Barcelona: Tata Martino, salvar el estilo o ir al precipicio

Entrenadores arriesgados que murieron en el intento etc...

La filosofía del Tata Martino ha sido un factor fundamental para que el Barcelona haya decidido su contratación para la temporada 2013-14, un debate el del estilo, que ha originado encendidas discusiones en varios frentes debido a la disparidad de opiniones que colocan a Martino en diferentes polos futbolísticos. Seguidor a ultranza de las doctrinas “bielsistas” para unos, otros analistas han destacado de él su camaleónica facilidad de adaptación a diferentes grupos de jugadores. En cualquier caso, el Barcelona se encuentra ante uno de los proyectos más controvertidos de su historia reciente, con un entrenador que demostrará en los próximos meses si su metodología está a la altura de los grandes revolucionarios. Otros técnicos llegaron bajo expectativas parecidas y no pasaron el corte...

Los aficionados al fútbol disponen de una sensibilidad especial para apreciar la labor de los entrenadores innovadores. Ansiosos, los seguidores suspiran por conocer a nuevos iconos; los abanderados de una vía alternativa. Es por ello que casos como el de Marcelo Bielsa en La Liga, Prandelli en la selección italiana o Roberto Martinez en Inglaterra, causan un impacto especial. Lo desconocido y original seduce al espectador, aunque la historia ha demostrado que no siempre la apuesta aparentemente más tentadora tuvo el éxito esperado...

Aprovechando que el Tata Martino experimentó gran parte de sus victorias en Paraguay, es buen momento para recordar a Manuel Fleitas Solich, el histórico técnico que dirigió al Real Madrid durante la temporada 1959-60. Dimitió una tarde del mes de abril, justo días antes de que el Real Madrid diera el primer paso para eliminar al Barça de Helenio Herrera en las semifinales de la Copa de Europa (preámbulo de la histórica final de Hampden). Sin embargo cuando Fleitas se marchó todo eran lamentaciones y dudas ¿por qué un equipo que había contratado a Didi, a Pepillo y a Canario, no había sido capaz de ganar la liga?

La decepción era mayúscula por cuanto se tenían grandes esperanzas en Fleitas Solich; el hombre que había conseguido que Paraguay se proclamara campeón de America en 1953 y que deslumbró también en Brasil justo antes de aterrizar en España. De Fleitas Solich se esperaba que consiguiera hacer frente al Barcelona, dominador implacable desde la llegada de Helenio Herrera. Y no lo hizo tan mal, ya que su equipo empató a puntos con su rival en la clasificación y le superó en número de goles marcados; su llegada supuso un cambio, aunque no tan revolucionario como se esperaba y no lo suficientemente efectivo como para llegar a la última jornada con opciones de ser campeón, y eso en el Real Madrid no se perdona. Tras la salida del paraguayo se instaló definitivamente Miguel Muñoz... pasarían más de 13 años y 600 partidos de liga hasta que abandonase el cargo.

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Maturana y Parreira, el fracaso en España

Cualquiera que viviera o siguiera el fútbol en los años previos al mundial de Estados Unidos 1994 puede dar fe de la realidad de la siguiente afirmación: en aquel periodo se valoraba al Barça de Cruyff y al Milan de los récords, el de Fabio Capello. Pero si existía un entrenador que fascinaba a los “parabólicos” de los noventa, ese era el Pacho Maturana. La selección colombiana llevaba tiempo haciéndolo bien, buscando y ofreciendo una cara distinta en el terreno de juego. El 0-5 a Argentina disparó las previsiones y condenó al grupo a una injustificada presión que terminó con el asesinato de Escobar.

