Los fracasos de Francia como motor de éxito
Quedarse fuera de Italia 90 inició la revolución del fútbol francés
Francia se encuentra al borde del abismo y tan sólo mantiene una mínima esperanza de salvación en el partido de vuelta de la repesca para Brasil 2014 que jugará hoy ante Ucrania. Si se consuma el adiós al mundial, el equipo nacional podría vivir un profundo cambio en sus estructuras. No sería la primera vez que sucede...
El pasado domingo se cumplieron 20 años del fatídico Francia-Bulgaria que dejó a la selección gala fuera del campeonato del mundo de Estados Unidos. Aquella noche el equipo dirigido por Gerard Houllier es derrotado en su propio estadio por segunda ocasión consecutiva (Israel ya lo había conseguido en octubre de 1993) en poco más de un mes. El descuido provoca que Les Bleus se despidan de otro mundial, aunque el trabajo de depuración en su fútbol ya había comenzado mucho tiempo atrás.
La Bulgaria de Kotadinov y Stoichkov es el primer recuerdo que llega a la cabeza del aficionado cuando pasadas dos décadas, la selección francesa puede quedarse sin viajar a la fase final de un gran campeonato de nuevo. Como siempre en estas ocasiones, el país se ha convertido en un polvorín y las acusaciones al equipo nacional no se han hecho esperar. Cuando Francia no gana aparecen los alegatos en contra del espíritu de los jugadores, la mezcla de razas y la falta de sentimiento ante la bandera tricolor.
Sorprende que muy pocos se acordaran de todos estos problemas el día que el Arco de Triunfo mostraba el rostro de un hijo de emigrantes argelinos tras ganar la Copa del Mundo en Julio de 1998, pero ésta es la enfermedad de un país al que le cuesta asimilar la derrota y por encima de todo, reconocer los errores propios. Sin embargo, a finales de los años ochenta sí lo hicieron, y pese al fracaso deportivo vivido por la selección en 1993, el fútbol francés construyó los cimientos de una estructura sólida en la que no tuvo lugar la corrupción ni los dirigentes fraudulentos.
Italia 90, primer fracaso
Después de acudir a tres Copas del Mundo consecutivas (1978,1982 y 1986), Francia inició una caída al infierno, primero quedando fuera de la Euro 88 y más tarde perdiéndose su primer mundial en más de una década. En octubre de 1988 se empata 1-1 con Chipre, en un partido de clasificación que supondrá la tumba definitiva para el seleccionador Henri Michel. Con este resultado las autoridades entienden que el equipo ha tocado fondo, y muy pronto se producirá una intervención de los estamentos políticos de rango superior al deporte.
El nombramiento de Claude Bez como intendente de la Federación francesa de fútbol (una especie de responsable del equipo nacional), fue el primer paso del cambio. Bez era el presidente del Girondins de Burdeos y uno de los más férreos contrincantes en los despachos del magnate Bernard Tapie. La primera decisión de Claude es nombrar seleccionador a un joven de 33 años, nada menos que Michel Platini, un jugador que había colgado las botas definitivamente un año antes.
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Con su llegada se espera que Francia recupere el rumbo perdido tras la salida del ex-capitán de la selección. Pero muy pronto se descubrirá que la herida del equipo en el plano deportivo requiere una intervención mucho más profunda que un simple cambio de caras. Francia no es capaz de ganar ninguno de los dos siguientes partidos ante Yugoslavia, y finiquita prácticamente sus opciones de clasificación al mundial perdiendo en Hampden ante Escocia el 8 de Marzo de 1989. Platini había optado por recuperar a algún histórico como Jean Tigana, alejado de los partidos internacionales desde dos años atrás, pero la apuesta no funcionó.
No acudir a Italia 90 fue el verdadero golpe que cambió la estructura del fútbol galo. Desde el ministerio de deportes se aprobaron una serie de decretos que reformaron por completo las competiciones. Primero se redujo el número de equipos de la primera división (de 20 a 18), y más tarde se suprimió el partido de vuelta en las competiciones de copa. Los clubes tenían la obligación de alinear al menos a 9 jugadores formados en las categorías inferiores, y a partir de ese momento se comenzó a perseguir de forma notable la corrupción, la economía sumergida y los salarios sospechosos de algunos futbolistas.
Las investigaciones fueron dando resultados, y muchos nombres importantes salieron a flote mezclados con el escándalo Pocos se salvaron: Bez, Vautrot, Tapie; la administración intervino en muchos traspasos con el fin de encontrar una salida al túnel y de paso, ayudar a la selección en su búsqueda de nuevos valores.
Esencial en este trabajo fue la construcción del Centre Technique National Fernand-Sastre (conocido como Clairefontaine), una escuela de alto rendimiento para jóvenes jugadores inaugurada en 1988. A partir de los acuerdos de 1989, se decide apoyar en gran medida este proyecto, dotando al centro de los mejores entrenadores y unas subvenciones económicas inmejorables. Como manifestaron Platini y otros defensores de la iniciativa en 1990, los resultados comenzarían a plasmarse a partir de la mitad de la década; no se equivocaron.
Por la escuela pasaron jugadores como Nicolas Anelka, Thierry Henry, William Gallas, Saha...algunos de esos futbolistas formarían parte de la brillante selección francesa que ganó el mundial de 1998 y la Eurocopa del año 2000. Estos triunfos fueron la consecuencia de una ambiciosa política de captación y formación de talentos, que unida a la integración plena del aspecto multicultural en el equipo, originó una de las selecciones más potentes de la historia. El proceso no fue fácil, y como cualquier proyecto, estuvo muy cerca de naufragar en partidos concretos (como lo hizo en 1993 ante Bulgaria), pero la fortaleza de los técnicos y la calidad de jugadores como Zidane, Henry, Trezeguet o Djorkaeff, se impuso. Francia logró unirse más que nunca en torno a su equipo nacional.
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Pasado el periodo glorioso, Francia todavía logró avanzar hasta la final de un mundial en 2006, pero después de la retirada de Zidane la selección ha ido perdiendo eficacia paulatinamente. Ahora, puede que sea el momento de iniciar un rotundo cambio similar al propuesto en 1989. La ausencia en Brasil 2014 podría ser el fin de trayecto definitivo y el inicio de una nueva era para la selección francesa. Ideas, ganas de cambio y revolución no faltarán en un país que debe estar siempre presente en la Copa del Mundo.
EL DEBATE: ¿LOGRARÁ FRANCIA CLASIFICARSE PARA EL MUNDIAL DE BRASIL 2014?