El triángulo Pulgar, Aranguiz y Vidal
Con dos victorias en dos encuentros, La Roja está demostrando que está capacitada para seguir compitiendo a un alto nivel y que es candidato.
Después de derrotar 2-1 a Ecuador, Chile clasificó a los Cuartos de final de la Copa América de Brasil demostrando que, pese a llegar con ciertas dudas en cuanto a nivel individual y colectivo, se ha logrado sobreponer e ir construyendo una base/propuesta que le puede funcionar para darle un nuevo aire a la generación dorada, actualmente bicampeona del continente. Reinaldo Rueda ha conseguido, en ambos partidos, darle continuidad a un estilo de juego, parecido al de procesos anteriores, pero con sus propias aristas a nivel conceptual y practico. Y, para entender cómo se desenvuelve esta versión de La Roja, es necesario entender que cambio hubo, por lo menos a nivel de nombres: Guillermo Maripán (por Gonzalo Jara) y Erick Pulgar (por Marcelo Díaz) quienes, a diferencia de sus predecesores en el once titular, no cuentan con una capacidad asociativa excelsa pero que aportan solidez y mayores soluciones a la idea, principalmente el segundo quien potencia la labor de dos figuras fundamentales dentro del sistema: Charles Aranguiz y Arturo Vidal.
Chile parte de una premisa asociativa, juntando a muchos hombres en pro del progreso paulatino de la pelota a través de sus intérpretes más capacitados para sumar, pero con una característica más directa en comparación de procesos pasados, con los dos interiores, dentro del 4-3-3 (sistema madre de Rueda en este proceso), con mucha más relevancia en el último tramo del terreno de juego pero sin desligarse del proceso natural. Aquí explicaremos un poco el funcionamiento de ese triángulo, principalmente en salida del balón y en las diferentes alturas que toman sus intérpretes dependiendo de la posición colectiva.
Cuando La Roja dispone a comenzar una jugada es Pulgar, vértice más retrasado, quien se encarga de posicionarse entre centrales para sacar la pelota con mayor claridad y sentido, debido a que ni Maripán ni Gary Medel cuentan con un pase firme para romper líneas de presión, como lo tenían antes con Gonzalo Jara como titular en la zaga. Cuando Pulgar recibe, automáticamente Vidal y Aranguiz se posicionan entre líneas para generar una opción de pase vertical, independientemente del punto de partida de la salida y de la zona donde rival prefiere ejercer la presión. Al mismo tiempo, los laterales toman una altura similar a la de los interiores, generando una línea de cuatro jugadores ocupando los tres carriles.
Aunque ese escenario sea el más natural, existe una variante que nace de lo que propone el rival. Si el contrincante presiona y le arrebata margen de maniobra a al volante del Cagliari, este sale de la base adelantado su punto de partida, escondiéndose de la jugada, y son los interiores quienes retroceden para darle una opción de pase a los centrales que, como dijimos previamente, les cuesta romper líneas de presión desde el pase firme. Esta variante, pese a entregar soluciones en la primera fase, se transforma en un problema a la hora de verticalizar porque, tanto Aranguiz y Vidal, se alejan de las zonas donde marcan la diferencia y el conjunto pierde efectivos en campo rival.
Cuando Chile consigue asentarse en campo rival, se comienzan a repartir los espacios de una manera más lógica, con el del Leverkusen apareciendo entre líneas y como As de espadas de Pulgar por si este no consigue un pase filtrado vertical y con el del FC Barcelona más cerca de los rematadores pero siempre a la expectativa para retrasarse para descargar. Además, los extremos (Alexis Sánchez y José Pedro Fuenzalida) interiorizan su posición, cerca de Eduardo Vargas, para liberarle los carriles a Jean Beausejour y Mauricio Isla, quienes le entregan anchura al equipo cuando este ya está más cerca del arco rival. Con esto La Roja consigue progresar con mucha más sencillez porque fuerza al rival a tomar decisiones a la hora de cubrir espacios/cerrar líneas de pase. Si cierran el esquema, liberando los costados, los laterales chilenos se juntan con los extremos cuando regresan y generan el 2x1 y, si la elección es abrirse para marcar hombre a hombre, los movimientos de Arturo Vidal y Aranguiz para detectar espacios y generar líneas son mortales para cualquiera.
El sistema, pese a todavía tener huecos argumentales a la hora de resolver diferentes escenarios de presión alta y en la defensa posicional, sigue evolucionando poco a poco, y todo a partir de las labores/responsabilidades que tiene, tanto individual como colectivamente, el triángulo del mediocampo con Pulgar (como quien saca la pelota desde el fondo), Aranguiz (Jugando entre líneas y pisando zonas para asistir) y Vidal (con más llegada al área y variante para juego directo), quienes se transforman, como dice el periodista argentino Juan Pablo Varsky, en la pura verdad chilena.