Maurizio Sarri: entre el orgullo inglés y lo contracultural.

Maurizio Sarri salió campeón de la Europa League con el Chelsea. Esto escribía en relación al arribo del italiano a Londres.

Pocos países han mantenido su tradición futbolística como Inglaterra. No solo desde el juego sino también desde la jerarquización de la competencia. Pochettino en una entrevista explico que una de las cosas que percibió al llegar a Londres, específicamente al Tottenham, fue que la Premier League estaba un escalón por arriba de la Champions League en la mirada social. Sostenía que ese titulo representaba el orgullo ingles y colectivo de las regiones inglesas. Ese sentido de pertenencia se termina traduciendo en una forma de sentir, pensar y ejecutar el fútbol en un mundo cada vez mas globalizado y donde la cultura del impacto va disminuyendo los resquicios tradicionales de los países.

“La Premier se ha convertido para los ingleses en algo muy importante. A mi me pasa. Les digo: “chicos vamos a jugar la Champions”. Y me responden: “Si, pero la Premier es importante”. Es una mentalidad del hincha y del jugador. El jugador se siente jugador cuando juega la Premier. Le dan demasiado valor a lo suyo y a su producto” Mauricio Pochettino.

En ese entorno, el italiano Maurizio Sarri arriba al Chelsea. Un equipo fiel al espejo inglés: achique hacia atrás buscando un equipo compacto, que haya pocos metros entre las líneas, cancelando superioridades numéricas, secuencias de pases, conducciones del rival, medio campo de uso transitivo y no de reposo, repliegue y despliegue para cambiar de ritmo con posiciones fijas y explotar las fisuras del rival. Ingredientes contraculturales al que Sarri utilizo con el Napoli de Italia donde predominaba la posesión por sobre el espacio.

El Chelsea, como institución, nunca desando este camino de contraposición a su manera de ser. Como paso con el Bayern Munich, al contratar a Guardiola para cambiar su fase de juego, pasa con Sarri en el Chelsea. La duda existencial es si el Chelsea tiene la misma idiosincrasia que el Bayern; que buscó transformar el paradigma alemán, darle otros conceptos al equipo, otra expansión deportiva, seguir creciendo teniendo como base la revolución técnica y táctica. La gestión inspiro confianza en Guardiola, porque representaba los valores que querían instalar y confiaban en esa proyección para crear una nueva era de éxitos. Esta incertidumbre, proviene por los integrantes que comandan al Chelsea, más ligado al dinero que a la conformación de una cultura de juego, más relacionado al mercado de fichajes que a la confianza en las infanto-juveniles, propio de la Premier League donde el exceso de dinero hace que se pierda la innovación y se caiga en la burguesía de la compra de estrellas.

Sarri tiene el desafío de mantener el equilibrio entre su idea e idioma con los parámetros de la tradición inglesa y la adaptación no solo de las herramientas propias que posee sino también de las observaciones y reflexiones que va asimilando de los equipos ingleses. Inclusive como se lleva con uno de los grandes poderes que tiene la liga inglesa: el ambiente como factor influyente en la dinámica de juego. Lo mismo le paso a Guardiola cuando llego al Manchester City. Una de las dificultades que tuvo, fue hacer que el equipo juegue como él quería porque el contexto de los estadios ingleses impulsaba el instinto de sus jugadores a que vayan a velocidades no recomendadas, a que confundan intensidad con inteligencia, vayan de área a área saltando el centro del campo como zona de elaboración y de esa manera pierdan cohesión para agruparse y recuperar.

La persona es lo que es por los objetivos que se propone. Los movimientos de salida, el hombre libre, la posesión de la pelota, el manejo de los ritmos, el juego de posición son algunos de los fundamentos que el Chelsea no tenia adquirido en sus hábitos y que Sarri debe desmenuzar para generar armonía entre los intérpretes.

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