“Guardiola está ganando hoy y juega para el mañana”

Tuve la posiblidad de entrevistar a Ezequiel Fernandez Moores. Una nota que recorre muchas ideas que valen la pena detenerse. 

No suelo llegar temprano a las citas. Me considero un impostor de los horarios. Pero hay veces que hay situaciones inevitables, donde ciertos actos facilitan los lugares de encuentro. En este caso, me encontraba a cuadras del lugar pactado con el entrevistado y llegue 20 minutos antes. Busque quemar el tiempo libre con algunos libros que había en una biblioteca. Si, el lugar son esos típicos sitios donde el bar es al mismo tiempo un espacio de lectura. Leí algo de Evita, en donde el fragmento del libro se refería a su etapa teatral y a cuando Perón la conoció en el Luna Park en un acto benéfico por las víctimas del terremoto en San Juan, dando los primeros indicios de la Evita arraigada al pueblo y al sujeto político: los descamisados. De repente llegó el entrevistado. ¿No les dije quién era?, bueno, es Ezequiel Fernández Moores. Un personaje, que desde hace tiempo tenía el anhelo de realizarle una nota. Tengo la teoría de que las entrevistas no tienen que ser una partícula fija ni deambulante. Tiene que tener un orden creativo. Y Ezequiel, durante la nota, nos lleva a no marcar el pulso de lo bueno o lo malo, sino a ampliar algunos horizontes que antes estaban acortados.

Lo caótico, pero no de manera negativa, sino como una forma creativa de las cosas, forma parte de tu ser como periodista.

Yo creo que debes tener un orden para el laburo. Ahora… ¿cómo es ese orden?, eso es privativo de cada uno. No hay un orden establecido. Creo que todo lo que te ayude a pensar es orden. Y esencialmente yo busco cosas que me ayuden a pensar. Por ejemplo: estoy escribiendo sobre Alejandro Bedoya y la protesta que hizo hacía el control de armas en EEUU. Y posiblemente estoy escribiendo sobre eso, pero encuentro otra cosa sobre el tema, que me distrae mucho y me lleva a otro lugar. Y de repente puedo perder una hora, en esa búsqueda que encontré. Y uno puede decir que perdí una hora, pero no es una hora perdida para mí. Yo he descubierto que esas horas perdidas son extraordinarias, porque de repente te disparan otra idea, te cambian tu punto de vista. Es cuando uno cree que para profundizar sobre algo debe buscar dos palabras claves. No es exactamente así, a veces. Cuando uno se dice que aquello que lo hizo distraer no tiene nada que ver, es mejor pausar y platearse: “espera, que por algo apareció”. Hay algo que aprendí que es confiar mucho en el instinto. Con el tiempo aprendí a confiar mucho más en él, porque no me ha traicionado. Me ha llevado a caminos inteligentes. No digo que sea siempre así. Pero no importa, mientras haya sucedido un par de veces alcanza. Mientras me haya dado un contraste, otro punto de vista, me alcanza para enriquecerme.

Y esos desvíos creativos que tenes, como los plasmas dentro de un ámbito deportivo en donde a veces los desvíos no están muy ligados al pensar, sino que están más ligados a la disputa, a la controversia.

Yo creo que el conflicto es la sal de las historias. Creo que el conflicto forma parte de las historias y de la vida. Las contradicciones, las ideas y vueltas. De eso me parece que se enriquece la situación. Pero me parece que ese conflicto nos tiene que ayudar a pensar, a crecer. Si el conflicto es porque yo te dije pelotudo y vos boludo, la verdad no me interesa. Ahí me corro, porque tengo la tendencia de hacerlo. Porque inclusive, eso ya va a estar muy dicho. Si tuviera que ir hacia ese lugar, no puedo aportar nada nuevo. No tengo la capacidad de poder pensar ese tipo de situaciones. Entonces es un reflejo mío que está limitado y que no me lo reprocho. Estoy feliz que este limitado para ir hacía esos lugares. No me interesa. Y al no interesarme, si lo hago, lo haría mal. Entonces, afortunadamente escribo los temas que me interesan a mí. Todos los errores que puedan verse, son producto mío, no es responsabilidad de otro.

¿Y dentro del deporte que cosas te interesan? ¿Tenes teorías?

