El VAR en un juego de dados

A Venezuela le encajaron 5 tantos y gracias al VAR todos fueron anulados. Ayer, los dos goles que le propicio Brasil, no fueron válidos.

El fútbol tiene algunos alegatos para sospechar del arribo del VAR a su escena. Se manifiesta, que este mecanismo llegó para distorcionarlo y reducirle su mote de imprevisibilidad, de creatividad, de dinámica, de azar, de picardía. Porque el futbol fue constituyéndose de esa manera: un juego de dados, de retruques, de viveza, de sacar el mínimo resquicio de ventaja posible. El deber ganar, suele confundir la honestidad con la pillería y es ahí donde la verdadera distorsión está más del lado del ganar a cualquier costo, que del VAR.

Hay que decirlo: ese juego de dados, hasta inclusive es fogoneado para que así sea. El practico es aquel equipo conservador, que de vez en cuando fisgonea en campo rival y es oportuno en las pocas incursiones de espionaje que hace del otro lado. Hasta podemos decir que el mismo reglamento incentiva al conservador. El fútbol es un deporte, donde el mapa de calor te puede referenciar que pisaste el campo contrario en un bajo porcentaje y aun así salir ganando. A diferencia de otros deportes-como el Básquet- que estimulan la astucia obligando al jugador a no estar en su campo no más de 8 segundos. En síntesis: en el fútbol, es capaz de ganar el que espera a ser atacado. Aunque con los años, esta tendencia se ha ido reduciendo.

En este deber ganar que encabeza este juego de dados, el fútbol se sitúa en un paramo de emociones por sobre la razón. Y el VAR, en ese entorno, es pájaro de mal agüero. Hay algunos que necesitan del autovictimismo, de ese alguien que los boicotea. Mientras menos evidencias, más aumenta la posibilidad de armar teorías conspirativas. Pero el VAR vino a evidenciar, a marcar el detalle que supera el ojo humano, a reducir el desatino en las acciones de juego.

La problemática no radica en el VAR. El problema es desligarnos de lo que pensamos sobre este nuevo implemento en el fútbol. Aquel que quiere pensar que el VAR rompe con esa centralidad de lo que debe “ser” este deporte, no entenderá los matices que propone el entendimiento de esta nueva herramienta. Es tarea del ala dirigencial, de los árbitros, del periodista, del futbolista en capacitarse, en comprenderla, en explicarla y no caer en lugares comunes, sencillos y demagógicos.

Esta nueva tecnología trae consigo justicia. Pero es ahí donde hay que saber cómo tramitar esa justicia: que alcance tiene las decisiones de la terna arbitral, de que manera, donde y cómo se utilizará el VAR para reducir previsibilidades, que tiempos se desarrollaran para emitir una resolución, como se comunicará cada decisión para acotar incertidumbres.

La solución no radica en la eliminación del VAR, sino construir un molde de amortiguación para que este instrumento cuaje en el deporte y al mismo tiempo no le quite su espíritu festivo y de gracia.

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