Schalke: Max Meyer, la esperanza de Gelsenkirchen
El alemán Max Meyer es la última promesa que ha surgido en las filas del Schalke 04. El Real Madrid lo podrá a prueba en la Champions

La Cuenca del Rhur, epicentro minero de extrema importancia histórica, sigue siendo el quinto mayor núcleo de población humana en todo el planeta. Ciudades poderosas en lo económico pero, sobre todo, valoradas en las últimas décadas por compartir un punto en común, haber superado la transformación de espacio industrial en otro de índole cultural. Los restos del pasado todavía están en pie, pues no han quedad aislados los altos hornos, gasómetros o castilletes de extracción, pero hoy son símbolos visibles de la herencia industrial. Y es que a fisonomía de la Cuenca del Ruhr ha revolucionado su mente para reconducir el carbón y las piedras hacia los teatros, la música, la pintura, la danza y, desde luego, el fútbol como elemento mayoritariamente ocioso-cultural.
Nadie oculta que el Planetario Zeiss de Bochum es el lugar ideal para observar las estrellas, nadie niega que la Virgen de Essen tenga un valor descomunal al ser la primera imagen de la virgen creada en la historia y nadie esconde que la impresionante letra U de la antigua fábrica de cerveza Union-Brauerei en Dortmund, sea hoy el nuevo centro de arte, creatividad y economía. Esa amalgama de proyectos vinculados al crecimiento instructivo, encontró en el fútbol su variante deportiva, trascendiendo con facilidad jóvenes promesas creadas en la zona, aromatizadas con la evolución natural del Rhur e impulsadas con la esperanza de que sigan traduciendo sus premisas a través del arte con la pelota. En años, allí generaron a Ozil, Neuer, Draxler y hoy, Max Meyer, el nuevo ‘duende’ de Gelsenkirchen.
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Se trata de un centrocampista diestro, de 19 años, muy pequeño en estatura pues apenas llega al 1,70, pero con una genialidad que ya ha despertado esperanzas en el Schalke, donde se ha convertido en el chico a seguir y en la nueva perla de futuro. Con infinidad de recursos y con diferentes aportaciones dentro de un esquema. No tiene posición fija ni maneja una única identidad de juego, sino que amalgama una larga serie de cualidades que le permiten sacar rentabilidad en distintas demarcaciones. Le hemos visto participar en cualquiera de las bandas por su calidad técnica y enfoque ofensivo pero, sobre todo, ha dejado mejores sensaciones cuando ha actuado por dentro. Puede ayudar en la creación y organización desde un perfil más cerebral como peón de la medular, o puede ser el nexo entre esas posiciones y el ataque, moviéndose entre líneas donde creo que ha dejado ya sus mejores partidos en la élite.
Y todo por esa capacidad de aparición talentosa, de pase en vertical, de asociación clarividente, de atrevimiento al ser un joven muy impulsivo. Aunque sobre todo, de una buena interpretación ofensiva cuando tiene panorama por delante, algo que en un equipo sin demasiadas apariciones en rupturas, se agradece mucho. Un chico con llegada, con lucidez para decidir en zonas determinantes y con un manejo brutal de ambas piernas hasta el punto que si le ves un simple partido, costaría de verdad decantarse por cuál es su pierna más aventajada. Cuando juega en bandas es mucho más interesante su juego en diagonales porque prefiere siempre salir hacia adentro para disparar o asociarse y cuando lo hace por dentro, su conducción en carrera, la agilidad para darse la vuelta y encontrar soluciones o la celeridad para encontrar un buen pase entrelíneas. Aporta un instante de lucidez diferencial y mucha rapidez de movimientos-reacción. Mucho regate en corto, mucho detalle técnico y una alegría en la nueva campaña de la Bundesliga. Una alegría mayúscula para el fútbol de la Cuenca del Rhur que, además, muchos aseguran que representa claramente la nueva generación por haber jugado durante más de 10 años al fútbol sala, algo que antes no existía y que ahora proporciona otras aptitudes a los niños alemanes que empiezan a llegar a la élite bajo esa nueva línea de trabajo.
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Y es que Meyer nació en Oberhausen, una de las ciudades que forma esa conglomeración minera y empezó a jugar a la pelota en el club más modesto de su ciudad, el Sardegna Oberhausen, que hoy en día no es completamente amateur. Su primer salto fue dos años más tarde, entrando en el otro club de la ciudad, el Rot-Weiß Oberhausen, que hoy milita en la Tercera División, la Regionalli. Y cuando tenía 9 años, su vida sí se alteró definitivamente al marcharse a Duisburgo, otra de las ciudades mineras a apenas 15 kilómetros de donde vivía, pero que le permitió adentrarse en el trabajo de inferiores de las Cebras, un equipo que sirvió para trampolín de muchísimos jugadores. Allí estaría cinco temporadas y, siendo aún un chico de apenas 14 años, le observaron los ojeadores del Schalke en un torneo entre clubes de la zona y accedió al sistema juvenil de los de Gelsenkirchen.
Debido a su precocidad, siempre ha jugado con chicos más adultos que él e incluso en categorías inferiores siempre estaba un par de años por encima de lo habitual. Su progresión iba en aumento y el parón invernal del año pasado fue determinante para adentrarse en el primer equipo gracias al stage que realizaron en Qatar y a las bajas medulares que tenía en ese momento el equipo. El director deportivo Horst Heldt lo elogió, el míster Jens Keller siguió esa línea y apenas dos meses después, debutó en Bundesliga. Jugó apenas 70 minutos en cinco partidos hasta final de campaña pero el pasado curso fue cuando realmente se ha convertido en herramienta importante, ya con ficha del primer equipo pese a haber disputado algún encuentro aun con el filial a principios de campaña y actualmente, haciéndose hueco referencial en el sistema. Y es que pese a la competencia en esa zona de influencia ofensiva donde juega, sí ha logrado ser bastantes veces el enganche, tras Huntelaar, haciendo incluso que sea Boateng retrasado en su demarcación favorita y con Draxler-Farfán en bandas dentro de lo que sería a día de hoy la alineación perfecta para el Schalke. Este año, sobre todo desde la llegada de Di Matteo, su incorporación al equipo sigue siendo algo irregular, pero necesaria para dar clarividencia ofensiva, lo que estimamos que no será pese a todo prioridad en el duelo ante el Real Madrid de Champions. Pero su clase y elegancia, han dado más contraste que nunca a su equipo este curso, el más regular desde su irrupción.
A nivel internacional, Meyer ha dado el salto definitivo y está en esa lista de jugadores pendientes de su progresión para asentarse en la élite de la campeona del mundo. Sí hay detalles que realzan su categoría, teniendo en cuenta que fue llamado para la Sub 19 cuando tenía solo 16 años. Por ahora ha representado a Alemania en Sub 17, disputando el Europeo de 2012 siendo sub-campeón junto al ex compañero de equipo, otra de las perlas, Leon Goretzka. Max fue el líder, la estrella del torneo con 3 goles en 5 partidos, logrando recibir el MVP y dando el salto como ya comentábamos a las Sub 19. Su progresión natural fue evidente y en mayo del pasado año, debutó con Joachim Loew ante Polonia. Todo eso hace creer que dará saltos evolutivos poco a poco durante los próximos años y acabaremos viéndole, quien sabe, posiblemente ya coronado como una de las estrellas de Alemania en el próximo Mundial de Rusia en 2018.