Siempre hay una teoría. Hay una teoría y hay un prejuicio también. Yo resalto que la búsqueda de la información es como el petróleo: es aleatoria. A veces no hay. Y en esa teoría y en ese prejuicio, yo intento ser mi propio abogado del diablo. Porque yo sé que estoy solo con mi ombligo cuando escribo. Y que, si quiero darme una palmadita de felicitaciones, me las puedo dar tranquilamente y nadie me lo va estar reprochando, ni observando. Y eso es muy tentador para hacer pelotudeces, para escribir tonteras, para sentirse satisfecho con uno mismo. Yo lo que intento en esa soledad de la escritura es enjuiciar lo que estoy escribiendo para hacer más sólido lo que estoy haciendo.

Ese planteamiento que me estás dando requiere de tiempo. Porque a veces en ciertos procederes periodísticos, los números deben cerrar y se olvida del entendimiento…

Mira… los artículos que yo realizo son semanales. Por lo cual no me puedo quejar del tiempo. Pero también es cierto que el tiempo puede ser excesivo. Hasta inclusive puede no estar de acuerdo con la paga y eso sucede y esas son cuestiones personales. Por otro lado, hay que decir que el que está escribiendo ahí sos vos. Entonces, hacete cargo de lo que estas escribiendo. Yo puedo decir que me lleva mucho tiempo realizar un artículo, pero es como: “¿Quién me quita lo bailado?”, los temas que elijo me gustan, los elijo yo y ahí parto con una ventaja: si a mí me gusta el tema, voy a profundizar sobre el mismo, voy a formarme. A veces, no conozco casi nada de la cuestión, pero veo que hay algo interesante. Desde ahí, empiezo de cero. Y si, eso me hace pasar mucho tiempo con mis artículos. También está la ridícula pretensión de que todo debe cerrar en la nota y te das cuenta que cuando lo publicaste, lo miras y te decís: “no, esto tendría que ser de otra manera”. Eso pasa todo el tiempo.

¿Sos de esos que hacen bollos para volver a empezar? o ¿tomas el inconformismo como algo que forma parte del mismo devenir de la redacción?

Forma parte de algo intrínseco de que, dentro de la realización de un artículo, aparezca el sentimiento de la incompletud. Pero eso no quiere decir que no se relea y relea y relea lo que se escribió. Yo tenía un ejercicio que era leer mis artículos en el subte. Desde otro lugar, desde otro ruido, para ver cómo me sonaba. Hay algo, que no se si es exacto, pero que deben tener los textos, que es un sonido de música cuando lo lees. Hay algo que fluye ahí. Que tenga pausa, que no abrume. Yo tengo el pensamiento de que los textos no te tienen que obligar a ir hacia atrás, sino que tienen que ir hacia adelante. Obvio que pueden ser circulares. Pero la historia tiene que ir transcurriendo. Es en ese transcurrir, donde generalmente mis textos son de opinión, pero que no pueden escribirse desde un Olimpo. Se deben escribir en base a un hecho que sucedió, a personajes reales, a historias reales y con data que este comprobada periodísticamente.

Y mientras buscas esos hechos, esos personajes… ¿buscas la peculiaridad en relación a lo que redactas sobre fútbol?

Yo escribo historias vinculadas más con la vida, con contextos en donde se desenvuelve el fútbol, que sobre el fútbol en sí mismo. Es como que cuando siento que no tengo nada que decir, nada nuevo que contar o supuestamente original, directamente no lo digo.

El otro día leía a Panzeri y él decía que había una saturación informativa dentro del ámbito del futbol…

Si. Yo veo esas previas de los partidos de 800 o 900 horas y no soy consumidor de eso. Me aburro, me cansa. Ese periodismo de especulación. O sea, de especular lo que va a suceder y por ahí no sucede. Es ahí donde se habla sobre 10 horas de la nada. A mí eso no es algo que me atraiga. Entonces, prefiero elegir temas que vayan por otros lugares. Si yo no encuentro un punto de vista novedoso, voy hacia otros lugares, escribo sobre otro tema. Busco temas que no van a estar, que no son hiper dichos, que le puedan aportar algo diferente al lector.

¿No crees que hay una subestimación al público?

