Homenaje a Eusebio

Nos deja una leyenda del fútbol

Eusebio da Silva Ferreira ha fallecido a los 71 años de edad tras sufrir una parada cardiorrespitaria. Siempre será recordado como uno de los mejores jugadores de la historia y en Fútbol Primera.es le brindamos este homenaje a su carrera.

2014 se inicia con la muerte de uno de los más grandes de la historia del fútbol, Eusebio Da Silva Ferreira. El ex- futbolista ya tuvo problemas graves de salud hace poco más de dos años, cuando una neumonía estuvo muy cerca de finalizar con un desenlace fatal. Se va un mito, un jugador al que la memoria nos remitirá siempre a un lugar muy cercano de los Di Stefano, Cruyff, Maradona o Platini.

Mozambiqueño de nacimiento, "la perla negra" fue uno de los grandes diamantes en bruto que ofreció el continente africano; un futbolista que elevaría al Benfica a las más altas cotas de éxito en el fútbol europeo. La Portugal de los sesenta, la gran Portugal hasta la llegada de los jóvenes talentos años más tarde, también estaba marcada por la denominación de origen "Eusebio". Él fue en su época uno de los estandartes de un fútbol latino que también sufrió durante la segunda parte de la década la expansión británica.

La Copa de Europa se tiñó del rojo del Benfica gracias al poder de un grupo de jugadores con raíces exóticas; los lusos, con sus victorias en Berna y Ámsterdam, fueron el gran sucesor del imbatible Real Madrid de las primeras ediciones. Eusebio entra en escena, un diamante pulido desde su llegada a Portugal. En 1966 llevará a la selección a las puertas de la gloria, pero sus lágrimas al abandonar el grandioso estadio de Wembley después de caer derrotado en las semifinales, ayudaron a que aquella fuera una de las postales más vendidas del campeonato. Inglaterra caminaba firme hacia la Jules Rimet.

La Llegada a Portugal

Como la de Di Stéfano a España, la llegada a su país de adopción estuvo repleta de conflictos. Béla Guttmann, el carismático entrenador que dirigía al Benfica de inicios de los sesenta, recibió una llamada que le alertaba de un descubrimiento. Una joya de Mozambique por la que ya comenzaban a preguntar algunos de los más importantes clubes de la liga portuguesa. Para evitar la intromisión del Sporting en el fichaje, el Benfica escondió al jugador; Eusebio pasó unos días en el Algarve, lugar perfecto para que el club de la capital portuguesa pudiera ultimar los detalles de su incorporación.

Eusebio en el terreno de juego era imprevisible, ya que sus cambios de ritmo desesperaban al rival. Poseía una gama de colores en sus regates que lo hacían un delantero diferente con una pierna derecha privilegiada. En cada partido la improvisación estaba presente, y el dinero invertido por ver de nuevo al diamante mozambiqueño era una decisión acertadísima para los aficionados. Sus movimientos de cuerpo eran comparados a los de un gato, gestos que aprendió en las interminables pachangas callejeras de su Maputo natal.

Ganó casi todo lo que se puede conseguir a nivel de clubes. El Benfica reinó en Europa durante la primera mitad de los sesenta con un equipo plagado de jugadores repescados de las colonias. Con la salida de Guttmann comenzaron a llegar las derrotas en finales continentales, y todavía hoy se recuerda la maldición que parece atenazar a los lisboetas cuando están a punto de conseguir un trofeo europeo.

A nivel individual las cosas tampoco le fueron nada mal a Eusebio. Ganó siete veces el trofeo de máximo goleador en el campeonato portugués, fue máximo goleador de la Copa de Europa en tres ocasiones, así como del mundial de 1966 con la selección. Un año antes de la Copa del mundo, el fútbol europeo premió la brillante trayectoria de Eusebio otorgándole el balón de oro, convirtiéndose así en el primer futbolista de raza negra que lo conseguía. Todo un icono de superación que unido a su talento y a sus feroces ganas en el terreno de juego le convirtieron en el mejor futbolista portugués de la historia.

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Eusebio llega a la Copa del mundo de 1966 en un momento de madurez personal y deportiva. En la primera fase, dos goles suyos ayudan a destronar a la Brasil de Pelé. Una sucesión sin traumas ya que Portugal está dispuesta a hacer historia en aquel campeonato. Más tarde en el estadio del Everton, cuatro goles del futbolista del Benfica ayudaron a levantar un partido en el que la gran sensación del campeonato, Corea del Norte, le estaba ganando por 0-3 en la primera parte. Los lusos iban lanzados hacia la final. Pero en semifinales esperaban tres huesos: Inglaterra, Wembley y el mejor Charlton, que con sus dos goles impedirían que el talento portugués tuviera presencia en el partido decisivo.

Eusebio finalizó el mundial con nueve goles en su cuenta y la cara llena de lágrimas. Fue el golpe más duro para un hombre que lo dio todo. Nos deja un mito, otro más que añadir a la lista. La perla africana que sorteaba defensas y perforaba porterías. Descanse para siempre el maestro de Mozambique.

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