Totti: Todos quieren ser ‘Il Capitano’
Vive una 'tercera' juventud con Rudi García
La Roma se ha confirmado como una de las grandes favoritas al título de campeón de la Serie A con Francesco Totti como Eterno Capitano. Después de siete victorias consecutivas llega el más difícil todavía recibiendo al Napoli.
El fútbol mediático, de fichas astronómicas y traspasos atronadores, no va con ellos. La fidelidad es un sentimiento de cariño mutuo, el respeto por unos colores representa el mejor de sus sueños y no existe dólar, euro o el más valorado de los tesoros que logre sacarles de su ‘casa’. Aunque la culpabilidad siempre recaiga sobre sus demoledores hombros, son la perfecta representación del orgullo por un escudo, por una entidad y todo lo que la rodea. Quedan pocos pero aún subsisten aquellos jugadores cuya figura, castigada por años de sacrificio y devoción, mantienen una dilección con aquellos que le dieron la primera oportunidad cuando apenas levantaban unos palmos del suelo. Scholes en el Manchester United, Maldini en el Milan o Del Piero en la Juventus, son tres claros ejemplos de amor a un sentimiento inmutable, ése que en Roma, por encima de coliseos y templos, estará reservado eternamente a Francesco Totti, Il Capitano.
Er Pupone para los que creen que siempre fue un niño mimado, el Gladiador para aquellos que ven reflejado en su cuerpo al más valiente de los luchadores e incluso el Emperador, por los que le colocan al nivel de los grandes gobernantes romanos. Todos los apodos atestiguan una iconografía en torno a un jugador que ha roto cualquier guarismo de fidelidad en la capital azzurri y que es idolatrado y odiado a partes iguales entre los hinchas de la Roma y sus enemigos. Un personaje singular dentro y fuera del césped pero, sobre todo, una pieza angular y absolutamente clave en la societá giallorossi. Y es que el pequeño pupone debutó con sólo 16 añitos, aceptó la capitanía romana con 20 y se colgó la azzurri como esa estrella que siempre se apaga en el momento clave. Sus desplantes con la selección son una de las causas de que su país le tenga cierto rencor. Ese país, que hoy, con 37 años, aún le quiere en la Azurra.
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Francesco ha remado siempre en la dirección fijada por sus convicciones, en aquella que le impedía abandonar su pasado, sus calles, sus amigos … y permanentemente con una planta ambiciosa, ganadora, de mucho carácter e invariable sacrificio. Eso le costó críticas, desde luego, pero también le llenó de elogios que no olvida pese a que, cuando mira sus piernas, ve a un hombre maltratado por la dureza del cartel que le tocó defender. No se puede ignorar que estos esfuerzos, que le han hecho perderse más de un dos años y medio por lesiones (sumando la inactividad de todas ellas), acaban pasando factura.
Durante varios años (y no miro muchos más atrás) Totti se tambaleaba al son de un físico que le impedía exigencias, que le obligaba a frenar sus ambiciones y le retaba cada domingo en los pastos transalpinos .Era el momento donde parecía que el gran capitán romano tenía que afrontar la decisión más difícil de su vida deportiva: pensar en colgar las botas. La imagen de algunos partidos en Champions, donde apareció superado sobre el césped del Olímpico, suponían un doctorado en psicología. Ver al ídolo con la cabeza tapada por su camiseta, moviéndose sin destino, llorando sin consuelo mientras sus rodillas (protegidas visiblemente) aguantaban la presión europea de toda una institución, podían reflejar el punto y final de la historia.
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Actuó de mediocentro, se hizo grande como mediapunta y triunfó como goleador cuando el equipo demandaba un delantero (llegó a ser Bota de Oro).Totti, que lleva consigo desde hace siete años una placa de metal y diez tornillos en su tobillo, ha luchado contra la naturaleza de su físico, intentando resignarse, olvidando dolores y forzando hasta los extremos, lo que le ha mermado en los últimos años. En estos, se vio obligado a dejar la selección italiana en varias ocasiones, hasta su adiós definitivo. O eso parecía, porque viendo su momento de forma, Cesare Prandelli ya ha admitido que “si ahora fuera el Mundial, lo llevaría”.
Pero Roma se levantó. Y Totti, como el gladiador eterno, nunca descansó hasta encontrar de nuevo el camino correcto. Ese que ahora marca junto a Gervinho o Maicon, junto a Florenzi y Strootman, junto a Ljajic, Benatia o Pjanic y, sobre todo, junto a su inseparable De Rossi. Ahora, una vez que la vía correcta ha llegado con el exitoso proyecto de Rudi García (absoluto icono del fútbol italiano estos días por su impresionante racha de imbatibilidad), la Roma valora más que nunca … un futuro con Totti. No habrá ya grandes plazos. No habrá ya grandes metas. Pero sí una despedida monumental que amplíe la perspectiva real del ‘Capitano’, que agota sus esfuerzos en volver a ser campeón. Un comodín, un amigo, un compañero, un héroe, un milagro que vio la luz en uno de los vecindarios más famosos de la incomparable Roma (Porta Metronia) y, sobre todo, un dios cuya sempiterna silueta acabará desterrando a Rómulo y Remo de la compañía de la Loba Capitolina. Y todo, por un Scudetto…
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