¿Por qué se ha acabado la era Rodgers?

Analizamos lo que fue, es y será el Liverpool con la transición en el banquillo de Brendan Rodgers a Jurgen Klopp. ¿Qué suceder´a en Anfield?

Llega un momento en el que no puede tensarse más una situación. A veces una relación no puede aguantar más. Y de tanto tensar, la cuerda se rompe. Esto pasa en todos los ámbitos de la vida, incluso en el fútbol. En el universo del balompié hay muchos tipos de relaciones. Una de las más difíciles es el vínculo que hay entre un entrenador y el club en el que trabaja. Este tipo de relación suele ser corta, cada vez más, incluso en Inglaterra. La paciencia es una característica que cada vez se observa menos por los campos ingleses, lugares de antiguo culto a los entrenadores, donde se tenía mucha paciencia con ellos y los resultados cosechados. Fruto de esta tradición de tener paciencia con los entrenadores llegaron a buen puerto proyectos como los de sir Alex Ferguson al mando del Manchester United.

Pero hoy no es así. Ni tampoco es hora de hablar de Ferguson y el United. Otro club y otro entrenador son los protagonistas. Brendan Rodgers por una parte, y el Liverpool por otra. Hasta hace unos días con una relación cada vez más tensa. Hasta que se ha roto y Jürgen Klopp ha sido el hombre que a partir de ahora ocupará el banquillo de Anfield. Pero para llegar hasta este momento de ruptura han tenido que pasar muchas cosas. Para que Klopp esté ahora en Melwood y Rodgers en el paro, han sucedido muchas cosas en el Liverpool. ¿Qué le ha pasado al Liverpool de Rodgers? ¿Por qué no sigue como entrenado del club de Anfield? Esta es la historia.

Tres años de más esperanza que realidad

La historia de Brendan Rodgers en el Liverpool estuvo a punto de no ocurrir. El técnico norirlandés no era la primera opción para el banquillo de Anfield. Si que es verdad que se buscaba un perfil de entrenador parecido al suyo. Pero su nombre no era el primero de la lista. Para entenderlo hay que ver la historia de los últimos años del Liverpool. La afición de Anfield había sufrido de aburrimiento y apatía durante el último año de Benítez que acabó con más pena que gloria. El corto período de Hodgson en el banquillo no mejoró lo que se veía con el técnico madrileño. The Kop seguía sin ver fútbol en Anfield y lo que es peor, sin ver despertar a su equipo de un letargo que viene desde la última gran alegría, la Copa de Europa ganada en Estambul. Para cambiar esta marcha se decidió dar las riendas, por segunda vez, a una de las máximas leyendas del club, Kenny Dalglish. Pero tampoco funcionó. El equipo no convencía y a pesar de ganar la Capital One Cup, a final de la temporada 2011-2012 el Liverpool decidió dar un cambio de aires. Buscaba un entrenador con gusto por el balón, por el juego de ataque, algo que se pareciera al fenómeno del Barcelona creado por Guardiola. La primera opción para el puesto fue Roberto Martínez. El Liverpool necesitaba algo del fútbol español, la esencia del toque, el amor por el esférico. Y se fijó en el entrenador de Lérida. Un español “britanizado”. Su Wigan, a pesar de ser un equipo modesto y pequeño gustaba mucho por su alegría a la hora de jugar. Pero el español rechazó la oferta, quería estar un año más con los latics. El Liverpool se fijó entonces en Brendan Rodgers que se había convertido en una de las esperanzas de los banquillos del Reino Unido al mando del Swansea. Era el equipo inglés que más pases completaba y uno de los que más pases daba en Europa, solo superado por el Barça de Guardiola. El Swansea de Rodgers enamoraba con su fútbol y los dirigentes del Liverpool le ofrecieron el banquillo de Anfield.

