Asia: Japón, primer clasificado para Mundial 2014
Los nipones sellan su billete
Japón ha obtenido su billete para el Mundial 2014 y se ha convertido en la primera selección en lograr clasificarse matemáticamente para disputar la Copa del Mundo en Brasil. Analizamos al equipo nipón.
La fase de clasificación para la Copa del Mundo Brasil 2014, avanzará estas próximas semanas a un ritmo vertiginoso. Empezaremos a desvelar los países que decepcionaron quedando por el camino, conoceremos aquellos que han podido resistir al menos hasta las últimas jornadas competitivas pero, sobre todo, saltarán a la palestra los primeros en sellar su pasaporte mundialista. Y si miramos hacia atrás, los horarios que el planeta nos tiene reservados a todos, siempre propiciaron que las noticias más frescas llegaran desde Asia. El continente más desconocido futbolísticamente para la mayoría, hace tiempo que se adelanta al resto, ya que al celebrar sus partidos horas antes que el resto del planeta, siempre generan los primeros análisis y opiniones.
Sufrieron la anexión de Australia que catapultó a una mayor exigencia al resto de candidatas, sufre varios derbis entre países que se odian con ferocidad más allá de lo futbolístico (las dos Coreas), interpretan con necesidad de crecimiento aquellas mejorías provocadas por el petro-dólar en las naciones árabe (Emiratos, Watar, Omán…) y hasta pelean contra los renovados conceptos de sus raíces y antepasados rusos (sobre todo Uzbekistán). Y en esa larga lista de 32 selecciones que logran entrar al Mundial cada cuatro años, hace casi dos décadas (es la quinta vez que lo consiguen consecutivamente) que la primera que coloca su nombre en la cúspide como la más rápida en ganarse la aprobación del resto, es el gran referente del fútbol continental: Japón.
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El combinado nipón ha renovado su carácter competitivo con el paso de los años, ha logrado generar el campeonato más atractivo del continente y desarrollar una fértil vía de escape a sus mejores jugadores, que lejos de épocas pasadas, hoy están involucrados en muchos de los clubes europeos más importantes de ligas de superior nivel. Nada queda de aquella primera incursión en 1998 con un equipo realmente desconocido, lejos de cualquier foco de interés incluso en su país y que apenas fue capaz de hacer un gol en tres partidos. Tres derrotas, una de ellas muy singular al ser incapaz de vencer a Jamaica (1-2 con gol de Nakayama) en uno de los partidos más especiales y extraños que han dejado las fases finales mundialistas. Pero contrariamente a lo esperado, la fuerza de aquél primer impacto en el país fue brutal, logrando extender el amor a la pelota con extrema celeridad y abogando por ampliar cuanto antes la estructura profesional en torno a ese equipo.
Tanto, que apenas cuatro años más tarde, lograron su primera victoria mundialista en tierra patria. La cita de 2002, arropado por su gente y en sus estadios, fue la que acabó por romper todos los obstáculos que durante décadas tuvo el deporte rey, tachado de occidental y al que siempre le costó introducirse en la cultura japonesa. Siete puntos a raíz de un empate (en el debut ante Bélgica) y dos victorias (ante Rusia y Túnez), ampliaron la magnitud del proyecto nipón, que se derrumbaría días después en octavos ante Turquía (revelación en ese Mundial). Sin embargo, los pasos competitivos se habían calculado perfectamente, logrando además un respaldo multitudinario que jamás iba a abandonar a sus Samuráis Azules. Una nueva cultura deportiva instaurada en el adn nipón, generó su propio modelo, sus propias licencias, sus propias interpretaciones de lo que es animar, apoyar, empujar y hasta llevarlo a la práctica en el césped. Ese 2002 renovó estructuras y alteró el prototipo deportivo que durante siglos había dominado en el país.
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Un grupo muy complicado debilitó esas premisas en 2006 (sumando un solo punto), pero las ilusiones se dispararon en 2010 con la mejor generación que Japón jamás había presentado a una fase final. Tras arrollar en sus citas clasificatorias, sumó seis puntos en el grupo (ganando a Dinamarca y Camerún), pero además, llegó hasta los penaltis en una cita que mereció vencer a Paraguay. Un esfuerzo brutal para el momento más alto de la historia del fútbol japonés, que ha multiplicado desde entonces su rol de país exportador de promesas a clubes europeos y que ha elaborado un campeonato mediático, especialista en marketing y vendido a los grandes consumidores futbolísticos del planeta. Un trampolín ideal que ha propiciado que su selección sea hoy la más valorada, querida y respetada de toda Asia.
Kawashima (Standard) bajo palos, defensas competitivos Nagatomo(Inter), G.Sakai (Stuttgart), H.Sakai (Hannover), Yoshida (Southampton) o Uchida (Schalke), centrocampistas diferentes como Hosogai (Leverkusen), Inui (Eintracht), Kiyotake (Nurnberg), Honda (CSKA) o Kagawa (Manchester United) y delanteros que intentan terminar con el mal endémico del gol como Havenaar (Vitesse) u Okazaki (Stuttgart), aseguran muchísimos detalles interesantes para seguir progresando. Una selección liderada por un conocedor exhaustivo como Alberto Zaccheroni, que espera lograr rebasar la barrera de octavos de final en un Mundial de Brasil 2014 para el que, una vez más, han sido los primeros clasificados. El gigante asiático amenaza de nuevo.
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