Borussia: Cómo afrontar una crisis sin estridencias

El Borussia Dortmund está inmerso en una grave crisis deportiva y de resultados pero busca soluciones desde la calma y sin estridencias

A principios de siglo, una política deportiva deplorable y una lectura institucional paupérrima, debilitaron todos los grandes conceptos futbolísticos que habían sido creados durante años. El Borussia Dortmund entró en una crisis de juego que pronto dejó resultados alejados de sus objetivos y que acabó por arrastrarles al ocaso como entidad. Tanto, que a punto estuvo de hacerles desaparecer. Esa política del caos, acabó tras enormes deficiencias que aún han sido arrastradas estos últimos años, pero el punto de partida y el inicio del proceso tras el calvario, lo inició con una estricta reglamentación la directiva que aún hoy sigue al mando. Equilibraron la balanza económica poco a poco pero, sobre todo, confiaron en Jurgen Klopp como entrenador joven, ambicioso y ejemplarmente agradable para transformar la estructura deportiva del Westfalen. Sus lecturas para reforzar la plantilla fueron determinantes para las mejoras que durante una década, han logrado levantar al club y ofrecer un rendimiento muy por encima de lo esperado hasta lograr de nuevo Bundesligas, Copas o plantarse en la finalísima de la Champions League. Todo se basó en juventud, confianza en chicos que estaban en proceso de crecimiento y en impulsar sus cualidades en torno a esa ambición que el caracterial míster les multiplicaría.

Así, llegaron Subotic (4,5 millones), Hummels (4.2 millones), Lucas Barrios (4.2 millones), Sven Bender (1.5 millones), Ilkay Gundogan (5.5 millones), Lewandovski (4,7 millones), Leitner (800.000 €), Kagawa (350.000 €), Lukasz Piszczek (gratis), Mario Gotze (canterano) o Grosskreutz (gratis). Todos ellos multiplicaron bruscamente sus precios de mercado pasando por el amarillo del Ruhr, producto de la capacidad evolutiva que les ofreció en la élite el Borussia Dortmund. Una lectura de mercado acertada que cada vez le cuesta más mantener debido a las peticiones y valores de los jugadores a los que debe intentar contratar, pero que sigue siendo una dinámica diferencial con respecto a los otros grandes clubes del continente. Klopp sigue confiando en su ‘generador de estrellas’, pase lo que pase. Y lo que ha pasado en las últimas temporadas es que sus jóvenes promesas dejaron de ser novatos cotizados para convertirse en ídolos mundiales, en referentes continentales y en estrellas de los clubes más poderosos. Hubieran rezado los hinchas borussers con que todos hubieran seguido el camino tumultuoso de Nuri Sahin cuando, tras ser MVP de la Bundesliga y dejar sus mejores brillos como amarillo, decidió salir rumbo a metas superiores con el Real Madrid o con Shinji Kawaga destrozando defensas para marcharse al Manchester United. Sin embargo, la pesadilla se ha multiplicado exponencialmente cuando el Bayern de Múnich arrebató a su gran perla de cantera, Mario Gotze, hace un año. Una operación que casi ha clonado, aun con mayor facilidad al no acarrear costos de traspaso, con Robert Lewandovski en la que puede ser, sin duda, la mejor inversión de los últimos tiempos en la élite.

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Y en unos ameses, Jurgen Klopp ha visto como su proyecto se tambala más que nunca, como sus vértices le dieron la espalda y como su afición se cuestionaba irremediablemente la validez de poner en funcionamiento el ‘genera-estrella’ para retar al mundo y acabar dolido viendo a sus iconos vestidos de bávaro. Hoym desgraciadamente para ellos, la realidad les ha hecho sucumbir, están peleando inexplicablemente por zona baja y aunque todas las alarmas de han encendido, el BVB ha sido un ejemplo de naturalidad ante días turbulentos. Porque a pesar de que se ha sumad la peor etapa de la ‘Era Klopp’ con 7 partidos consecutivos de Bundesliga sin ganar, con solo cuatro victorias en los primeros catorce partidos del curso en Alemania, con más derrotas ya acumuladas que al final de las últimas temporadas, a más de 20 puntos del rival histórico y con sensaciones muy por debajo de lo que se conoció siempre en su etapa amarilla, todo ha sido estabilidad y calma entre los que deben tomar decisiones. Nadie, absolutamente nadie, osó pensar en un despido de Jurgen Klopp. Un ejemplo mundial. Un ejemplo de fútbol.

