No te va a pasar lo de Maradona

Dorados que había ganado el partido de ida por 1 a 0, perdío 4 a 2 con San Luis y se quedo sin título. Momento para hablar de Maradona.

Uno se acerca al fútbol porque ve en él un coeficiente de dificultad. De manera inconsciente se empieza a percibir que difícil es coordinar pierna y cuerpo con la mente, de utilizar el pie de apoyo como sostén para controlar la pelota con la otra pierna, de amortiguar una pelota cuando recibís un pase de 80 metros. Cuando uno empieza a convivir con el fútbol desde el principio, con el tiempo empieza a percibir situaciones de manera instintiva. Va acumulando cognitivamente momentos del barrio, los sueños, de los entrenamientos, de mirar partidos. Los más grandes futbolistas han tenido una mayor inteligencia cognitiva-sinérgica que los demás para identificar cada situación que les va apareciendo. Maradona es uno de estos casos.

Es indefectible tener alguna relación con Maradona. Es un ente mágico. Hacía lo que quería con la pelota. Y todos soñamos que la pelota nos obedeciera. Hay un cuento de Fontanarrosa donde un nene estaba sentado y al lado había una pelota. Resulta que el chico cuando se levanta, deja la pelota sola. Una paradoja en nuestro fútbol, donde la pelota tiene un significado porque alguien la quiere. Cuando el nene llego a la esquina, se dio vuelta, le chiflo y la pelota mansita fue hacia él. Algo de Maradona hay en este cuento. La pelota le hacía caso. La tenia atada al pie. Eran inseparables.

Tal vez, no te va a pasar lo de Maradona. Messi ganando el mundial en Brasil tampoco iba a generar el poder emocional que cosecho Maradona en el tiempo y espacio donde impacto su influencia. En México de 1986, logro el gol maldito y el gol divino. Pero también cumplió con la obsesión de una sociedad que lo había envuelto en una bandera y estaba esperando que su prócer encuentre redimir viejas deudas acumuladas desde la Guerra de las Malvinas. Había algo de revanchismo hacía el imperialismo, ahí. Algo de sentimiento nacional. De Chauvinismo. Por otro lado, la Argentina venia del Proceso de Reorganización Nacional. Años y años de inacción política. De ahogo cultural y social. De no reconocimiento de una identidad. No es gratis que Maradona sea ídolo popular. Es definitivo. No te va a pasar lo de Maradona.

Hablando de tiempo y espacio en el momento justo: Maradona también influyo en una ciudad donde el norte había relegado el sur. Nápoles, ciudad del sur de Italia, no tenía una cultura del ganar. La cultura del ganar se reflejaba en el norte, en Turín. No en Nápoles. No conocía de grandes hazañas, de competitividad, de desacomplejamientos. Arribó Maradona y puso al Napoli a charlar en la misma mesa de la Juventus, del Milán, del Inter. Tampoco es gratis que Napoli considere a Maradona como el Mesías. Si, estoy seguro. No te va a pasar lo de Maradona.

En el mundial de México de 1986, cómo dijimos anteriormente, produjo el gol maldito y el gol divino. Pasa de divino a maldito y viceversa todo el tiempo. Maradona es esto también: contradicción al mismo tiempo. Esa contradicción que fue y es utilizada como producto del día para los medios de comunicación que siempre lo deshumanizo desde el consumo, desde el endiosamiento. Tal vez, solo tal vez, la calma era difícil de mantener en tiempos donde la televisión estaba comenzando a usar al futbolista como medio de marketing. Tal vez, solo tal vez, la carga emocional que produjo Maradona en tiempo y espacio adecuado, fue utilizado por los medios que termino distorsionando su figura y el no entendimiento de su persona, primero, y su simbolismo, después. De algo estoy seguro, Maradona fue de los primeros en convivir con la exposición de la plaza pública. No te va a pasar lo de Maradona.

Se dice por ahí o se cuenta que hay cosas del peronismo en ese chico de Villa Fiorito, de los sectores mas bajos de la Argentina, “el cabecita negra”, “el descamisado” que llego a tener personería y logro ejecutar su juego libérrimo, lleno de desparpajo ante la mirada de los poderes de decisión, grupos económicos, hombres opulosos. El fútbol también tiene esto. En un estadio los extremos sociales forman parte de un mismo escenario. Se visualizan las relaciones de clases y formas diferentes de actuar, vestir, sentir y ver el mundo. Algunos pueden deambular entre los dos extremos. Otros no. En esos dos extremos, Maradona convive. Es el mismo que vela por los sectores más vulnerables, el que no se desarraiga de su clase, el que expuso cuando pudo a los actores y conglomerados financieros que no tenían nada que ver con el fútbol, y al mismo tiempo, él que convive con la clase más pudiente del mundo, estando en Qatar. Maradona es esa contradicción.

En tiempos de redes sociales, el clamor termina distorsionando al actor social. En tiempos de inmediatez y prisa, la cultura del impacto y de la fugacidad no termina de comprender al sujeto social. Y el entendimiento parte de un aspecto neutro. No desde los aduladores o colocándose en la supremacía moral o impulsando actitudes malevolentes. El futbol tiene un poder sociológico, que debe ser comprendido para interpretar y sacar una lectura fuerte del significado de Maradona como ídolo popular y para percibir porque no te va a pasar lo de Maradona.

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