30 años del debut más extraño de Kempes

El Matador Mario Alberto Kempes volvió a primera división española de fútbol después de vivir un breve paso por el fútbol sala

Tal día como hoy, hace 30 años, Mario Kempes se enfundaba la camiseta del Hércules de Alicante por primera vez y volvía al fútbol como profesional. El argentino había pasado unos meses alejado de los terrenos de juego mientras disputaba partidos de fútbol sala con el Autocares Luz, un equipo de Valencia que le propuso formar parte de la plantilla. Recordamos la historia.

Tras abandonar el Valencia CF, el que fuera máximo goleador del mundial 1978 se encontró sin un club que apostara por él en condiciones aceptables. Kempes probó con el Tottenham de su amigo Ardiles en verano de 1984, pero el técnico de los Spurs descartó su incorporación, de la misma forma que al propio Mario no le convencieron propuestas como las del Levante o el Grasshopper suizo. La oferta más rutilante llegó de Estados Unidos, donde Los Angeles Aztecs le ofreció un contrato que tampoco logró satisfacer a Mario Alberto. Sin equipo y entrenándose en solitario, saltó la bomba de su fichaje por el Autocares Luz de Fútbol Sala.

Hasta la llegada del astro, los encuentros de este humilde club solían tener una asistencia de unas 400 personas, pero con la presencia de Kempes las cifras se dispararon y en ocasiones el pabellón lograba reunir a más de 5000 espectadores. La expectación por ver las evoluciones del argentino eran máximas, al igual que la incredulidad al comprobar que efectivamente, Mario estaba allí porque ningún club había apostado de manera firme por contar con el talento de Kempes. Entre aquellos entrañables partidos del incipiente Fútbol Sala de nuestro país se recuerda uno muy especial, el que enfrentó al Autocares Luz frente a Interviú Lloyd's, club fundado años antes por iniciativa del conocido periodista radiofónico José María García, quien también formaba parte del equipo. En la siguiente instantánea podemos observar a Kempes y a García minutos antes de que el balón comenzara a rodar; una curiosa y casi surrealista imagen.

Pero su paso por el fútbol sala sería muy breve, ya que la única condición que Mario pidió fue que si llegaba una oferta de un equipo profesional de fútbol le dejaran marchar sin condiciones. Y así ocurrió en diciembre de 1984. El Hércules de Alicante caminaba por la zona baja de la primera división española con evidentes problemas en su delantera. Los blanquiazules no tenían gol, y qué mejor que intentar contratar al Matador para lograr subsanar sus carencias. Kempes, ansioso por volver a los terrenos de juego, aceptó sin demora, por lo que en los días previos a la navidad firmó su contrato con el club alicantino. El acuerdo definitivo se produjo en los locales de la Federación Valenciana de fútbol, donde se tramitó el cambio de ficha desde el fútbol sala al profesional.

Nadie dudaba de sus condiciones técnicas, pero en cambio sí que existía miedo debido a su estado físico; la respuesta que podría ofrecer Kempes era una incógnita. Se instaló en una casa al lado de la playa de San Juan junto a su esposa y sus hijos: Arianne, Magalí y el pequeño Marito de solo dos meses de edad. Ilusión y ganas no le faltaban, y así lo demostró en cada una de las entrevistas que ofreció durante aquellos días. En ellas Mario confiaba en devolver la confianza con goles, y también reconocía que su autoestima había quedado algo tocada tras su último año en el Valencia: “nunca entendí que todas las responsabilidades cayeran sobre mí; yo era responsable de lo bueno y de lo malo, y eso es una carga muy pesada. Los demás no tenían obligaciones”.

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Una vez firmado el compromiso, Kempes viajó a Los Ángeles a disputar un duelo a beneficio de Unicef junto a otras estrellas del fútbol mundial, y sin tiempo para el descanso volvió a subirse al avión para llegar en condiciones al 30 de diciembre de 1984, fecha clave en la que se produciría su retorno oficial a los terrenos de juego. El Rico Pérez fue una fiesta total, y aquel encuentro entre el Hércules y el Zaragoza del italiano Enzo Ferrari quedaría guardado en la historia de la entidad alicantina. Kempes no jugó bien. Dispuso de una clara ocasión pero demostró su falta de ritmo y conexión con los compañeros, fue sustituido y el marcador no se movió. Una semana más tarde disputó el derbi provincial ante el Elche que se saldó con una nueva derrota; el efecto Kempes no tenía resultado.

Sin embargo, logró hacerse con un lugar en el equipo durante la segunda vuelta y ayudó en la medida de sus posibilidades a que el Hércules llegara con opciones de salvación a la última jornada. Para ello el equipo debía ganar en el Bernabeu al Real Madrid y esperar otros resultados, lo consiguieron. Fue un auténtico milagro, conseguido a base de esfuerzo y sudor. Kempes se fajó durante todo el encuentro en constantes disputas con Sanchis o Juan José, antes de que en el minuto 72 Sanabria lograra el gol definitivo para los visitantes. Aquella victoria produjo que el Matador firmara otra temporada más con el club alicantino, aunque no llegaría a finalizar su compromiso pese a que sus cifras goleadoras aumentaron. En pocos meses Kempes se ganó el cariño de los aficionados, pero una interesante oferta llegada desde Austria provocó que en enero de 1986 pusiera punto y final a su trayectoria en el fútbol español. Su último encuentro fue ante el Sevilla, una emocionada despedida para siempre.

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