“Lo que ayuda en la crisis es solamente el trabajo y la máxima concentración para seguir el rumbo. Si estás convencido del camino, entonces puedo ser optimista”, dijo hace algunas semanas el entrenador en rueda de prensa, mientras estaba en el último puesto de la clasificación. Ante la insistencia de algunos medios extranjeros (curiosamente, pocos medios alemanes han ejercido una presión alta para que haya cambios drásticos en Dortmund), Jurgen dio un paso más y mostró la realidad más sincera, lo que piensa sobre su club, sobre los que lo amparan y sobre la hinchada. Y todo, en una simple y llana frase que explicaría incluso los pilares de la tierra si él mismo la gobernara: “Yo no me puedo marchar hasta que no se solucione esta situación. No quiero irme hasta que el equipo encuentre una solución. Por lo tanto mi responsabilidad es muy grande. Entiendo que pueda pensarse en esta situación, pero no será el camino. Soy responsable de lo que sucede, si fuera una cuestión de suerte, quizá el cambio de entrenador puede marcar la diferencia, pero no saldré hasta encontrar una solución”, apuntó con absoluta certeza y asumiendo su parte de responsabilidad en lo acontecido estos últimos meses.

El entrenador no ha querido aislarse, sino dar la cara, afrontar el reto que jamás pensó estar asumiendo en esta fase de la temporada y pensar en positivo tras unos años de constantes problemas. Y es que una de las claves que ha llevado a esta situación al BVB, se explica desde las constantes lesiones de pilares de su equipo. Ya desde hace dos años, le han ido arrastrando mermas de larga duración en pilares determinantes de su esquema, de manera constante y hasta sin poder recuperarlos aún hoy. Pisczeck, Hummels, Subotic y Schmelzer, son los cuatro intocables defensores del equipo desde hace unos años y todos, abosolutamente todos, han tenido gravísimas lesiones de meses de duración en los últimos tiempos, lo que hizo no solo tener que contratar otros elementos de urgencia, sino modificar su plan de canteranos al ascender a algunos y, sobre todo, perder unos automatismos que nunca se han vuelto a regenerar. Esos valores fueron también torpedeados en la medular, donde la clase y técnica organizativa de Sahin primero y Gundogan después, resultó gravemente dañada tras sus sensibles lesiones, de más de un año de duración en ambos casos. Un golpe certero que les condiciona incluso a día de hoy. Y, si hacían falta más partes médicos, las graves operaciones sufridas por la estrella Marco Reus (hoy lesionado todavía), han destrozado más cualquier atisbo de vuelta a la normalidad.

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A ello, le podemos sumar un bajo nivel de rendimiento en algunos fichajes que habían llegado para seguir engrasando ese ‘generador de estrellas’ que Klopp había perfeccionado año tras año pero, sobre todo, las pérdidas de jugadores determinantes e insustituibles, ‘robados’ por el eterno enemigo, un Bayern de Múnich que se llevó a Gotze primero y a Lewandovski después. Un golpe demasiado repetitivo que no se puede ignorar y que nadie olvida en el Westfalen: “Entiendo las presiones pero aún hay quien piensa que para tener éxito solo hay un camino: ser aficionado del Bayern Múnich", afirmó Klopp por su parte hace algunas semanas, para explicar el dolor que siente al ver que su equipo se ha venido abajo mientras, con su política de fichajes y capacidad financiera, el rival se hace cada día más fiero a costa de sus mejores efectivos.

Probablemente nunca veremos una versión tan atractiva como la que ofreció el equipo amarillo hace unos años y probablemente nunca habrá una sintonía como la que se creó con Jurgen Klopp (que probablemente saldrá a finales de campaña pese a haber renovado no hace mucho hasta el año 2018) como patriarca de semejante osadía, pero lo que sí han aprendido en el club es que nunca más volverán a repetir los errores del pasado. No habrá un Dortmund igual en el césped, pero siempre habrá un Dortmund inteligente en su organigrama…

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