Frank Swift, el citizen que murió en la Tragedia de Munich
El Manchester City también perdió una vida en aquella tragedia
El Manchester United recibirá el lunes en Old Trafford al Manchester City, un derbi que llega con los dos equipos situados en lo más alto de la clasificación. La tragedia sufrida por los Busby Babes hace más de medio siglo, logró fusionar el dolor de los dos clubes de la ciudad; Red Devils y Citizens derramaron lágrimas por Frank Swift...
El 6 de Febrero de 2008 se cumplían 50 años de la Tragedia de Munich, el accidente aéreo que costó la vida a varios futbolistas y directivos del Manchester United, así como a 8 periodistas y personal de la tripulación. Ese día Wembley acogía un amistoso entre Inglaterra y Suiza, y como no podía ser de otra forma, la Catedral del fútbol no dejó escapar la efeméride para recordar a algunos de los que un día fueron sus hijos. Todos juntos, jugadores y aficionados, ofrecieron un espectacular minuto de silencio en memoria de los Duncan Edwards, Roger Byrne o Tommy Taylor. Fueron minutos de gran emoción, acompañados por la música y el vídeo que se emitía al mismo tiempo por los videomarcadores del estadio. Las imágenes de los chicos de Busby encogían el corazón de los asistentes. Y entonces apareció él... con los brazos cruzados, el jersey de cuello alto y una áspera expresión en su rostro. Era Frank Swift.
59 años antes en aquel mismo escenario, Swift abandonaba cabizbajo el viejo Wembley. Inglaterra había perdido 1-3 ante Escocia, y él poco pudo hacer ante las acometidas de Lwrie Reilly o el futbolista del Derby County Billy Steel. Las derrotas ante el enemigo eran comentadas durante meses. Los cafés más prestigiosos de Oxford Street o la Royal Mile de Edimburgo se engalanaban con imágenes de los ganadores y portadas de periódicos que juzgaban sin piedad a los perdedores. Todo duraba hasta el siguiente enfrentamiento, cuando Escocia e Inglaterra volvían a verse las caras en el British Home Championship o en cualquier partido amistoso.
A Swift esta vez le tocó la parte más oscura. 15 años antes de todo aquello, había salido de Wembley con una copa en la mano; el trofeo amado por cualquier futbolista de su época. El Manchester City se había plantado en la final de la FA Cup de 1934 tras eliminar al Aston Villa en semifinales, al Stoke y al Shelffield Wednesday. Aquel 28 de Abril, hace ahora casi ocho décadas, Wembley esperaba a los dos finalistas: Manchester City y Portsmouth.
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Llovía en Londres, y los truenos amenazaban con asaltar la integridad física de los jugadores. Pero el estadio respiraba fútbol, aroma de final. Los aficionados se agolpaban en taquillas y presionaban los vomitorios. La policía tomaba posiciones para evitar que ocurriera lo que jamás debería volver a pasar: una repetición de la "final del caballo blanco", el día en el que bajo la atenta mirada de Jorge V, las masas terminaron invadiendo el terreno de juego porque entraron muchos más aficionados de los que Wembley podía acoger.
En la portería del City en 1934 estaba Frank Swift, que a sus 20 años se iba a convertir en el héroe del encuentro. Bajo la dirección de Stanley Rose dio comienzo la batalla. Antes de cumplirse la primera media hora de juego, el Portsmouth se adelanta; el barro juega una mala pasada al gigante guardameta del City y el esférico se le escapa por debajo de su tronco. Swift se quiere morir, por él y por los miles de fans que han acudido desde las proximidades de Manchester para ver el partido. En el descanso reclama el cambio, pero una voz le pide calma y serenidad, es la de Fred Tilson. "Tranquilo Frank, no debes preocuparte ya que marcaré dos goles en la segunda parte, tranquilízate y disfruta".
Y así fue, el valiente delantero anotó dos goles en 14 minutos que levantaron el partido, y Swift realizó una heroica actuación que hizo que el Manchester City pudiera ganar por primera vez en su historia la prestigiosa copa.
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Tres años más tarde se llevaron el campeonato de liga, pero la guerra le sorprende tanto a él como a otros futbolistas de gran calidad. De Frank Swift destacaba su altura, la longitud de sus brazos, la firmeza de sus manos y la sobriedad de sus gestos. Jugó en la selección inglesa en tiempos de guerra y alargó su carrera hasta los 36 años; durante su última etapa disputó 19 partidos oficiales con Inglaterra. El Manchester City intentaba convencerle temporada tras temporada para que no colgara los guantes. Era consciente de que si Swift quedaba libre, el Manchester United no perdería tiempo en conseguir su contratación.
Y los años le unieron al United, y a Matt Busby, aquel escocés que celebró junto a él en el césped de Wembley la copa de 1934. Ahora sus vidas transcurrían por el mismo sendero pero con ocupaciones diferentes. Busby dirigía al Manchester United y Frank Swift escribía las crónicas del equipo para el News of the World. El portero había cambiado guantes por pluma, barro por máquina de escribir, pero seguía manteniendo el espíritu de cuando era joven, y por supuesto, su altura y presencia era inconfundible para los jóvenes Bobby Charlton, Edwards o Taylor.
El avión regresaba de Belgrado, desde donde el periodista envió su última crónica, la que contaba un excelente encuentro de goles, otra oda al fútbol de los Busby Boys. Pero en Munich el estado de ánimo de toda la expedición cambió. El avión tuvo dos despegues fallidos y el miedo se apoderó de Swift; esta vez no había nadie que pudiera asegurarle que todo saldría bien, como en aquella final de Wembley en 1934. El avión se estrelló y el gigante de Blackpool perdía la vida camino al hospital con sólo 44 años.
El tiempo les ha recordado a todos... a los grandes futbolistas que se quedaron en el camino, pero también a los periodistas y el resto de víctimas que tuvieron que decir adiós por esa fatalidad. Cada uno tenía su historia personal, y el fútbol inglés se ha encargado de hacerle honor en cada ocasión en que ha tenido oportunidad. Si en el 50 aniversario de la tragedia Wembley encogió el corazón de los asistentes recordando a las víctimas, más aún lo hizo Old Trafford en el derbi de Manchester que se jugó aquellos días. Las lágrimas corrieron como la tinta en el teatro de los sueños, donde una parte del estadio (reservada para seguidores del City) comenzó a cantar: "Sólo existe un Franck Swift, sólo existe un Franck Swift...". Los aficionados del United se unieron y rompieron en aplausos.