El 'affaire Goikoetxea' de Di Stéfano
El mito del Real Madrid vivió un episodio similar al de Di María
La polémica relacionada con el gesto de Di María ha ocupado gran parte de la actualidad del Real Madrid durante esta semana. No es algo nuevo que ciertos futbolistas decidan rendir cuentas personales comportándose de manera inapropiada, e incluso el presidente de honor del club, Alfredo Di Stéfano, vivió algún episodio de este tipo en el pasado. Lo recordamos.
Las hemerotecas nos traen esta vez una historia que en su día estuvo cargada de polémica y controversia. Con Alfredo Di Stéfano como protagonista nos remontamos a 1958 y al desaparecido campo de Atocha en San Sebastián, reviviendo los hechos que llevaron a la estrella del Real Madrid a ser menospreciado y degradado por la gran mayoría de la prensa, incluso la de la capital de España. Di Stéfano provocó un incidente que enturbió la buena imagen del entonces campeón de Europa.
El 23 de noviembre de 1958, el Real Madrid visitaba a la Real Sociedad en la 11ª jornada del campeonato de liga. Llegaban los blancos como líderes del campeonato, con bastantes bajas en su línea de ataque y con la mente puesta en el difícil compromiso de Copa de Europa ante el Besiktas que debían jugar la semana siguiente. Curiosamente, Di Stéfano no podría disputar el encuentro de Turquía al haber sido expulsado unos días antes en el de ida tras pelearse con un jugador rival. Como podemos deducir, los ánimos del hispano-argentino no pasaban por un momento de calma, y en el campo de Atocha iba a terminar confirmando que se encontraba en uno de los periodos más rebeldes de su carrera.
[video:http://www.youtube.com/watch?v=IOcbxP2-mdc]
Lo cierto es que el de Barracas había vivido un ciclón de emociones durante los últimos meses, con citas tan importantes como la visita que el Real Madrid realizó a su Argentina natal poco antes de comenzar el campeonato de liga. Para Alfredo fue conmovedor volver al campo de River y enfrentarse a sus ex-compañeros de Los Millonarios.
Al margen de los partidos, los blancos sintieron el cariño del pueblo argentino y de los españoles establecidos que en todo momento agasajaron a jugadores y dirigentes. Fue tanta la explosión que provocaron los jugadores merengues, que algunas crónicas cuentan que un teatro del barrio bonaerense de Palermo llegó a paralizar la función cuando espectadores, actores y bailarinas, se percataron de la presencia de los futbolistas.
Gran comienzo antes del escándalo
El Madrid comenzó la temporada con seis victorias en el campeonato de liga, dominando a sus rivales e incluso castigándoles, como hizo con Osasuna en la cuarta jornada en un festival de la delantera merengue formada por Di Stéfano, Puskas, Rial, Gento y Kopa; 8 goles se llevaron los navarros de Chamartín. Pero una semana más tarde comenzarían los problemas tras ser sorprendentemente goleados por el Barça en el Camp Nou por 4-0. Aquella derrota, en una de las grandes noches de Evaristo, llenó de dudas el vestuario merengue. Di Stéfano (con sus constantes cambios de posición) fue uno de los blancos preferidos de la prensa.
Y así llegamos al fatídico encuentro de San Sebastián, con una Real Sociedad que demasiado hizo defendiéndose de las acometidas madridistas y un Real Madrid que sinceramente defraudó. Los dos equipos empataron a cero, y lo que es peor, ofrecieron un mediocre espectáculo en la segunda mitad que hizo crecer la indignación entre parte del público. Atocha no era una plaza fácil para el Real Madrid, algo que se confirmaría en los siguientes años con recibimientos hostiles y enfrentamientos entre aficionados “Txuriurdines” y jugadores merengues, como el vivido por Marquitos en 1959.
Con el 0-0 final los dos equipos buscaron la caseta, y he aquí el momento clave de los acontecimientos. Según coinciden varios diarios de la época (no hemos encontrado versión alguna que afirme que los hechos no sucedieron así), la escena ocurrió de la siguiente manera: un periodista local del diario Unidad, el señor Goikoetxea, se dirigió al vestuario del Real Madrid y entrevistó primero al técnico visitante Luis Carniglia. La charla transcurrió con normalidad, y seguidamente el redactor quiso ampliar datos con Alfredo Di Stéfano.