Desde su llegada a Liverpool el técnico norirlandés ha intentado hacer un equipo campeón basándose en la idea de juego que le llevó a triunfar en el Swansea. Esto es lo que él ha defendido. Pero sobre el césped se han visto cosas diferentes. Rodgers es un entrenador con una mezcla de estilos muy diferentes. Y esto le viene desde su formación. Fue ayudante de Mourinho en la primera etapa del luso en el banquillo del Chelsea. Esto le valió el puesto de entrenador en el Watford. Pero su formación no se quedó en Mourinho. Rodgers se enamoró del fútbol de toque que la selección española elevó a los altares del fútbol durante la Eurocopa de 2008, año en el que el norirlandés se ponía a los mandos del Watford en su primera aventura en solidario. Viajó a España para aprender los métodos de otro entrenador que en aquellos momentos era santo y seña del fútbol de toque, Pellegrini y el Villarreal. Aprendió del chileno y de Guardiola. Y lo quiso llevar a Inglaterra. Sus primeras pruebas no le fueron bien. No cuajó en el Watford y tampoco duró mucho en el Reading. Pero como a la tercera va la vencida, consiguió jugar de la manera que a él le gustaba en el Swansea. Y ese buen hacer le llevó a uno de los banquillos más importantes del país.

Su llegada a Liverpool llenó de esperanzas a una afición que hacía tiempo que no sonreía. Parecía el técnico adecuado para despertar a un gigante aletargado. Su primera temporada fue discreta. Un séptimo puesto en la Premier, fuera de Europa y eliminado por el Zenit en la Europa League. Del fútbol de toque, pocas noticias. Fue más conservador que otra cosa. La segunda temporada fue la mejor. Histórica para el Liverpool. El club de Anfield volvió a saborear la grandeza, volvió a ser temido. El club volvió a estar cerca de un título, la Premier, que desde 1990 no se acerca por Anfield. Los de Rodgers rindieron a un nivel espectacular con un fútbol de ataque pocas veces visto por The Kop. La pareja de atacantes, Súarez-Sturidge fue la mejor pareja de Europa. El uruguayo se erigió como mejor jugador de la Premier tirándose el equipo a la espalda con 31 goles en 33 partidos. Todos acompañado de Sturridge y Sterling que entre los dos marcaron 30 goles. Más de 100 dianas y a pesar de eso, el Liverpool no ganó el título. No pasaba esto desde 1961. En el centro del campo explotó Henderson para ser el compañero ideal de Gerrard. Coutinho puso la magia. El fallo estaba en defensa. En esta faceta el Liverpool no fue excesivamente regular y concedió goles que valían puntos. Pero a pesar de ello, acarició el título con la yema de los dedos. Un fatídico resbalón de Gerrard ante el Chelsea le arrancó de manera terrible el título a los de Rodgers.

Ni el técnico ni el capitán se recuperaron de este golpe. La siguiente temporada todo empezó mal. Suárez se fue, Sturridge se lesionó y aún no ha vuelto del todo, Gerrard no se recuperó del resbalón y los fichajes no fueron acertados. La temporada que debía ser la perfecta para asentarse en Champions y volver a estar entre los grandes fue un fracaso. Eliminados a las primeras de cambio de Europa y un mediocre sexto puesto en liga fueron el resultado de un mal año.

A pesar de que Rodgers siempre abanderó en sala de prensa el fútbol de toque, el gusto por el balón y las posesiones largas, en los momentos importantes su Liverpool fue más conservador. Y cuando mejor jugó fue cuando se convirtió en un equipo contragolpeador. A la contra fue el mejor equipo de Inglaterra y uno de los mejores de Europa la temporada 13-14. No tocaban como el Swansea cuando lo dirigía Rodgers, el Liverpool era directo, iba en busca del gol a tumba abierta aprovechando la velocidad de futbolistas como Súarez, Sturridge o Sterling. Rodgers supo aprovechar lo que tenía pero no superó la pérdida de Súarez ni supo mantener esa esencia contragolpeadora que le había llevado a estar cerca del título.