Yo redacte durante un tiempo en Pagina 12 y redacto en La Nación hace más de 10 años y siempre escribí sobre los mismos temas. Obviamente que no soy la misma persona de ayer. Uno va modificándose, cambiando. Pero los temas que siempre me interesaron fueron los mismos. Y siempre escribí del mismo modo: sin subestimar y sin sobreestimar. Yo necesito que la redacción sea rica e interesante. Y después tiene que estar la habilidad para poder contarlo. Y obvio que hay gente que no le gusta como lo contas. Entiendo que es más fácil ser lineal con la historia. Es decir, en el relato de la historia y en la divisoria entre buenos y malos. Lo lineal es más facilitador. Yo a partir de ese sentido, no soy cómodo. Para mí la historia puede comenzar en un momento muy alto de sensibilidad o de conflictividad. Claro está que después debo intentar que el lector no se pierda y al mismo tiempo obligarlo a que piense, que se tome su tiempo, que tenga la exigencia de la lectura. Entiendo que no es un público masivo, pero nunca pretendí ser Susana Giménez y tampoco me molesta.

Y en ese afán de contar historias diferenciales, ¿de qué manera incrustas la llegada de De Rossi a Boca? Porque es como un héroe imaginario. No jugo y pareciera que ya es un ídolo.

El personaje tiene algo rico. Si me tuviese que guiar solo por el ruido, ni me interesa. Puro humo. Pero el personaje no es puro humo. El personaje tiene una historia en el fútbol. Tiene parte rica de esa historia. Entonces me resulta creíble que haya algo más fuerte que solo sacarse una foto en la Bombonera. Hay algo de mucho deseo y amor al fútbol. A cierta cosa del fútbol, que me coloca como alguien expectante y atenta. Todavía no escribí nada sobre él, salvo ironizar sobre que De Rossi desayuno una medialuna. Algo como el timeline deliberado de la situación. Pero, al mismo tiempo, veo que ese timeline termina omitiendo lo central, que parece que el tipo ama jugar al fútbol. Y la gente que sobre el final de su trayectoria sigue declarándole su amor a lo que hizo, me merece un profundo respeto. Porque esta esto de que en los últimos tramos uno puede optar por el confort. Y este tipo sabe que, si tiene partidos malos, este mundo de humo se le puede convertir en un incendio. Él es consciente de eso, porque tiene 20 años jugando en el futbol de elite y sabe de qué se trata la presión. Entonces arriesgarse a eso, a esta edad, me parece interesante.

¿Y notas que hay algo de nostalgia en el público? En esto de volver a creer en un fútbol que cada vez está más invadido por el negocio.

Claro. Pero… si no hay pasión en el mundo del fútbol, donde lo va a haber. ¿Queres que me apasione con las páginas de los informes de bursátiles?, ¿con las subidas de las acciones?. Seguramente hay gente que se apasiona con eso (risas). Pero me parece que un tipo, que, con 20 años de carrera, en donde uno puede decir que ya está curtido, siga buscándole sentido a aquello que ha hecho y que aún sigue haciendo, me parece elogiable. Y cuando hablo de sentido, hablo de la conexión con las cosas populares, con un juego que motiva mucho, que emociona. Y él sigue buscando esa conexión. Hasta inclusive, si se retoma la historia, vemos que De Rossi lleva años preguntándose: “che… ¿Cómo salió Boca?”. Entonces, es ahí donde entiendo que verdaderamente quiere jugar en ese club. Lo entiendo completamente.

Y volviendo a la historia… ¿de qué manera ves el involucramiento del VAR? ¿De qué manera lo involucrarías dentro de una conformación histórica?

Hay algo que lo hace necesario, porque uno sospecha de demasiadas cosas. Y como se sabe que el futbol además de un juego, también es un negocio, esas sospechas tienen un fundamento. No es que se es mal perdedor solamente. Se tiene un legítimo derecho a la sospecha. Entonces, creo que el VAR, en ese sentido, ayuda a eliminar la no creencia de las cosas. Claro, después inevitablemente el factor humano siempre juega y se genera sospecha sobre quien controla al VAR. Todavía me gustaría verlo acá, en nuestras canchas. El partido entre Independiente e Independiente del Valle en Avellaneda, el árbitro se acercó al VAR y le comenzaron a llover proyectiles. Y se le anulo el gol a Independiente de manera legítima. Esto va a obligar a un ejercicio de revisar muchas cosas en el fútbol argentino. Hay algo de la locura que es insoportable. El no saber perder, el no reconocer que el árbitro te está diciendo que no es gol, aunque lo hayas gritado. Hay algo ahí, de que nos hemos ido al carajo en las canchas argentinas. Se ha ido todo al demonio. Es insoportable que no se acepte la derrota como consecuencia natural. Yo a veces me pregunto: “¿para qué saliste a la cancha?” si hay tres resultados a la vista: ganar, empatar o perder”. Estas eliminando un 33% de la posibilidad dentro del fútbol, que es la posibilidad de perder. Una cosa es que duela la derrota, otra cosa es que no se la acepte. Ha sido muy dañino la cultura del “no se puede perder” en la cabeza de la gente.

