Schalke: Lothar Matuschak, el portero de todos

Dice adiós uno de los hombres más carismáticos del conjunto alemán

Lothar Matuschak nunca ha vestido la camiseta del Schalke 04 pero es un símbolo del club como consecuencia de su trabajo como entrenador de porteros. Te cuenta su historia José David López.

Más de 60.000 habituales fieles portan camisetas, banderas, gorros y bufandas azules. Es día grande, de final de campaña, de objetivos cumplidos pero también de despedidas. Una vez más, Gelsenkirchen sonríe por su fin de curso que, pese a volver a demostrar su incapacidad de establecerse en lo más alto del fútbol alemán, sí asegura escuchar nuevamente la banda sonora más espectacular del mundo, la de la Champions League. El primer logro se había conseguido pues retornar al primer nivel europeo, volver a codearse en la élite y recuperar el prestigio económico que ello supone, se tornada trascendental. Sin embargo, aquella dubitativa sensación de ausencia, de final de ciclo, de punto sin retorno en su historia, era imborrable aquella tarde.

Raúl González, convertido en histórico ‘7’ de la entidad minera (que incluso retiró su dorsal para la posteridad), agradecía el cariño por dos años increíbles que jamás olvidará y que suponía, pese a lo corto del trayecto, un doloroso adiós. Pero esa tarde, la verdadera esencia e identidad de quien pasó toda su vida luchando por el crecimiento del azul prusiano y de quien amaneció cada día pensando en cómo evitar goles rivales, también había decidido poner punto y final a su vida futbolística. Había conocido el antiguo Park Stadion, el otrora Arena AufSchalke y el actual Veltins Arena. Había sufrido con la inoperancia de los 60-70, la mejoría del nuevo siglo y hasta vio a Juan Pablo II convertido en miembro honorario del club en su visita al Rhur. Aunque el único cometido de su carrera fue mejorar la efectividad, seguridad y confianza de quien se colocaba bajo palos en Gelsenkirchen. Desde niños a profesionales. Nadie olvidará jamás las tardes de entrenamiento con Lothar Matuschak.

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Nunca había llegado a la élite, no conoció cantidades importantes de dinero por sus paradas y solo consiguió ganarse la vida con múltiples trabajos temporales. Ninguno le sirvió para asentarse, ninguno le valía para ganar réditos en clubes superiores y solo podía asegurarse la subsistencia semanal para acudir al entrenamiento en un coche humilde, ese que más de una vez tuvo que empujar con la ayuda de los vecinos. Lothar tenía otras metas. Su único pensamiento consistía en parar. Disparos de media distancia, remates de cabeza, voleas cercanas o centros buscando el juego aéreo que marcó su rostro en más de una ocasión. Ninguno podía sobrepasar su línea de gol. Su enorme compromiso, trabajo y sacrificio, inspiró al modestísimo Sportclub Westfalia Herne (club comarcal nacido unas semanas después del Schalke, en 1904), donde fue una institución como guardameta al rechazar durante años las llamadas de sus vecinos ‘ricos’.

Muchos años después de su retiro, con la vida mostrándole la dureza post-adiós y tras un fracaso empresarial dolorosamente costoso en lo personal, quedó muy debilitado económicamente. El teléfono que nunca había parado de sonar, volvía a hacerlo una vez más pero ahora, el contexto no podía evitar una reacción completamente diferente a la que siempre había abanderado, aceptando la propuesta del Schalke para que se convirtiera en el entrenador de porteros de sus categorías inferiores. Lothar, contento e inspirado por la confianza que desprendían aquellas palabras que lo devolvían al césped, llegó el primer día a entrenar en pantalones cortos, dispuesto a tirarse al suelo, a recuperar sensaciones y a mostrar que aquél veterano de ‘guerra’ que había sido héroe comarcal durante décadas, aún tenía ganas de mancharse de barro la barriga.

Sus métodos crearon afición dentro del club, hasta el punto que durante dieciséis temporadas ayudó a la perfección, mejoría y crecimiento de todos y cada uno de los porteros que pasaban por sus instructivas clases. La ‘escuela Matuschaks’ se instaló en el equipo juvenil, paso clave en la educación de todo portero del Schalke en las últimas dos décadas. Cercano pero estricto, amigo pero exigente, padre respetuoso. El legendario arquero había convertido a la portería en el mejor aliado del club, que empezó a multiplicar sus réditos en tan importante demarcación y que consiguió alterar el prototipo de cantera gracias a las grandes mejoras conseguidas con Lothar, que colocaba a sus arqueros en un nivel de progresión y madurez mucho más alto que el resto de jugadores de campo.

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Christian Wetklo (portero titular actual en el Mainz), Mohamed Amsif (portero del Augsburgo internacional con Marruecos), Christofer Heimeroth (portero suplente del Gladbach), Patrick Rakovsky (portero suplente Nurnberg), Robert Wulnikowski (portero Kickers Offenbach), Manuel Lenz (portero del Velbert), Volkan Ünlü (portero del Sonnenhof Großaspach), estuvieron en sus ‘clases’ y a él le deben su carrera profesional. Su aportación más actual se usa y se disfrutará durante años en el propio Schalke pues Ralf Fährmann y Lars Unnerstall, los dos porteros más prometedores de la entidad, aún recuerdan sus exigentes entrenos de hace un año. Por ello, los dos, así como el citado Heimeroth, estuvieron aquella tarde de fin de temporada en Gelnsenkirchen para mostrar su cariño a Lothar Matuschaks en el día de su adiós.

Ante la atenta mirada de 60.000 fieles vestidos de azul, sus alumnos aplaudían. “Has sido un padre para mí", decía Fahrmann. “Eres simplemente único”, aseguraba Heimeroth. “Sin ti yo no estaría aquí", lanzaba Unnerstall. Desde la distancia, en mensaje de texto a través del móvil (para no crear problemas con su presencia), el mismísimo Manuel Neuer, el portero más mediático, poderoso y admirable del país, despidió del césped a su ‘mentor’, agradeciéndole sus doctrinas y apoyos para llegar a la élite que ahora ocupa. Y es que Neuer, defendiendo los colores nacionales, representará durante años las sabias lecciones de un portero admirable que prefirió llevar su fama con humildad por los rincones de la vetusta Westfalia, pero al que el fútbol alemán jamás podrá compensar. Lothar Matuschak fue, es y será, el portero de todos.

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