Clermont, cuando una entrenadora puede hacer soñar a un club masculino

En el Día de la Mujer nos acordamos del abismo entre el fútbol masculino y femenino y de cómo algunos equipos optan por estrecharlo.

Hoy se celebra el Día de la Mujer Trabajadora en el mundo, una fecha para reivindicar no sólo la igualdad y reconocimiento de las mujeres en el trabajo, sino para que el trato a la mujer sea igual que al hombre en todos los ámbitos de la vida, algo que parece tan básico pero de lo que la sociedad todavía está a años luz de lograr.

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En nuestro ámbito, el fútbol, esta falta de paridad es bastante notable. El desinterés de las instituciones en promover y ayudar a desarrollar el fútbol femenino han provocado que su calidad diste mucho de masculino al contrario que ocurre en otros deportes como el tenis. No sólo eso, estamos acostumbrados a que equipos y selecciones femeninas sean entrenadas por hombres (la selección española, sin ir más lejos), sin embargo lo contrario nos parece un hecho improbable. Aún así, existen equipos masculinos que han optado por darle a una mujer la vara de mando de su banquillo, y uno de los ejemplos más claros es el Clermont francés, que milita en la segunda división francesa.

Con una población de poco más de 140.000 habitantes, Clermont tiene un equipo centenario que nunca ha llegado a disputar la Ligue 1, y hasta hace poco parecía que con el tercer presupuesto más bajo de la categoría (6 millones de euros) haría falta un milagro para que el equipo soñara con el ascenso a la primera división francesa, algo que está logrando una mujer: Corinne Diacre.

No es la primera vez que la directiva del Clermont le encomienda las riendas del equipo a una entrenadora. En verano de 2014 contrató a la portuguesa Helena Costa como técnica del equipo, una noticia que dio la vuelta al mundo, no obstante la lusa dimitió a los pocos días alegando ser "solo una cara bonita para atraer publicidad". Fue entonces cuando el presidente del equipo, para demostrar que confiar en una mujer para el puesto no era pura pose, contrató a Corinne Diacre, ex futbolista internacional, quien llegó con un mensaje claro: “No tengo una presión particular, pero sé que en este mundo nadie te regala nada, por lo que el objetivo será ganar lo máximo posible”.

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La experiencia previa de Corinne en los banquillos se limitaba a haber sido asistente de la selección francesa femenina y a haber dirigido al Soyaux femenino, además de ser la primera mujer en conseguir las licencias de entrenadora para Ligue 1 y Ligue 2. Así fue, con este cartel, con el que se presentó ante un grupo de futbolistas que iba a tener bajo sus órdenes por primera vez en su carrera; una situación anecdótica aunque no única.

En su primera temporada cumplió el doble objetivo marcado por el presidente: evitar el descenso y lograr terminar en una mejor posición que un curso atrás, los 12º en la tabla. “Es metódica y escucha. No existen diferencias con un entrenador masculino, lo único es que no nos duchamos en el mismo vestuario”, explica uno de sus ayudantes.

Este curso, después de haber podido ayudar en la confección de la plantilla el pasado verano, el Clermont ha coqueteado con los puestos de ascenso durante buena parte de la temporada, encontrándose ahora en el quinto lugar a dos puntos de los puestos que dan acceso directo a la Ligue 1, situándose además como uno de los equipos más goleadores del campeonato. Por si fuera poco, la revista France Football la nombró mejor entrenador de la Ligue 2 en 2015, casi nada para esta mujer en un mundo -porque las instituciones se empeñan- de hombres.

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