Los partidos de la fase de clasificación llegaban a España gracias a las conexiones por satélite de los programas nocturnos de radio; no existía el seguimiento de hoy en día y muy poca gente tenía acceso a los encuentros en televisión, pero lo que se contaba de la máquina colombiana fascinaba de tal forma que cualquier equipo deseaba vivirlo en primera persona. A Maturana se le recodaba de Valladolid, pero la madurez del “Pacho” podría ser el mejor antídoto con el que luchar contra el dominio de Cruyff, del Real Madrid que perdía ligas en Tenerife y el Superdepor de Arsenio Iglesias. El presidente Gil y Gil le ató para el Atlético, aunque en poco tiempo llegó el desastre.

Diametralmente opuesto al colombiano pero con el peso de una Copa del Mundo bajo el brazo, aterrizó en Valencia Carlos Alberto Parreira. En Brasil acusaban al técnico de usar medios de sabotaje al fútbol brasileño, pedían su dimisión antes del mundial por utilizar un fútbol físico y demasiado táctico, pero la copa cerró bocas. Parreira llegó a Valencia en 1994, un lugar que necesitaba justo eso, un sargento de hierro con ayudantes que calculaban acciones por ordenador y que fuera capaz de imprimir respeto en Mestalla. El brasileño era en definitiva un revolucionario, como Maturana, aunque se manejara en otras esferas. Fracasaron de forma rotunda, aunque buena parte de culpa la tuviera el caldo de cultivo que se encontraron en los clubes a los que llegaron.

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Un entrenador para las estrellas, el nuevo modelo

Siempre se ha dicho que un club de fútbol no debe firmar jugadores en base al gusto de su entrenador. Se critica que se fabrique un equipo para un empleado que puede dejar de serlo en cualquier momento, pero ¿ y contratar un entrenador para que se adapte a un par de futbolistas? es justo lo que ocurrió en el Real Madrid 2003-04 con Carlos Queiroz. Tras la dantesca noche de cuchillos largos en la que Vicente del Bosque dejó de entrenar al equipo, Queiroz fue elegido como sustituto. Sin dudar de las capacidades del portugués, está claro que su designación vino motivada por la eminente llegada de David Beckham (con el que trabajaba en el United) y la presencia de Luis Figo (al que conocía muy bien de las categorías inferiores de la selección).

Se imponía un estilo nuevo, el de técnico de perfil bajo, experto conocedor de los entresijos de un club grande pero con una inexperiencia que con el tiempo se reveló en hándicap para su trabajo. El fracaso estaba a la vuelta de la esquina. Existieron casos todavía más ásperos. Dragoslav Stepanovic fue una mal sueño para los aficionados del Athletic de Bilbao. Llegaba del Bayer Leverkusen, pero en la capital del “botxo” todavía se preguntan como un hombre de ese perfil pudo recalar en las filas del club rojiblanco. Y es que durante aquel verano de 1995 los leones perdieron gran parte de la cordura en materia de contrataciones. Habían firmado a Joseba Etxeberría en una maniobra muy criticada por su vecina Real Sociedad (pagaron la cláusula de rescisión y se llevaron al jugador pese a la negativa del conjunto guipuzcóano a vender), y presentaron un técnico que impuso unos métodos que escandalizaron a gran parte de la grada; dejó de ser el entrenador tras la jornada 31, el Athletic pudo descender aquel año.

Y si nos remontamos al pasado y buscamos un estilo exótico e ideas rompedoras, llegamos a un caso no muy conocido que pasó por Sevilla. Se trata del griego Yiannis Georgiadis, técnico del Sevilla en 1971-72. Nacido en la isla de ítaca en 1922, de él destacaba su amplia cultura y la experiencia adquirida en una vida singular; de joven había sido profesional de varios deportes, incluido el Pentatlón. Un humanista que hablaba cinco idiomas y había sido diplomado en varios países de Sudámerica, destacando sus estudios de educación física. Llegó al Sevilla en julio de 1971 y su fichaje tuvo un gran impacto en el fútbol español. Un hombre exótico que aseguró a su llegada: “todos los equipos en los que he estado admitieron que les hubiera gustado tenerme para toda la vida”. El griego duró 7 meses y dejó al equipo al borde del precipicio. Descendieron al terminar la temporada.

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