Milan: el momento de las explicaciones
La crisis del Milan explicada desde dentro


Cuando los aficionados a un club toman el estadio y convierten un partido de fútbol en una hora y media de reivindicaciones, quejas, protestas y amenazas, es que algo no va bien o no funciona de la manera correcta. Cuando la institución no va por el buen camino, el juego en sí deja de importar y los socios pasan a ser los protagonistas de una revuelta popular que no termina hasta que se producen los cambios oportunos o, al menos, cambios que hacen recuperar la fe en una entidad que navega hacia la deriva.
Este fin de semana pasado, la Curva Sud jugó su particular partido. El Milan estaba allí, disputando su partido de liga ante el Genoa, pero la noticia no se encontraba en el césped, sino en las gradas. El segundo anillo azul de San Siro centró todas las miradas, tanto de la prensa, como del resto de aficionados e, incluso, de algunos jugadores con los que la afición rossonera pagó su enfado. Justo al empezar, llegó la primera pancarta: “Rossi come il fuoco, Neri come l’incazzatura; se non sputate sangue, iniziate ad avere paura!” o lo que es lo mismo: “rojos como el fuego, negros como la rabia; si no escupís sangre, empezad a tener miedo”. Una amenaza directa, clara y con intenciones. Luego llegaron muchas más, “Nunca un Milan como este. Habéis enfangado nuestra historia”, “Por como juega el equipo no hay muchos motivos para estar alegres (Allegri en italiano)”, “Más que una entidad, parece una telenovela. En pocos meses estáis borrando los éxitos de una era”. Y hasta críticas feroces a ciertos jugadores: “De los años de oro, a los años de Zapata y Constant” o la más directa, “Constant: En vez de hacer teatro y ser arrogante, respeta a quién te paga por verte jugar de forma mediocre”.
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Y así hasta que llegó, tras 70 minutos de espantoso fútbol, una pancarta en el minuto 25 de la segunda parte que marcaría el postpartido en periódicos, radios y televisiones: “Nos vemos a la salida del parking…” De esta forma, los tifosi indicaban a los jugadores que la noche iba a ser larga y que no se marcharían hasta recibir explicaciones. En la zona mixta del estadio no se paró nadie. Habitualmente un par de jugadores y el entrenador atienden a los medios, quiénes esperan para hacerles las correspondientes preguntas, pero ese sábado fue totalmente distinto a los demás. Los jugadores iban pasando, Mexès se paró para explicarle a la periodista de Milan Channel su lesión ocular y Matri suplicó, con cara de cordero degollado y con una expresión de cansancio absoluto, que no le pidieran hablar. Por cierto, enésima ratificación de Allegri como entrenador tras los gritos de la Curva en favor de Inzaghi. En la tertulia nocturna de RaiSport, el ex milanista Gianluca Zambrotta habló de la posibilidad de que su ex compañero fuera el nuevo técnico del conjunto lombardo: “Pippo es un entrenador de futuro, lo está haciendo muy bien con los jóvenes, pero en estos momentos no le saldría a cuenta ser el entrenador del primer equipo”.
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Entonces, la noticia no estaba allí. En el parking de San Siro esperaban cerca de 400 personas la salida de los futbolistas para, tal y como nos comentó un aficionado, “únicamente recibir explicaciones y hablar del rumbo del equipo. No vamos a increparlos”. Y así fue. Kaká y Abbiati, los capitanes ayer a falta de Montolivo, se acercaron a los aficionados para hacerles saber que el equipo está unido, que el esfuerzo es máximo y que van a intentar solucionar la temporada de la mejor forma posible. Tras ese acto de valentía y respeto al club, los tifosi aplaudieron y abandonaron el estadio.
Pero el trabajo no está hecho todavía. Una simple explicación no va a conseguir que los socios y aficionados al Milan duerman tranquilos durante unas semanas. Se acercan partidos complicados que pueden marcar el devenir del equipo en Serie A y Champions. Tres encuentros consecutivos fuera de casa: Glasgow, Catania y Livorno, antes de recibir en San Siro, el 11 de diciembre, al Ajax de Amsterdam. Ese día será el reencuentro del equipo con los seguidores. La plantilla debe trabajar a conciencia para conseguir que, dentro de tres semanas, el recibimiento en San Siro no tenga nada que ver con lo sucedido el sábado pasado. Manos a la obra.
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