Un equipo sin alma y sin ideas

El inicio de esta temporada ha acabado de cargarse a Rodgers. En verano su puesto fue muy cuestionado. Corrieron ríos de tinta hablando de los candidatos a suplirle en el banquillo de Anfield. Pero se le dio una oportunidad más, y mucho dinero para fichar. A pesar de ello el Liverpool empezó como había acabado la temporada anterior. Mal. Era de esperar que en este inicio el equipo titubeara un poco debido a los grandes cambios en la plantilla, pero nunca se esperaba este desastre. Esta claro que a Rodgers le han sentenciado los resultados. Pero también las sensaciones. El Liverpool se convirtió en un equipo sin alma, el partido no iba con ellos. Y además, sin ideas. Ni tácticas ni técnicas. Los enormes cambios de sistema impuestos por Rodgers tratando de dar con la solución no han hecho otra cosa que empeorar la situación. El equipo no sabía a lo que jugaba en los primeros partidos de liga. Ni siquiera la situación táctica en el campo era buena. Y esto se debe a los constantes cambios de sistema del técnico. El Liverpool estaba perdido. Y la manera de cambiar de rumbo y encontrar el camino era prescindiendo de Rodgers.

La idea del fútbol de espectáculo y toque con la que Rodgers había llegado al Liverpool se fue esfumando con el tiempo. y ni en la temporada pasada ni en los primeros partidos de esta se ha visto buen fútbol en Anfield. Rodgers no ha sabido encontrar una idea futbolística que se adapte al Liverpool y le de regularidad. No ha sido capaz de encontrar la tecla del nuevo Liverpool tras perder la Premier. Y eso se ha traducido en malos resultados. Al final, cesado.

Ni buenos resultados ni buenas sensaciones. El Liverpool salió de la depresión en la que estaba metido pero la gloria se escapó cuando ya la acariciaban. Nunca se sabrá que habría sido del Liverpool y su relación con Rodgers sin ese resbalón de Gerrard. Pero el fútbol es así, para lo bueno y para lo malo. Y no tiene memoria. Nadie se acuerda de esa temporada a la hora de criticar los malos resultados de Rodgers. Al final la paciencia se ha acabado y el Liverpool ha cambiado buscando en Klopp el nuevo comandante de la nave.

Mucho gasto y pocas sonrisas en The Kop

La política de fichajes le ha pasado factura a Rodgers. Cuando el técnico negociaba en el verano de 2012 con el club de Anfield su fichaje uno de los puntos más polémicos de aquella negociación fue el grado de peso que iba a tener el entrenador a la hora de fichar. El norirlandés pedía tener total libertad a la hora de firmar jugadores. Tras tensar la negociación, lo consiguió. Y esto, a la larga, le ha pasado mucha factura de cara a los dirigentes del club. Rodgers tomó las riendas del club y acertó en algunos de sus primeros fichajes, sobre todo el de Coutinho y Sturridge. Pero se empeñó en jugadores que no han tenido repercusión en Anfield. Joe Allen era su timón en el Swansea y quiso que lo fuera en Liverpool. Pagó casi 20 millones por él y no ha cuajado en ningún momento. De la misma manera los fichajes de Borini, Sahin, Assaidi, Aspas, Ilori,…estos en sus dos primeras campañas. Pero lo que más le ha pesado ha sido el error que ha tenido al intentar compensar la pérdida de Súarez. El dinero que el Liverpool recibió por el uruguayo no ha servido para superar su pérdida. Jugadores que no han estado al nivel que se esperaba y no han cuajado en Anfield y han costado mucho dinero. Eso ha encendido a The Kop que está viendo muchos nombres que prometían mucho pero se ha trasformado en poco fútbol. Son los casos de Markovic, Balotelli, Origi, Lambert. Y esta temporada otra vez un enorme gasto en fichajes. Firmino, Benteke, Clyne, Ings, Milner, Joe Gómez,…muchos nombres que han estado a muy buen nivel en sus anteriores equipos y que por ahora no están dando el rendimiento esperado. Ahora es el momento de que Jürgen Klopp les saque el máximo partido y despierte al Liverpool.

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