También hay que decir que el VAR esta entablado dentro de un contexto, dentro de un sistema cultural. Ese sistema del aguante, del que habla Alabarces, que es la cultura del macho, donde hay confrontación, donde hay que demostrar valía. Entonces es difícil ejecutar el VAR en ese ámbito…

Si. Además, un juego como el fútbol, que es sumamente emocional, meterle un aparato, que supuestamente neutraliza las emociones, es como mucho. Hasta a mí mismo me hace ruido. El tema no es introducir el VAR diciendo de que vamos a ser pioneros, acelerando plazos. No, tomate tu tiempo. Por ejemplo: la Premier League espero los plazos para utilizar el VAR y hubo capacitación al respecto para hacerlo bien. Se tomo su tiempo de preparación. Si yo también me guio por la ultima Champions, las semifinales, no favorecieron al negocio del fútbol. Favorecieron al fútbol. Vimos espectáculos tremendos. Inclusive los más poderosos quedaron afuera. De los dineros más influyentes. Lo cual habla de la justicia del deporte. Me gusto lo que sucedió ahí. A mí me gusta la frase: “el fútbol es demasiado negocio para ser solo deporte, pero también es demasiado deporte para ser solo un negocio”. Y la verdad que eso existe. Yo creo que el fútbol no tiene porque ser justo. Con las injusticias que se ven. Y cuando hablo de injusticia, hablo de un equipo que domina el mayor porcentaje del tiempo y se descuida un minuto y le hacen un gol o le hacen un gol con un penal que no fue o fue dudoso. Y terminó ganando el otro. Entonces, el fútbol no tiene porque ser justo. Con todo eso, el fútbol es más justo que la vida. ¿En que otro escenario de la vida, Croacia va a llegar a una final de Copa del Mundo?. Y así tenemos miles de ejemplos, de situaciones inesperadas. Costa Rica ganándole a Italia en Brasil 2014. ¿En que otro escenario?. Sin embargo, el futbol es un deporte que propicia esos momentos.

Hasta inclusive el propio reglamento fogonea esto. Por ejemplo, en el Básquet, vos no podés estar en tu propio campo más de 8 segundos. En el futbol, podes estar en tu propio campo un gran porcentaje del tiempo y un solo porcentaje en campo contrario puede ser gol…

Exactamente. Hay algo de ese reglamento antiguo del fútbol. Porque podemos decir que el fútbol es la última trinchera de las cosas. Es tan poderoso, que no tiene porque doblegarse a las reglas del espectáculo. Los demás deportes necesitaban captar más audiencia, más atención. Entonces los demás deportes aceptaron reglas del espectáculo. Y en algunos casos, se hicieron más entretenidos. Yo veo Rugby desde siempre. Y la verdad que ese deporte mejoró como espectáculo. Y mejoró el juego al mismo tiempo. Por eso te decía que a mí no me gustan los blancos y los negros. Los buenos y los malos. Me gustan los grises. Hay matices. No es que el espectáculo es el villano que arruina el deporte. No. Hay ciertas cosas que pueden debatirse y charlarse. El fútbol es tan poderoso en sí mismo que fue el último que acepto reglas del espectáculo. Hasta se dio el lujo de pasar un tiempo largo sin utilizar la tecnología. El TMO en el Rugby, el ojo de halcón en el Tenis ya llevan sus años arraigados. En el fútbol, ¿cuánto se tardó para delimitar tecnológicamente si la pelota cruzaba la línea o no del arco?. Hay algo ahí de orgullo que puede sentir el fútbol. Y se puede decir que esa jactancia jodio al deporte, pero también lo hizo fascinante. Lo convirtió en trinchera contra la modernidad. Porque a veces la modernidad es una obligatoriedad que nos ponen ahí para ser modernos, para adaptarnos a los nuevos tiempos.

Y esa modernidad… ¿influye en la calidad de juego que se ve en el fútbol? ¿hizo olvidar algunas raíces de lo básico del juego?

Yo no sé si es la modernidad. Porque esto pudo pasar en el fútbol de todos lados. Sin embargo, el nuestro dio un retroceso en términos del juego. Y no fue tanto por la modernidad, sino por la prohibición de perder. El miedo a perder es tan poderoso que te paraliza.

