Riqui Puig: el debido proceso de un diamante

El mediocampista disputó su primer partido formal, en primera, contra el Cultural Leonesa, por la vuelta de los 16vos de la Copa del Rey.

Se habla por los pasillos de Riqui Puig. Un chico de 19 años. “Nacido en Terrassa, cómo Xavi Hernández”, se escucha. “Llegó al Barcelona proveniente del Jàbac, cómo Sergio Busquets”, se comenta. “Su juego es similar al de Iniesta”, se sostiene. Un jugador que, con su detalles corporales, técnicos y conceptuales, hizo que la opinión publica pusiera los ojos sobre él, debido a su cierta similitud al ADN Barcelona. La frase: “tiene la filosofía del club” no solo arrastra elogios, sino también demandas. Y dentro del proyecto de adaptación que debe llevar a cabo un juvenil, la gestación de sus tiempos son primordiales.

Messi, a sus 18 años; ya generaba miedo, confianza, ilusión, esperanzas, desequilibrio en Stanford Bridge. ¿Se acuerdan?. Si, el día que volvió loco a Del Horno, que terminó con la expulsión del español. Pero el argentino es una excepción, no la norma. Hay juveniles, con buena madera y que son diamantes en bruto, que necesitan que su proceso lleve ciertas preguntas: ¿está listo para demostrar su talento? ¿está dispuesto a superar ciertos desafíos, ciertos obstáculos?. Ante esas incógnitas, el que administra los tiempos de un alevín debe hacerle saber de qué va a estar ahí para tutelar su crecimiento, para exprimirlo, para potenciarlo, para generarle fundamentos del juego, para reconocer sus límites.

La naturaleza es sabia. Si vas a ser alto, serás alto. Si serás bajo, serás bajo. Si no tendrás velocidad física, no tendrás este tipo de velocidad. Si físicamente no sos un prodigio, no serás prodigio en ese aspecto. Pero lo que termina prevaleciendo en el tiempo es el talento, la inteligencia, lo cognitivo. El cuerpo con los años, va degradándose. Riqui Puig, no tiene un cuerpo tenaz y un físico aguerrido. Sin embargo, del defecto, nace una virtud: el engaño, el pase corto y el largo, el control, la orientación del cuerpo, el hacer correr rápido la pelota, el pre scanning (el saber que hacer antes de recibir), el manejo de los ritmos.

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El Barcelona estimula ciertos aprendizajes conceptuales. Y la madre, la piedra angular de esos aprendizajes es el rondo, las conservaciones. Ejercicio que no es utilizado solo como momento lúdico, sino también como instancia técnica y conceptual. Es ahí, donde el jugador debe saber perfilarse, moverse, tocar, circular rápido la pelota (uno o dos toques), debe ser apto técnicamente, tener clarividencia en el pase, poseer concentración absoluta para asimilar los espacios reducidos. Es dentro de este ejercicio, donde jugadores como Riqui Puig pueden potenciar sus virtudes y esconder sus defectos. Es donde puede sobrevivir. Es donde evita el contacto físico.

El axioma en estos tipos de jugadores se ven en el siguiente pase. Mucho más importante que el pase que da uno es el pase posterior. El toque debe tener una intención, un objetivo, una trascendencia. Uno debe reconocer cuando pasar y ofrecerse, cuando pasar y quedarse, cuando pasar y alejarse, cuando pasar y acercarse. Decodificar cuando ser posicional y cuando no serlo, para crear apoyos, formar simetrías para otorgarle a la circulación una mayor movilidad. Para eso se necesita de la lectura, la comprensión y la identificación de las necesidades que van surgiendo en el juego. Además de lo abstracto: la valentía para quererla, el atrevimiento para tener aventura, la audacia para formar parte del juego de posesión y posición.

Se sabe la ilusión y la esperanza que genera en el contexto, la novedad de un jugador que otorga señales positivas, cómo Puig. Pero para que esas señales positivas, puedan florecer, necesita de raíces, de un contexto propicio para saber manejar su desarrollo, para que pueda cumplir con las expectativas, para que pueda explotar sus virtudes, para que pueda desandar sus cualidades. El Barca es un ambiente que exige. Que acumula estrés. Es el “todo” y el “siempre”. Vivir en ese entorno, requiere de carácter y calidad. Fomentar eso en Puig, con el debido proceso, es lo fundamental.

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