Lo Celso, dentro de la escasez del jugador interno en la Argentina
El argentino llegó al Betis y se esta desempeñando como jugador interno. Una función que ha perdido vigencia en el fútbol argentino.


No todos los jugadores tienen la intuición para ocupar diferentes zonas de influencia, diferentes zonas geográficas. Hay jugadores que terminan desnaturalizándose cuando le trastocan su función, su rol, su posición. La polifuncionalidad, la versatilidad necesita del reconocimiento del jugador para comprender las diferentes situaciones del juego en relación a la ubicación dentro del campo y sus oficios.
Jugar en la zona central de la cancha, requiere por parte del futbolista la identificación de cuestiones del juego, cómo saber cuándo la jugada pide un jugador móvil y cuando pide un jugador que mantenga la posición. Y la identificación de esos momentos, demanda lo conceptual. Hay futbolistas que por más voluntad y persistencia realicen para comprender su función en la mitad de la cancha, terminan de no entender sus responsabilidades y obligaciones: se desmarcan cuando tienen que sostener su posición y se mantienen en su lugar cuando tienen que desplazarse.
Por eso, jugar de interior en el centro del campo o de registra, necesita de la interpretación de muchas situaciones: abarcar bien las porciones del campo, saber cuándo colocarse por detrás de la línea de la pelota y cuando entre líneas, reconocer cuando ser beneficiario para ser opción de pase y cuando ser benefactor para crear espacios a sus compañeros, tener la lectura de cuando trasladar y cuando pasar, ser fuerte y agresivo para desprenderse de su posición original y asaltar el área como segunda línea.
En la Argentina, el mediocampista no posicional, aventurero y que pueda jugar en espacios reducidos, es cada vez más escaso. Giovanni Lo Celso es la excepción. Para poder jugar de interior, se necesitan interpretar dos binomios: espacio-tiempo. De tener la lectura, de si estamos siendo acosados o no. De tener detalles como la orientación del cuerpo, la recepción en movimiento, el pasar la pelota de una pierna a la otra. De saber girar, adivinar pasillos, proteger la posesión. De tener velocidad mental para saber qué hacer con antelación.
Por otro lado, el rol del registra es fundamental para la progresión. Quique Setien, en el Betis, explota el rol de mediocampista interno que efectúa Lo Celso. Un equipo que tiene como fundamento esencial la ocupación de diferentes distancias entre los jugadores. El futbol es un juego de alturas. Y Lo Celso reconoce que debe ocupar diferentes cuadriculas, para que haya diversas líneas de pase para darle fluidez y movilidad al funcionamiento del equipo.
Asimismo, Lo Celso requiere de equipos que posean ciertos conceptos para aprovecharlo: que realice pases cortos entre jugadores que generen superioridad numérica a 6-8 metros y al mismo tiempo que haya compañeros que se separen y ocupen lugares débiles del rival para seguir con el juego de complementariedades. De esta manera, el equipo se mueve como un acordeón, donde se agrupa y después se expande, construye el caos organizado, se mueve hacia ciertas zonas del campo sin chocarse, se desplaza a lugares poco poblados.
De esta manera, es muy importante los futbolistas como el argentino, porque rompen con el exceso de conservación y recuperan el juego de riesgo: movimientos al espacio, pases engañosos, anzuelos para distraer, pases entre líneas o gambetas para hacer girar al rival, la conjunción de desmarques de apoyo y ruptura para generar desorden, atraer al contrario para jugar hacía el lado opuesto.
Es vital, para desarrollar este juego, el desligamiento de egos, la generosidad y la interacción entre jugador-juego.
En un contexto del fútbol argentino, donde se ha desculturizado el juego y donde el resultado atenta con la liberación del jugador y su capacidad innovadora, jugadores como Lo Celso generan un aire fresco para acercarnos cada vez más a un juego con menos complejos.