Danilo y Alex Sandro, dos balas para el Oporto

Julen Lopetegui ha revolucionado la plantilla y la idea de juego del Oporto, pero mantiene a Alex Sandro y Danilo de la vieja guardia. Explicamos el motivo

Goleado, eliminado y obligado a renovarse bajo su ya conocida dinámica auto-gestionable. Limpiar negatividades, examen de conciencia y una nueva reestructuración veraniega que permitiera una nueva reválida. Aquella noche de Champions League en el Emirates Stadium, golpeados con un rotundo 5-0 (9-3-2010), no castigó únicamente sus aspiraciones en el torneo continental, sino que les devolvió a un plano secundario y les obligó a cambiar el rumbo e iniciar una nueva etapa. Dicho vocablo no existe en su vertiente de regularidad, continuidad y sostenibilidad, pero sí en cuanto a premisas de identidad, las que debía reinsertar el Oporto tras su pesadilla londinense a ojos de todo el planeta. Recuperaron el aliento, transformaron sus defectos en virtudes y ocuparon la élite con la misma autoridad que se les exigía, aunque ahora levantando la triple corona como campeones de Europa League, Liga y Copa. El dictador portugués había regresado aunque ahora, con más cautela y precaución.

En este margen temporal, el equipo de Do Dragao encontró la raíz de su nuevo estilo, un sistema táctico que ya había intentado explotar en anteriores proyectos y que sí había logrado los objetivos naturales de una entidad que domina el fútbol portugués en las dos últimas décadas con cierta autoridad. Pero, sobre todo, reactivó el espectáculo de su estilo, la velocidad y la enorme capacidad evolutiva de una entidad que nunca descansa pensando en el mañana, el que ahora alimentan de esperanza dos de sus últimas realidades. Danilo y Alex Sandro son clones, idénticos, similares. Brasileños, potentes, físicos, jóvenes y, sobre todo, formados bajo la misma tutela para encontrar la perfección en su profesión, carrilero.

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Insertados en un intocable estilo de posesión (cuando actúan en la Liga Zon Sagres) con pasión por las líneas de pase exterior, la fortaleza de sus llegadores y la captación de alternativas exteriores, el Oporto siempre radicalizó sus intenciones ofensivas. Abanderados de los espacios, el recorrido, la amplitud y la velocidad como método más agresivo-útil para romper los obstáculos rivales, los dragones decidieron hace más de un años acudir a su afamada lista de scout para responder a las necesidades del club. La postura ya había sido decidida y abogaba por vender a sus laterales (Fucile, Álvaro Pereira y Sapunaru) en cuanto el mercado ofreciera oportunidad para ello pero, mientras, se perfeccionaba el seguimiento sobre sus dos próximas perlas, que vestían la misma camiseta y buscaban la corona brasileño-americana con el Santos.

Así, tras cuatro años de puntual acercamiento a los dos objetivos, el club portugués decidió presentar una oferta conjunta por ambos. La operación no era nada fácil desde el punto de vista empresarial, puesto que Danilo (que también ha jugado hasta de mediocentro con llegada en su pasado brasileño) tenía contrato con el cuadro santista prácticamente recién ampliado mientras que Alex Sandro no había certificado su ficha como jugador del Peixe (Deportivo Maldonado, un club de humilde de Uruguay, tenía por entonces sus derechos federativos). La maquinaria lusa logró en un mes y seis días, certificar esa propuesta en una realidad con cláusulas. 22,6 millones de euros convirtieron a los dos en nuevos dragones. 13 millones correspondían a Danilo (solo Hulk costó tanto dinero en la historia del club), que ya era Sub 20 brasileño y que se quedaría hasta finalizar la participación del club paulista en la Copa Libertadores (a la que contribuyó de manera clave al marcar el gol del triunfo en la final). Los 9,6 millones restantes apresuraron la llegada de Alex Sandro, que contó con la ayuda definitiva de la máxima autoridad bursátil de Portugal, la CMVM.

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En unos meses, ambos pasaron a enfundarse la elástica de un renovado Porto, que buscaba recuperar galones en una de sus principales premisas identificativas, las de laterales profundos, de largo recorrido, amplitud, potencia y capacidad para aguantar grandes velocidades-desgastes en el primer nivel. Faltaba adaptación, unas lesiones mermaron su continuidad inicial y hasta se dudó de que pudieran ganarse su posición a corto plazo, pero Vítor Pereira estaba dispuesto a dar el paso y defendió su estatus de promesas experimentales en busca de regularidad para explotar. Avalados por la fuerza que otorga la selección brasileña a la que ambos ya han sido llamados y con nada menos que 50 millones de euros como cláusula en ambos casos, la fe en sus posibilidades creció tan veloz como sus cabalgadas por la banda. .

Hoy, representan el futuro a corto plazo de la selección canarinha (con permiso de Daniel Alves y Marcelo, sus principales competidores), la que les abre las puertas internacionales que deben ganarse con el Oporto en citas de máximo nivel. Hoy, Julen Lopetegui ha renovado por completo el estilo de juego y la plantilla, pero no se ha atrevido a tocar a ninguno de los dos laterales. Estos dos ‘novatos’ de oro, refuerzan la identidad de una institución con las ideas claras y la cartera llena de recursos juveniles cada temporada. Su apuesta vuelve a ser fiable, estable y segura. Buscaban ambición, juventud y pretensiones con calidad técnica. Buscaban físico, potencia y proyección. Buscaban una evolución creciente en el fútbol moderno. De profesión, carrileros.

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