Basilea, la pesadilla de Teófilo Cubillas

El peruano Teófilo Cubillas jugó en el Basilea durante los años setenta y la experiencia fue completamente caótica

Basilea y Valencia disputarán hoy el partido de ida de los cuartos de final de la Europa League, un encuentro que se jugará a puerta cerrada en el St. Jakob Park. Uno de los futbolistas más famosos que vistió la camiseta del club suizo fue Teófilo Cubillas, el mejor jugador peruano de la historia. Recordamos su breve y difícil paso por la entidad en los años setenta.

En diciembre de 1973 concluía la pesadilla de Teófilo Cubillas. En unos días terminaría la peor temporada de su trayectoria futbolística, meses en los que el peruano perdió gran parte de su crédito. Coincidiendo con el final de año, Cubillas contraería matrimonio en Lima, su ciudad natal, con más de 700 invitados y medidas de seguridad nunca vistas alrededor de un personaje público de Perú. No era para menos, ya que su éxito en años precedentes le había convertido en el gran ídolo deportivo del país, un reconocimiento que también fue unánime en toda América cuando en 1972 fue elegido como el mejor futbolista del continente por delante de Pelé.

Una nueva vida y la oportunidad de formar una familia le animaban a seguir, pero por encima de todo, su rostro volvía a lucir su característica sonrisa gracias a otra noticia que estaba a punto de confirmarse: por fin abandonaba Basilea. Y es que la ciudad que años más tarde vería nacer al ídolo tenístico Roger Federer, rompió las previsiones más optimistas del genio peruano. Preparado para inventar con un balón en los pies y jugar con los mejores, su estancia en Suiza le obligó a compartir vestuario con jugadores neoprofesionales, entrenarse el triple que ellos para justificar su salario y soportar temperaturas que solo habían aparecido en sus peores pesadillas.

Nace el mito...

El 31 de agosto de 1969 fue el primer gran momento de Cubillas y sus compañeros de la selección peruana; se medían a Argentina en la Bombonera con una plaza para el mundial de 1970 en juego. La albiceleste había tropezado unas semanas antes en Lima, en un partido decidido con un gol de Pedro Leon. A pesar de todo, una victoria en el último partido permitiría a los de Pedernera aspirar a un desempate, pero el 2-2 final clasificó automáticamente a Perú, la selección que brillaría de forma sorprendente en México 1970.

Allí su camino le llevaría hasta los cuartos de final, donde solo la Brasil de Pelé, Tostao, Gerson y Carlos Alberto, puso freno a su fútbol. Perú había hecho historia y se despidió con una derrota por 4-2, un partido que Joao Havelange calificó como el mejor encuentro que había visto en un mundial. Pero por encima de la actuación colectiva de Perú, la sensación general fue la de haber presenciado el nacimiento de una estrella, un verdadero nombre de futuro al que el propio Pelé definió como su sucesor, Teófilo Cubillas.

Un viaje al viejo continente cambiará su vida, ya que en octubre de 1972 es alineado en un América-Europa de carácter benéfico que se disputa en Basilea. El once americano está formado por Santoro; Quique Wolff, Bargas, Pavoni, Chumpitaz, Brindisi, Montero Castillo, Ayala, Alonso, Sotil y Cubillas. Por las filas europeas salen de inicio Viktor, Hilario, Salvadores, Schnellinger, Facchetti, Hasil, Van Hanegen, Cruyff, Lubanski y Dzajic. Más tarde se incorporarían al juego futbolistas como Velázquez, Amancio, Baylon, Albert o Bene.

América gana 2-0 y los jugadores peruanos se convierten en las grandes estrellas del choque. Cubillas marca un gol y también es protagonista de otro tanto que es anulado. La superioridad americana es incontestable para toda la prensa y Teófilo vuelve a ser objeto de deseo de los grandes clubes europeos; el Barça lo sitúa en el punto de mira, pero su destino había quedado marcado con aquella actuación en Suiza.

Cubillas terminaría siendo azulgrana, aunque a miles de kilómetros de la ciudad condal. El Basilea sería el primer club que podría disfrutar del futbolista en Europa. Y es que el millonario suizo Ruedi Reisdorf quedó encantado con las prestaciones del peruano y compró sus derechos. No fue una negociación fácil, ya que al principio ofreció una cantidad cercana a los 100.000 dólares, pero contaba con la negativa absoluta de Cubillas, quien no quería abandonar su país en ese momento, y menos para irse a jugar a Suiza.

La respuesta del futbolista no se hizo esperar, y rápidamente contestó al magnate con una contraoferta: “300.000 dólares o el pase es imposible”. Con una cifra tan escandalosa Cubillas pensó que Reisdorf no aceptaría, pero sí lo hizo. Era tanta la confianza que tenía en el peruano y las ganas de que pudiera terminar jugando en el Basilea, que aceptó pagar aquella mareante cifra. Después de la oferta irrechazable de Reisdorf, Alianza Lima invitó a Cubillas a salir, por lo que el jugador tuvo que incorporarse a la plantilla del club suizo.

Los 6 meses más difíciles de su vida

Se le prometió un equipo competitivo cargado de internacionales. En la práctica el Basilea era un conjunto con jugadores amateurs que compartían su labor futbolística con otros trabajos. A Cubillas se le dosificó la comida y fue obligado a entrenar con más frecuencia que el resto de jugadores. Perdió muchos kilos y además, sufría diariamente la envidia y la ira de sus compañeros, irritados por la alta ficha del futbolista. Pero la peor pesadilla de Cubillas era el frio de la ciudad. Jugaba tapado con medias y fajines que le aislaran de las bajas temperaturas. Meses después de su llegada declaró a la prensa:

“Me he equivocado fichando por el Basilea, he de reconocer que me ha ido muy mal y casi he hundido mi nombre de buen jugador. Mi moral está resentida al máximo. En España se juega como en mi tierra, yo amo el fútbol y el balón, odio el frio y la niebla”

Las palabras de Cubillas siempre dejaban una puerta abierta a un posible traspaso al Barcelona. Y es que justo cuando el jugador lo pasaba muy mal en Basilea, Hugo Sotil, compañero suyo en la selección, aterrizaba en el Camp Nou. Los resultados no acompañaron a Cubillas y las ganas por salir del club aumentaron. Su sueño oculto era volver a jugar al lado de su “compadre” Sotil (expresión habitualmente utilizada para referirse a su compatriota).

Y entonces llegaron Oporto, Sporting de Portugal e incluso el Milan. Pero Reisdorf no estaba dispuesto a dejar escapar al futbolista tan pronto. Pocos días antes de su boda, en diciembre de 1973, los portugueses de Oporto anunciaban que no podían reunir el dinero suficiente para el traspaso, una estrategia comercial; la última oportunidad para Teófilo. Finalmente el Basilea y Reisdorf aceptaron y Cubillas pudo huir de Suiza a cambio de 400.000 dólares. Comenzaba un nuevo camino para él.

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En Portugal se reencontró con el gol y vivió los mejores años de su carrera. Décadas después el jugador se ha mostrado agradecido por el trato que le dio Europa, incluso el recibido en Suiza. A pesar de que Basilea supone el capítulo más negro de su trayectoria, siempre ha reconocido que la profesionalidad de sus dirigentes y del propio Reisdorf calaron muy fuerte en su personalidad. Los malos momentos de Basilea contribuyeron a hacer más grande en el futuro al mito Teófilo Cubillas.

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