Adiós, Don Alfredo

Don Alfredo Di Stéfano ha fallecido a los 88 años y en Fútbol Primera le rendimos un merecido homenaje con este recordatorio dedicado a uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol.

Parecía un símbolo eterno, un mito del fútbol que jamás se marcharía. Y ese día ha llegado. Nos deja Alfredo Di Stefano seis décadas después de aterrizar en nuestra liga. La “Saeta Rubia”cambió el rumbo del fútbol español, consiguiendo que éste alcanzara cotas internacionales nunca imaginadas; junto a Kubala o Cruyff fue uno de esos extranjeros que llegaron para sumar y aportar. Alfredo contribuyó a pulir el acabado del primer gran Real Madrid europeo, el que ganó las cinco copas.

Como todos los grandes, su vida no estuvo exenta de controversia y debate. La pelea entre madridistas y barcelonistas fue cuestión de estado en su época, un litigio entre instituciones rodeado de acusaciones de expolio, reproches de propiedad y denuncias relacionadas con la falsedad de documentos y la mano negra de las influencias. Nada de eso importa hoy, ya que tenerlo en nuestra liga como futbolista y posteriormente dirigiendo fue el regalo más grande que la hermana nación argentina pudo hacer jamás al fútbol español.

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La comparación entre jugadores de diferentes épocas siempre perjudica a los hombres del pasado; rankings en los que futbolistas que no fueron contemporáneos entre sí se disputan la buena calificación de los críticos son del todo inútiles. Cualquier aspecto que no sea cuantificable en números (goles, títulos, partidos, velocidad de los jugadores, peso del balón...) no puede ser usado como razón para realizar un rango jerárquico de futbolistas absoluto. En esa batalla los jugadores del pasado siempre se encuentran en desventaja.

Los que no vimos jugar en directo a Di Stéfano por cuestión de edad, difícilmente podemos formar una idea de su dimensión real como jugador de fútbol. Tenemos vídeos, revistas, diarios antiguos, cifras increíbles. Efectivamente, todo unido nos lleva a pensar que fue un deportista inmenso, uno de aquellos jugadores que salen en un país cada veinte o treinta años. Pero son los testimonios de quienes lo vieron en el campo, jugaron con él o lo sufrieron como rival, los que más nos sirven. Aquel habilidoso delantero se convirtió en el jugador más codiciado del mundo, no sólo en España o Argentina. Las reseñas de la prensa inglesa, húngara o portuguesa de finales de los cincuenta y principios de los sesenta coinciden en afirmar que era el auténtico líder de un Real Madrid que al margen de ganar 5 Copas de Europa consiguió llevarse 8 ligas, haciendo del Bernabeu un fortín casi inexpugnable.

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Alguien dijo con mucho acierto que la diferencia entre Di Stefano, Messi o Maradona es la televisión. La amplitud mediática de las hazañas conseguidas por los sucesores de Alfredo ensombrecen sus magníficas exhibiciones del pasado. Cuando Messi desborda, logra un repoker o impacta con la carrera imposible, no dudamos en escribir titulares como: “El mejor de la historia”, o “lo nunca visto”. Di Stefano nunca pudo disfrutar de este apoyo gráfico que habría hecho del acto de verle jugar una experiencia totalmente diferente para los amantes del fútbol. También para la gente no aficionada al deporte, que hubiera visto en Alfredo un ídolo de mucho más impacto social todavía.

Aquel magnífico triplete en Hampden Park ante el Eintracht Frankfurt en la final de la Copa de Europa de 1960, o los cuatro goles que le marcó al Sevilla de todas las formas posibles en la misma competición tres años antes, son sólo una muestra del cartel de especialidades de la casa. Su imagen más recordada fue tomada tras marcarle un tanto al Vasas de Budapest, un Di Stefano acrobático, casi celestial...

Le quedó triunfar con la selección, y sobre todo estar presente en un Campeonato del Mundo. España debutó en Viña del Mar, a poco más de 1500 kilómetros de Buenos Aires, pero en el equipo dirigido por Helenio Herrera no pudo estar presente un Alfredo lesionado durante un encuentro de preparación previo al campeonato. Sin embargo con España jugó 31 partidos, entre ellos el exitoso debut en una Eurocopa de la selección, la victoria 2-4 en Katowice ante Polonia en 1959.

Como entrenador también marcó época. En Boca primero y más tarde en River, donde se alzó en 1981 con el título argentino en un equipo donde jugaban juntos Passarella, Tarantini, Américo Gallego o Mario Alberto Kempes. Pero fue en Valencia donde su legado como técnico alcanzó cotas extraordinarias. Llegó a la ciudad del Túria en 1970, y en su primera temporada logró algo impensable, conquistar la liga. Con una última jornada de locos, el Valencia se llevaba el título perdiendo su partido. Barcelona y Atlético debían empatar y lo hicieron; comenzaba el idilio del hispano-Argentino con Mestalla.

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Estaría tres temporadas más y volvería en dos etapas posteriores. En 1979-80 cogió la herencia de Marcel Domingo y Pasieguito, convirtiendo el título de campeón de copa en la inolvidable Recopa conquistada en Heysel ante el Arsenal.

Todavía le quedarían ganas y fuerzas para volver en el momento más duro; quedaba dejar su última obra y devolver al club a primera división a mediados de los ochenta. Alfredo no se fue de Valencia sin cumplir. Una última etapa en el Real Madrid (donde nunca pudo triunfar en los dos periodos en que estuvo) fue su despedida de los banquillos. Se ha ido un mito. El símbolo que llegó de Millonarios para cambiar para siempre el fútbol español. Se marcha uno de los mejores jugadores de todos los tiempos ¿el mejor? nadie puede afirmar con rotundidad que no lo fuera, pero dicen los que le vieron que sí fue el más completo que nunca pisó un terreno de juego. Llegó el momento de escribir las palabras más dolorosas, las más amargas, murió Don Alfredo Di Stefano, descanse en paz viejo. Y que su fútbol le haga vivir eternamente en la memoria.