No hay capacidad de riesgo ahí…

Exacto. Esta eso de, yo no arriesgo, que arriesgue el otro. Y pasa eso de como el otro no va a arriesgar, se convierte en el famoso dialogo “pégame, no quiero”. Uno dice pégame y el otro te dice no quiero. Entonces juegan dos que no van a arriesgar. Y eso produce mucho de los espectáculos que vemos. Que me parece que de un tiempito a esta parte algo se movió un poco más. Hay técnicos que se dieron cuenta de esto. Entonces, comenzaron a tomar más riesgos. Me parece que el fútbol argentino ha tomado un girito y está arriesgando un poco más. Sin embargo, el espectáculo todavía no llega a ser bueno desde el juego. Nos olvidamos tanto de jugar, que me parece que el atleta le está ganando al jugador. Se corre, se disputa, se pelea, se fricciona, se divide y cuesta mucho todavía el juego. En ese sentido estamos un poco complicados.

¿Ese contacto también tiene que ver con que la utilización de la pelota es espesa, poco fluida para eliminar ese contacto físico? Algo que desde lo conceptual nos dejó el Barcelona de Guardiola…

Si. Es cierto que partimos de algo que por ahí nunca más volveremos a ver. Es como que poner la vara en ese nivel te complica mucho más las cosas. No solo para crear ese Barca, sino también otra generación de jugadores que coincidieron con el talento más grande de la última década, que es Messi. Coincidieron dos cosas: la generación de jugadores del Barca, más Messi y encima el técnico, que, para mi gusto, es el entrenador más capaz que dio el fútbol.

¿Qué concepto tenes de Guardiola?

Me gusta mucho la cabeza de Guardiola.

Yo lo que veo es que hay muy buenos técnicos desde la palabra. Donde uno aprende mucho. Pero no todos lo llevan a lo empírico. Y él hace las dos cosas.

Claro. La verdad es que es laburo. Vos tenes que romperte el culo laburando. Lo de Guardiola consuma muchas horas para llegar a ser eso. Entonces no es casual. El tipo tiene que marcar una diferencia. Es como que él se propone desafíos todo el tiempo. Y uno dice: “sí, pero va a todos clubes con chequera”. Primero, lo llaman esos clubes. Segundo, lo esperan esos clubes. Es decir, son clubes poderosísimos. No solo son clubes grandes. Sino que son clubes tradicionalmente poderosos y que lo van esperando, lo quieren al tipo. ¿Por qué no quieren a otro?. Y, además, lo quieren para construir proyectos. No solo lo quieren para ganar un título. Lo quieren para algo mucho más ambicioso que ganar un título. Lo quieren para marcar una era. Para marcar un antes y un después. El otro día leía una frase que me gusto: “El Bayern Múnich de Guardiola no jugaba para el hoy, jugaba para el mañana”. Entonces, eso, en un juego como el futbol, donde la convocación de la ilusión es muy grande, que te digan que se está jugando para el mañana, es placentero. Porque encima estoy ganando hoy. Porque puede ser una excusa: “estamos mal, pero vamos bien”. Puede ser un gran argumento del mañana. Una gran mentira del mañana. Un gran espejismo. Pero en este caso, el tipo está ganando hoy y juega para el mañana.

Hay algo del detalle que falta pulir. Hay algo obsesivo ahí…

Exactamente. Entonces me ilusiono: “ah… entonces podemos jugar mejor”.

Pero esa forma de actuar, también tiene un momento de desgaste…

Todo tiene sus ciclos. ¿Cómo renovar los ciclos?, ese es el misterio de los grandes hacedores como tipos como Guardiola. Primero, como se recicla el mismo. Después como armoniza reinos individuales para que se armonicen en reinos colectivos. ¿Cómo lo hace?. Bueno eso es parte de su magia, de su capacidad, de sus limitaciones, etc. Es todo un tema ese.

