Borussia Dortmund: Luchar o asumir el ‘guardiolismo’

La Copa de Europa es el gran objetivo antes del cambio de era en Alemania

El Borussia Dortmund afronta una nueva era en la Bundesliga 2013-2014 con la llegada de Pep Guardiola al Bayern de Munich y debe decidir como asumir el cambio. Hasta entonces, la atención se centra en la Copa de Europa, con la que se puede cerrar un ciclo victorioso.

Había tocado el cielo, había llegado a lo más alto sin avisar y había restaurado su dominio sobre una Bundesliga abonada hacía demasiado tiempo a la fuerza histórica del dictador muniqués. Era el círculo cerrado, el final de una travesíapor el desierto donde el agua escaseaba pero donde los problemas se habían acumulado. Si pesadilla no era un paraíso inexistente ni arenas interminables, sino una losa económica que había disipado de un plumazo a la gran atracción alemana de los años 90, la única alternativa real que invadiera el territorio coronado por el Bayern de Múnich desde tiempos ancentrales. El Borussia Dortmund no cayó, pues la gloria de los que caen simpáticos por la aglomeración de obstáculos que buscan derribarlo, está en levantarse cada vez que recibe un golpe.

El de 2005 (tras caer en la previa de la Champions ante el Brujas meses atrás), que lo llevó al más oscuro de los ostracismos futbolísticos, tampoco se lo llevó por delante, aunque lo dramático y viento de su crisis, le hiciera desaparecer del panorama germano y continental durante varios años. El paso entre el éxito y el caos había sido letal para una entidad incapaz de leer con inteligencia la realidad de lo que le rodeaba, inaccesible a las altas inversiones de mercado y a los excesos en las fichas que forman una plantilla. Los héroes del pasado, aquellos Sammer, Moller, Riedle y Ottmar Hitzfeld en el banquillo, se habían convertido en recuerdos imposibles de corresponder en la actualidad, pero en un ejercicio de valentía, el propio club admitió sus errores y acudió a un plan de salvación, una moratoria sobre los intereses y la amortización de viejos créditos. Asumir, entonar el ‘mea culpa’ y buscar la corrección de todos aquellos errores, fue su mejor éxito, el que les devolvió las garantías para crecer desde cero con salud, la que les acabó devolviendo al más alto de los cánones alemanes. Hoy, toca volver a reaccionar, aunque no ante lo financiero, sino ante el imperante gigante que regresó y refundará el estilo más exitoso de los últimos tiempos, el ‘guardiolismo’.

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El doble campeón de la Bundesliga las dos últimas campañas, había logrado frenar en seco al buque bávaro gracias a la armonía de un mediocentro pro-activo e inteliente (primero Sahin, después Gundogan), cuya aparición entre los mejores del planeta, otorgó el impulso definitivo a una entidad que se habia renovado en silencio. Jovenes movimientos de mercado llevaron, en silencio y sin excesivos gastos financieros, a gran parte de la base estructural del equipo actual, pues desde Subotic-Hummels (la mejor zaga del campeonato), a los laterales Piszcek-Schmelzer (carrileros de línea de fondo) o los necesarios Kuba-Grosskreutz , todos habían llegado en circunstancias muy similares y sin levantar excesiva expectación. Pero cuando la manija recayó sobre la sabia mentalidad de un perfecto alocado de los banquillos alemanes como Jurgen Klopp, la amalgama de jugadores encontró su propia identidad. Asociación, movilidad ofensiva, alternativas desde diferentes sectores, posesión como elemento básico y presión sobre la salida de balón rival que, en su perfecta medida, sedujeron primero a la Bundesliga y después a Europa. Se mejoró la receta con la aparición del canterano más talentoso, Gotze, el fichaje del semi-desconocido Lewandovski (que era suplente inicial de Barrios) y, ya con la lección aprendida, fue capaz de ‘robarle’ al gran Bayern su intento de respuesta, un Marco Reus amarillo desde hace un año. Gloria, días de elogios y títulos que, sin embargo, cabrearon en exceso al contingente muniqués.

Porque dejar dos años en balde al favorito de todos y al equipo que goza de mayor alcurnia referencial, supone tener que competir cada año a mayor nivel, minimizar errores y calcular minuciosamente cada detalle. Algo que, en diccionario dortmuner, se representaba este curso con un claro concepto, el de no perder ni un solo partido como local y ser extremadamente fiable a domicilio, algo imposible teniendo en cuenta que existían grandes intereses en provocar impacto en la Champions League (territorio que en los dos últimos cursos, pese a su éxito nacional, supuso un fracaso rotundocon eliminaciones tempraneras). La dinámica este año fue contraria a lo anteriormente visto, pues mientras en Europa se ha multiplicado la credibilidad del club ante grandes resultados en el ‘grupo de la muerte’ (ante Real Madrid y Manchester City, además de vencer al Ajax), en Alemania un par de malos resultados en el inicio del curso, marcaron una senda imposible de recuperar ante un Bayern absolutamente pletórico (los del Allianz Arena solo han perdido dos partidos en todo el curso, uno de ellos en la Bundesliga, donde sacan 20 puntos a los de Klopp). No era posible dividir esfuerzos ni reuscar soluciones de emergencia, sino entender la situación y postponer las energías para cada cita continental, allí donde este curso residen sus metas (más allá de que serán segundos en Bundesliga salvo caos).

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La sequía bávara (que no fue tanta porque estuvieron más centrados en Champions donde jugaron una final en su estadio e incluso también alcanzaron la final de la DFB Pokal), obligó a actuar a la directiva, que comprendió que su estatus de plantilla estaba intacto, pero necesitaba un impulso. Abanderar esta premisa de reactivación muniquesa, con el club arrollando actualmente a cada enemigo sea cual sea el escenario, la competición y el contexto, es un impacto en sí mismo, pues el creador de esta perfecta sintonía es un Jupp Heynckes que pese a sus enormes registros históricos y diarios, quedó en entredicho y hasta ninguneado. El motivo, la consecuencia y el futuro, se llamará Pep Guardiola, ya anunciado como el ‘salvador’ de un club al que, lejos e levantar, debe mantener en la élite, esa de la que nunca se bajó, pero sí recalcar un estilo de juego, una identidad global en la institución y radicalizar esa norme desde las categorías inferiores. Mentalidad de club potente. Mentalidad para empequeñecer al resto.

Labores a gran escala que interrumpen la maniobrabilidad del rival, un Borussia Dortmund que debe comprender su rol. La cruel realidad es que, competir económicamente será inviable, pues mientras el Bayern de Múnich rompe el mercado con Javi Martínez, los amarillos incluso sufren para mantener a su killer en plantilla (un Lewandovski que según los rumores, hasta puede firmar por el eterno rival nacional). Competir deportivamente con estas mermas, dificutará aún más el camino de Jurgen Kloop y su proyecto, practicamente encasillado por la lógica a un escalón secundario que quizás no esté dispuesto a asumir con los mismos ingredientes que en la actualidad. El míster podría ceder y pensar que luchar contra el ‘guardiolismo’ será un esfuerzo sin resultados favorables (muchos nombres lo colocan ya como futuro seleccionador). Las estrellas verían abiertas las puertas de salida sin grandes metas que cumplir en el Westfalen (cualquiera de su columna vertebral antes citada, tendrá numerosas opciones de futuro con grandes contratos en su mesa). Demasiadas complicaciones aparecidas cas sin aviso y justo cuando el rival ya les pisotea en ‘casa’. Una lección sin demoras ante la que pararse a pensar y decidir la respuesta. ¿Luchar o asumir el ‘guardiolismo’?

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