Cuando Cruyff pudo ser parte del Prêt-à-porter

Vistió la camiseta del Paris Saint-Germain

Hace pocas fechas recordábamos cuando Johan Cruyff jugó en las filas del Paris Saint Germain en 1975, con motivo de la eliminatoria de cuartos de final entre el Fútbol Club Barcelona y el club parisino en la Liga de Campeones, profundizamos y ampliamos una cuestión que tuvo en los años setenta más trascendencia de la que parece, Cruyff fue el sueño imposible de Daniel Hechter, el padre del Prêt-à-porter.

En Junio de 1975, con la liga terminada y estando muy reciente el fracaso en la Copa de Europa, el Barcelona quemó sus últimos cartuchos en la copa. El torneo se disputaba al término del campeonato liguero, y como los jugadores extranjeros no podían participar por normativa, recibían libertad para cumplir ciertos compromisos. Así fue como el holandés Johan Cruyff se marchó a la capital de Francia para jugar en las filas del equipo local el torneo de París. Aunque lo cierto es que para el astro holandés hacerlo fue un placer, ya que tanto a él como a su esposa les unía una estrecha relación con la ciudad y en concreto con el presidente del Paris Saint Germain Daniel Hechter.

En 1962 Hechter fundó su propia casa de modas en París. Su objetivo era no limitar la ropa de diseño a las clases que podían permitirse la alta costura. Sus colecciones adquirieron un perfecto equilibrio entre la calidad de los diseños y la accesibilidad de los precios; su inspiración terminaba de dar el impulso definitivo al Prêt-à-porter. Daniel Hechter se convirtió en una de las firmas líderes de la moda francesa, y su nombre acompañó indistintamente a estrellas como Brigritte Bardot o a los representantes de la nueva Francia que emanaba de las calles.

Pero Hechter tenía una pasión al margen de la moda, el deporte. Por eso fue una de las personalidades más activas en la consolidación del Paris Saint Germain a inicio de los años setenta, el club que deseaba hacerse con un lugar de privilegio entre los más poderosos del país. El azul y el rojo eran sus colores, la Torre Eiffel que brillaba en su escudo el símbolo, y el Parque de los Príncipes la pasarela donde construir un nuevo imperio abierto para toda la sociedad parisina y con el suficiente respaldo económico como para soñar con las estrellas.

Y la estrella del momento no era otra que Johan Cruyff. El "flaco" era el deportista más inclasificable que había llegado al fútbol en lustros. Quizá podría competir en este apartado con George Best, pero el impacto del norirlandés lo fue sobre todo en el mundo anglosajón, mientras que la sombra de Johan planeó de forma más global entre los aficionados de medio mundo. Johan Cruyff jugaba como nadie, fumaba como pocos y tenía una mente aventajada que le hacía adelantarse dentro del campo y fuera de él.

Además se atrevía con todo. Su día a día era un auténtico desafío, y siempre disfrutó compitiendo frente a aquellos que osaron retarle. Cruyff era una personalidad nueva dentro del anquilosado mundillo futbolístico. Es conocida una anécdota que vivió tras guiar al Barça a la liga de 1973-74: se atrevió a cantar. No lo hacía excesivamente bien, claro que no, pero pocos podían reprochar el descaro de un líder al que el pueblo adoraba. Cruyff era "L'enfant terrible" más apreciado.

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Johan aterrizó en 1973 en el lugar adecuado para dar rienda a su instinto, la Catalunya tardofranquista, pero existía un lugar en el que suspiraban por él, París. En Francia le premiaron tres veces con el balón de oro, un caso insólito hasta ese momento. Cruyff fue alineado con el PSG en aquellos encuentros inolvidables frente al Sporting de Portugal y el Valencia en 1975, aunque como contaremos más tarde, Daniel Hetcher manifestó que tiempo más tarde lo tuvo fichado; mucho antes de que el escándalo apartase al diseñador definitivamente del fútbol.

Francia estaba enamorada de todo lo que olía al jugador holandés. Nada más fichar por el Barça, el libro "Johan Cruyff Superstars" de Jacques Thibert se convirtió en un superventas. Muy pronto el Parque de los Príncipes le vería en acción, ya que se organizó un encuentro entre un combinado formado por jugadores del Stade Reims y el Paris Saint Germain frente al Barça. La única condición impuesta fue que Johan tendría que jugar... y no sólo lo hizo, sino que consiguió crear un antes y un después en la conciencia futbolística de los aficionados y directivos parisinos que le vieron. El Barça ganó 1-5, y "Monsieur" Cruyff, o el "Catalán de oro" como se le conocía en el país vecino, sentó cátedra.

El PSG mientras tanto seguía su camino. Un año antes de que Johan jugara con ellos consiguieron el ansiado ascenso a la primera división. Lo confirmaron en un encuentro frente al Valenciennes en el que Just Fontaine, el entrenador del equipo, sufrió un amago de infarto tras la finalización. Daniel Hechter estaba decidido a hacer del club parisino un grande en muy poco tiempo. Se hizo con alguna de las mejores figuras de su país, y en unos años llegaría Carlos Bianchi. Al mismo tiempo se encargaba de convencer a estrellas como Cruyff o Dzajic para que se pasearan ante el público del Parque de los Príncipes.

Su amistad con Johan hizo el resto. Mientras los caprichos de Cruyff iban en aumento en España, en París crecía la obsesión por el jugador. En 1976 Cruyff estaba invitado para acudir de nuevo al Torneo de París, pero una operación de rodilla le impidió ir. Un año más tarde se concreta otro amistoso en el que París vuelve a demostrar su devoción por Johan: PSG y Barça empatan a un gol.

No sorprendía este fervor, y es que pocos meses antes Johan estuvo muy cerca de imprimir su firma en el contrato que Daniel Hechter le ofreció. El holandés negociaba su renovación con el Barça, supeditada a la salida del entrenador Hennes Weisweiler. El pulso estaba lanzado a la directiva presidida por Agustí Montal, "o él o yo". Y en medio de aguas revueltas apareció la oportunidad de París.

Hechter manifestó al diario L´equipe fechas después que habían llegado a un acuerdo con Cor Coster (suegro y agente de Cruyff), que les confesó tener una propuesta del PSV para las dos siguientes temporadas. El PSG les ofreció más de 26 millones de las antiguas pesetas por una campaña; a igualdad de condiciones, el holandés prefería ir a París que volver a Holanda. Se pactó cerrar el acuerdo en Barcelona en unos días, una reunión a la que los emisarios del club francés acudieron convencidos de que atarían al crack. Pero una vez en España fueron informados de la aplastante contraoferta que presentó el Barça a última hora: más de 50 millones por temporada. Era 1976 y Hechter tendría que esperar... no sospechaba lo que le ocurriría un año más tarde.

Se descubrió un escándalo de fraude en el que el Paris Saint Germain estaba implicado. El club duplicaba beneficios en concepto de taquillas que no declaraba. El objetivo era ingresar un dinero con el que pagar primas a los jugadores y otros conceptos. En principio Hechter lo negó pero terminaría reconociendo el pecado; el escándalo le costó el puesto y tuvo que salir prematuramente del club.

Con su salida el sueño eterno del Paris Saint Germain se evaporaría para siempre. Johan fue un asiduo en los años setenta junto a su esposa de las presentaciones de Cacharel, Dior o Chanel. Apareció en inumerables ocasiones por la ciudad de la luz, pero nunca volvería a vestir la camiseta azul y roja del club como lo hizo en Junio de 1975, los dos días en los que el holandés estuvo más cerca de hacer realidad la fantasía futbolística en la cuna del Prêt-à-porter.

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