También esta Guardiola con su némesis. Pero un némesis como contacto creativo. Por ejemplo, Klopp tiene algo de eso que incentiva el crecimiento de Pep…

Me gusta Klopp. Como algo estético me gustaba mucho como jugaba el Barcelona de Guardiola. Creo que en mi vida disfruté tanto el fútbol como lo hice con ese equipo. No podía creer lo que estaba viendo. Sencillamente era eso. Entiendo, que el fútbol no es solo un placer estético. Hay algo muy adrenalínico que te va envolviendo. Porque es muy corporal. Entiendo el actor físico y me gusta. Entiendo el heroísmo de una defensa que se hay convertido en la última trinchera de algo. Entiendo también, cuando el rival quiere salir y vos estás haciendo un arte de la defensa, donde la convicción es el “no pasaran”. No estoy segado a un único futbol posible. No. Entonces cuando veo a Klopp, digo “epa”. Lo único que no le permito a un técnico, que tiene chequera disponible, que está en un equipo más o menos con recursos, que se olvide que hay otro barco. Es ahí donde no me convence. Cuando yo veo un equipo que solo espera el error rival, cuando vos tenes armas propias, no me gusta. Me parece mucho más generoso con el espectáculo, el ser más audaz, el ser más formativo con tus propios jugadores. Porque vos compras un jugador a x cantidad de millones y después le decís que no puede pasar mitad de cancha, me parece que eso desmotiva mucho al futbolista, al hincha.

Y esa contradicción entre el sentir del jugador y el entrenador que lo retiene, no lo percibiste sobre esa discusión entre las jugadoras del seleccionado femenino y el entrenador Carlos Borrello…

Con este planteo que hicieron las jugadoras, hubo algunos que dijeron: “huu… mira las minas como son”. Como si nosotros no nos hubiéramos enterado que en pleno mundial de Rusia, los jugadores le dijeron al técnico: “sabe que, así no. Vamos a jugar de otra manera”. Como si creyéramos que las mujeres juntas hacen quilombo. Que no pueden trabajar en equipo. Entonces, ¿para qué nos está sirviendo todo este tiempo que nos llama a deconstruirnos?. Al primer conflicto, recurrimos a viejos argumentos para descalificar. A mí eso, me revela. El fútbol femenino tiene 10 mil escalones que dar. Y como todo lo nuevo- nuevo entre comillas, porque hay una historia de explosión dentro del fútbol femenino- es más rico en un sentido. Porque tiene menos vicios, menos códigos. De los mal llamados códigos. Cuando esos códigos se convierten en mafiosos dejan de atraerme. Y me parece, que en el fútbol femenino hay menos chance del código mafioso. Porque hay más que escribir. Y cuando empezas a escribir, hay algo interesante en eso.

Y como te llevas cuando dicen que el fútbol femenino no tiene garantías porque no hay inversión, no hay nadie que lo vea, no seduce. Hay como un concepto mercantil ahí, de “justicia capitalista” …

Si yo tengo un x talento y no puedo expresarlo, yo voy al lugar en donde pueda expresar ese talento. Si tengo la chance de hacerlo, si yo siento que tengo que crecer, que quiero crecer, como no voy a intentar. Voy al lugar donde pueda expresarlo. También esta esto de que, como las jugadoras han logrado mucho dentro de este quilombo por su propia fuerza, por su propio motor, te tienta a resolverlo todo solo. Bueno, ahí esta también la búsqueda de cómo lo manejas. Porque hay una estructura que funciona. Hay una institucionalidad que puede ser leída como una mafia también. Bueno… ¿Cómo me adapto a esas instituciones?.

Y en esa adaptación a las instituciones, se presenta esta última faceta de Messi. ¿cómo la ves?. Es como que se unió a ese ser que lo externo le reclamaba que fuera. Hablar más, ser más demostrativo, más impulsivo, etc…

Yo creo que es algo de él. Creo que Messi es un gran reinventor de sí mismo. Si no, no podés estar más de 10 años como número 1 del mundo. No hay forma. Es como que casi todas las temporadas hay algo nuevo: el tatuaje, el pelo, los tiros libres, el falso nueve. Es como que él se ha reinventado siempre. Entonces, esto forma parte de esas reinvenciones que hace de sí mismo. En ese reciclaje, él mismo ha dicho: “considero que tengo que hablar”. Y eso forma parte del crecimiento de él como jugador y como persona. Teniendo en cuenta todos los riesgos que puede tener. Él sabe que su palabra tiene ebullición. Yo si digo A, es A. Messi dice A y es más que A. Es A, B, C, D, E. Entonces, eso me parece que requiere de un aprendizaje por parte de él. Uno puede estar de acuerdo que la Conmebol es corrupta. Es debatible. Pero él es el capitán de la selección argentina y hay que ver si se puede decir eso tan alegremente. Porque se expone y expone a otros también. Y ahí, hay algo que él tiene que medir. Porque como es un hombre de arriesgar mucho. Entonces en la medida del riesgo, no son nuestros patrones, son otros.

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