos pasajes cortos ante el Norwich y el Chelsea, está demostrando que todavía no está en la velocidad que lo ha llevado a ser el mejor equipo de Europa, detalle normal entendiendo la fase de la temporada en la que estamos pero que deja la sensación de que su capacidad de controlar no es la misma .

En ese escenario es en el que entra Mané que sin ser el más creativo o el de movimientos más espectaculares, ha irrumpido en este comienzo para liderar desde su capacidad para resolver en escenarios complicados y ser determinante cuando su equipo no está comportándose de una manera óptima. El senegalés, dentro de un contexto complicado, es el jugador más importante del tridente que conforma junto a Mohamed Salah y Roberto Firmino porque es el que menos necesita de un pase bien dado o de que le generen ventajas a partir de movimientos. Él simplemente necesita que le llegue la pelota para comenzar a romper moldes y planteamientos, porque él define la frase: “Dámela que yo resuelvo”. Y no son muchos los interpretes que pueden hacerlo.