Una conducción de Andrés Iniesta

Analizamos a fondo tácticamente el partido de ida de los octavos de final de Liga de Campeones que disputaron el Manchester City y el Barcelona

El F.C. Barcelona logró salir victorioso del Etihad Stadium tras imponerse por 0-2 al Manchester City en el partido de ida de los octavos de final de la Champions League. Messi, de penalti, y Alves pusieron los goles.

Como las hojas caducas en otoño, los días caían en el calendario. Febrero corría con insistencia para traer consigo un regalo. Fechas marcadas para hacer efectiva la consumación de una espera. El mundo del fútbol se ponía en pie, erguido, con cuerpo firme y silencio absoluto. La melodía que entraba por lo oídos era la única con permiso para romperlo. El himno de la Champions tiene la capacidad, simple, para erizar el vello, para entonar una llegada, para traer de vuelta consigo la mayor competición de clubes del planeta. Y como es caprichosa, ponía de entrante el plato fuerte que contenía en su menú: Manchester City-F.C. Barcelona. Los ingredientes desprendían espectáculo en sus expectativas.

El periodo de tiempo transcurrido desde que se conociese el emparejamiento hasta el día que tendría lugar, había generado una duda a la que solo Pellegrini podía dar respuesta. La posible alineación y planteamiento del técnico chileno daban que hablar. El Manchester City es un equipo que juega a tener el balón, se gusta con él y lo usa como elemento para someter al rival. El ataque es el conductor principal del equipo, y su abrumadora cifra de goles esta temporada (117 en total entre todas las competiciones) son fiel reflejo de a qué juegan. Ahí les sale cara a los ‘citizen’. El problema se les genera cuando toca volver. No todas las jugadas, evidentemente, terminan en gol. La defensa es la cruz y los retornos se le terminan atragantando a un conjunto cargado de jugadores con vocación ofensiva.

Fernandinho junto a Yaya Touré forman la pareja de medios centros habitual en el equipo de Pellegrini. El brasileño es quien cierra, se han consolidado y complementado, pero no son una pareja completamente perfecta. La transición defensiva del City se ha visto en evidencia en muchos encuentros. Por ello, ante la duda de cómo saldrían los de Manchester frente al Barça, la opción que parecía con mayor número de papeletas para verse sobre el césped ponía los focos sobre Javi García. En ese hipotético y previo planteamiento, el español formaría en el centro junto a Fernandinho y Touré para darle más protección y arropamiento a los suyos, no dejarles tan descubiertos a la hora de transitar y además poder dotar a sus dos compañeros de mayor libertad.

Líneas juntas del City y dejar tocar al Barça

La solución no fue esa ni mucho menos. Pellegrini resolvió dicha quimera alineando un 4-4-1-1 con Kolarov ocupando la posición de volante zurdo, en un doble lateral con Clichy, Fernandicho y Touré donde actúan con asiduidad, Navas en la derecha, Silva de enganche y Negredo arriba. Si el técnico chileno advirtió en la previa que su equipo no cambiaría su forma de jugar para medirse a los azulgranas, la realidad fue distinta. El City cedió el balón en todo momento al rival, sin buscar tenerlo ni generar mediante la posesión continua de él. Dos líneas claras de 4 juntas e intentado presionar, en principio, arriba, con Silva y Negredo más adelante, para robar a buena altura. Una vez el Barça conseguía solventar dicha presión (la cual solo se vio prácticamente en el inicio del encuentro), los ‘skyblues’ se asentaban en campo propio de manera sólida. Por tanto, el Manchester City se mostraba camaleónico, cambiando ante su adversario para no destapar puntos débiles.

En clave azulgrana, el ‘Tata’ Martino salió de inicio con Xavi, Fábregas, Iniesta y Messi, más Alexis. Es decir, los que juegan, manejan la pelota, mantienen la posesión, miman el cuero, la mueven de un lado para otro y la pierden poco. Defender mediante la posesión del balón era el objetivo número uno. El Barça también sufre tras pérdida, la espalda de su defensa carece de solvencia y el equipo ha roto más de un plato este año por culpa de esto. Cuantos más minutos de balón, menos ocasiones de peligro contrario. Esa es la traducción correcta, la incorrecta sería decir que a mayor posesión, mayor número de ocasiones propias. De esta forma, es por la que hablamos de defender con balón. El Barça fue quien más jugó con el esférico en los pies (68% de la posesión total final), con un 92% de acierto en el pase, pero lo hizo de forma plana, poco incisiva, sin batir líneas o generar espacios por los que colarse. En definitiva, no de forma tan productiva para atacar la portería de Hart.

Pellegrini les cedió a los hombres del ‘Tata’ una partitura sobre la que tocar. Pero a cambio, la música que quería escuchar era lenta y sin excesivos ruidos fuera de compás, que nadie se saliese de ella. Que su entramado fuera la clave y a partir de ahí fuesen los jugadores citizens quien de vez en cuando pudieran soltar alguna nota en tono de rocanrol. Ahí destacó Silva, quien anda a caballo entre el violín y la guitarra eléctrica, o que tiene parte de ambos instrumentos y usa cada uno a su antojo. El canario debía llevar a cabo el plan que su entrenador había puesto en juego, por lo que la verticalidad y el peligro corrieron de su cuenta.

La expulsión de Demichelis, clave

Kompany fue el hombre más solvente de su equipo y, además, el más atento. La razón de serlo era la obligación de abarcar el espacio que Demichelis dejaba cuando salía de su zona en el eje de la zaga. El central argentino tenía la tarea de salir tan pronto como Messi fuese a recibir cerca de su parte del campo, adelantado de esa manera su posición. La premisa era estrechar la separación entre mediocentros y centrales y hacer que en ese espacio apenas se pudiese jugar. Todo cambió con la expulsión de Martín. El defensor del City vio la roja por una entrada por detrás a Messi siendo el último hombre, dando al traste, de cierta manera, con el plan de su técnico.

Y todo nace en Andrés Iniesta. Nadie sobre el campo dribló más que el manchego, nadie fue capaz de zafarse tanto de sus rivales como él. Porque él es Iniesta, y por muy entramadas que sean las partituras o por muy juntas que tenga las líneas el pentagrama, Andrés sabe ubicarse por cada una de ellas. Con el balón sonríe y el balón le llegó a él. A la contra y con espacios, como no quería que ocurriese el City. El ‘8’ del Barça recibió, arrancó, condujo, vio a Messi y la soltó. Eso y la ruptura de Leo sirvieron. El argentino tomó ventaja sobre Demichelis, quien para pararlo cometió el penalti que derivó en su expulsión.

0-1 con un jugador más, o uno menos según se mire. El Manchester City, ante la inferioridad, se colocó en 4-4-1 pero ahora con Lescott acompañando a Kompany y Nasri y Silva ocupando los costados en el ataque. Lo cierto es que con 10 el equipo de Manchester tuvo oportunidad para empatar el partido, pero Valdés volvió a responder como gran portero y no dejó escapar una. Superior en número, el Barça también empezó a serlo en el juego y encontró más soluciones con el balón. Los laterales aparecieron mucho más y eso lo recompensó Alves. Tras un primer intento que se marchó rozando el palo, a la segunda vio puerta. La renta se fue a 0-2 para dejar encarrilada la eliminatoria a favor de los suyos. Una eliminatoria que estuvo igualada en el marcador hasta que Demichelis derribó a Leo Messi, una eliminatoria igualada hasta que Andrés Iniesta condujo el balón.

EL DEBATE: ¿ES JUSTA LA VICTORIA DEL BARCELONA EN MANCHESTER?

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