El argentino se mostró serio y poco hablador, por lo que Goikoetxea interrumpió: - Se encuentra usted serio- el jugador le miró y respondió - Yo me río. Me río de usted -
Un compañero de la prensa madrileña se apresuró a excusar la reacción de la estrella madridista interponiéndose en la conversación: - Son cosas de los nervios, cuando salga de la ducha verá que Alfredo está mucho más calmado - Pero en versión de los presentes, Di Stéfano no sólo no pidió disculpas sino que se mantuvo firme en sus convicciones. Volvió a repetir.- Yo me río de usted, me río de los periodistas.- Goikoetxea replicó - ¿Pero es que se cree usted un semidiós?.- Pues sí.- respondió Alfredo.
El alboroto fue captado por la totalidad de los periodistas, y varios directivos del Real Madrid intentaron poner paz ante el escandaloso comportamiento de su estrella. El vicepresidente Francisco Muñoz Lusarreta y el dirigente y ex-jugador del club Méndez Vigo, se llevaron al periodista de Unidad a un lado del vestuario. Pero el bochorno iba a ser todavía más grande cuando en plena conversación, una toalla empapada en agua impactaba de forma violenta en la nuca del señor Goikoetxea y de paso, también se estrellaba contra el vicepresidente blanco. La mayoría de informaciones acusaron a Gento como autor material de la agresión.
Fue entonces cuando los directivos optaron por salir del vestuario, al tiempo que lograron que la prensa local tildara de caballero el comportamiento del club y totalmente inaceptable el de los jugadores visitantes, siendo “La vedette Di Stéfano” (como fue calificado) el centro de las críticas. Pero la bronca no se quedó en el campo, ya que al día siguiente se pudieron leer crónicas muy duras en todos los diarios e incluso hubo una denuncia a la Asociación de la Prensa.
Así, varios medios de la capital se solidarizaron con las quejas de los compañeros vascos, y publicaron duras críticas dirigidas a los futbolistas del Madrid. Diario MARCA, bajo el título “UNOS JUGLARES MAL EDUCADOS” expresaba:
"Cabe aplicar un buen margen de silencio mientras el núcleo compacto de los ases y quienes los pastorean no ofrezcan todas las garantías de educación y buena crianza; será suficiente para educar primariamente a estos seres tan tocados de incivilidad, aunque sólo sea por mostrarles sin aureola ni pedestal, constreñidos a su auténtica condición de juglares sin el menor interés humano, que divierten al prójimo con sus habilidades pedestres y recogen por ello sus monedas (…) Silencio, y que las escuelas nocturnas de adultos hagan el resto”
En ABC se hablaba de gamberrismo y de “la segunda personalidad de los divos merengues”. En la crónica deportiva podía leerse:
“flaco servicio le hacen al fútbol español estas vedettes, aunque sean unos genios dando patadas al balón. Han demostrado una desconsideración total hacia la prensa, que en resumidas cuentas los ha encumbrado y que ahora, por lo que a nosotros respecta, tiene que reconocer que crió cuervos y nos sacaron los ojos”
El culebrón adquirió tintes tan melodramáticos que el propio Di Stéfano (no sabemos si obligado por el club) remitió a la prensa una carta en la que se excusaba por los actos cometidos días antes y afirmaba que en ningún momento había deseado molestar al redactor. ABC la publicó el 27 de noviembre de 1958.
En su escrito no desmiente en ningún momento que los hechos ocurrieran y se percibe una acusada adulación hacia la prensa, de la que afirma: “A la prensa en general, que tanto elogia y ensalza mi actuación en los campos de fútbol, alabanzas a las que yo procuro corresponder en la medida de mis posibilidades, defendiendo con orgullo el honor deportivo de nuestra querida España”. El affaire de Di Stéfano y Goikoetxea pasó a formar parte de la historia menos recordada de nuestro fútbol, en un tiempo en el que los grandes tampoco lo eran tanto en ciertas ocasiones.