Juventus: Fernando Llorente, simplemente delantero
Se estrena en la Supercopa de Italia ante la Lazio
Fernando Llorente es uno de los fichajes estrella de la temporada 2013-2014 en la Serie A y arranca su aventura en Italia con la Juventus de Turín disputando la Supercopa de Italia ante la Lazio. Analizamos la situación de Llorente en el Calcio.
“Tiene una media de 15 goles por temporada con el Athletic en la Liga. Espero que aquí pueda mantenerla, pues será de gran ayuda y satisfacción”. Son palabras de Beppe Marotta, director general de la Juventus y, desde luego, perfecto conocedor de las grandes necesidades goleadoras de su equipo en las últimas campañas. El contexto de su comentario le colocaba justo delante de casi dos metros de gigante navarro, de corpulencia, potencia, juego aéreo y fortaleza en jugadas tácticas. Un Fernando Llorente que, como campeón del mundo y pieza determinante para renovar conceptos ofensivos en todos los instantes en los que se ha necesitado su aportación, asomaba por fin con la camiseta bianconeri entre las manos. Su finalidad, su fichaje, su único objetivo, es ser capaz de definir en portería contraria para superar la que quizás, es la única merma considerable de la Vecchia Signora en los últimos años.
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Si tenemos en cuenta las cifras anotadoras, la Juventus fue el tercer equipo más goleador de la pasada Serie A (empatado con la Roma a 71 goles) y fue su gran capacidad defensiva (recibió solo 23 goles con mucha diferencia respecto al resto de rivales) lo que le generó una mayor diferencia en la clasificación. Su solidez en la línea trasera, la solvencia de centrales experimentados y la eficacia generada a raíz de las peticiones básicas de Antonio Conte, despertaron la cara más competitiva entre sus figuras traseras. Un equipo creado en torno a una estrella que mueve al resto (Pirlo) y una seriedad defensiva inalterable (Buffon, Chiellini, Bonucci, Barzagli). Absolutamente conscientes de ello, el entrenador tuvo que improvisar durante todo el curso diferentes posibilidades de ataque, con jugadores ‘comodín’ o intentando rodear al más adelantado con llegadores que aprovecharan sus virtudes. Tanto, que ninguno de ellos fue capaz de generar el impacto adecuado. Motivo por el cual, Fernando Llorente ya estaba contratado desde hacía meses.
Las diferentes variaciones llevadas a cabo el pasado curso, no hicieron sino demostrarse a sí mismas que su rol era secundario o, al menos, no prioritario ante el gran rendimiento de jugadores en diferentes líneas. Carrileros de élite, potentes llegadores, mucho recorrido en sus interiores y, desde luego, un director de orquesta, pero jamás, nunca, un delantero centro de primerísimo nivel. Si el elegido era Matri, la propuesta aseguraba mejor marca fija sobre los centrales. Si el titular era Vucinic, una mayor coordinación con quienes llegan desde atrás y buenos movimientos por todo el frente. Si aparecía Quagriarella lo que se imponía era la improvisación, la pelea en metros y en detalles para buscar el gol de pillería y dinamismo. Tres opciones que apenas llegaron a sumar 27 goles. Cifras interesantes siendo un ‘tridente’ que alternaba minutos pero nulos si hablamos de un equipo de primerísimo nivel que pretende luchar por títulos nacionales e internacionales. El perfil de lo que se iba a buscar este verano, estaba más que predefinido.
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Llorente era una oportunidad que la Juventus no podía dejar pasar. Sin juzgar aún la potencialidad de sus virtudes o la farsa de sus defectos, el coste cero de la operación en tiempos de incapacidad financiera para poder mejorar las pretensiones de la plantilla, no perdonarían la pasividad en esta operación. El navarro es delantero, algo inusual en estos tiempos de falsos experimentos, de pruebas tácticas y de constantes intentos para minimizar el impacto de una figura de área. Antes, los ‘panzer’, ‘tanques’ o ‘gigantes’, era marca registrada en casi todos los grandes clubes mundiales pero su rol, por aislarse de la técnica individual y no mostrar grandes virtudes para aportaciones externas al gol, empezó a convertirse en terciario. De ahí que apenas queden entre nosotros delanteros de semejante perfil, de fuerza como elemento diferencial, de potencia como raíz de su capacidad y de centímetros como salvación ante las críticas masivas hacia un prototipo ridiculizado hoy y elogiado en otra época.
Desde la huida de Ibrahimovic y la decadencia de Trezeguet, ningún delantero centro fijo, más estático y de fortaleza física, ha vuelto a dejar su sello juventino, aunque curiosamente, ellos fueron los que más goles y estadísticas dejaron en las redes rivales. Su dúo con el diminuto aunque efusivamente gigantesco Carlos Tévez, puede confluir en una perfecta asociación de intereses. Lo fue en Bilbao y lo será en Turín, pues Llorente es una especie en extinción de fácil crítica y difícil elogio pero, sobre todo, un perfil arcaico de un tiempo donde el fútbol permitía roces, contactos y furia. Cualidades de un león que quiere morder en Italia todo aquello que no le dejaron cazar en su conflictiva salida de San Mamés. No hay pérdida. Es, por fin, un delantero, un simple delantero.
EL DEBATE: ¿TRIUNFARÁ FERNANDO LLORENTE EN LA JUVENTUS?