Corinthians: El ejemplo brasileño a jugar sin ‘nueve’

Analizamos a los brasileños antes del Mundial de Clubes 2012

El Corinthians se estrena en el Mundial de Clubes 2012 con un estilo europeo que emula la apuesta de Barcelona y España por el falso nueve. José David López nos analiza esta situación antes del debut de los brasileños en la competición.

Las premisas toman cada vez más adeptos, defienden teorías vanguardistas e insuflan aire para remover las críticas cuando los resultados debilitaron sus propuestas. Se busca dominar, marcar los tiempos, entorpecer al rival e incomodarle buscando superioridad numérica en zonas determinantes. Puede sumar el condicionante de la presión en la salida de balón rival o bien, achicar espacios en una línea defensiva contundente. Puede desequilibrar con talento puro en acciones de asociación medular o, por el contrario, enturbiar la circulación de balón rival con un desgaste titánico en la zona de creación rival. Incluso, pueden unir teorías en la velocidad, potencia e individualidades en su ataque para marcar diferencias ofensivas.

Las primeras claves hablarían del modelo Barcelona-Selección Española, que agiganta sensaciones de circulación rápida de pelota, presión desde los primeros hombres de su ataque y capacidad desequilibrante con los mejores jugadores del planeta siempre en base a dominio absoluto de posesión. Las segundas claves, hablan del modelo Corinthians, que amplifica sensaciones extremas en defensa, competitividad con dos mediocentros de fuerza y equilibrio, unidos a una línea contundente sin excesos de carrileros y velocidad improvisada en sus atacantes. Dos modelos drásticamente opuestos pero que guardan una relación para organizarse de tal manera, una clave que les hace similares y que, además, ha terminado por ser eficiente con resultados comprobados en la élite: Juegan sin ‘nueve’.

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Ideologías que, ya sea para dominar perfectamente la pelota y defender con ella, o bien para reunir contundencia defensiva equilibrada, han alcanzado títulos en los últimos tiempos en versiones más maquilladas. Jugar sin delantero centro al menos sin una referencia clara como piedra angular del entramado ofensivo, permite a los más brillantes técnicamente (Barcelona y España en estos casos concretos), ofrecer su amalgama de talento asociativo, su facilidad para encontrarse en espacios reducidos, su interminable búsqueda del pase desequilibrante y su supremacía sobre aquellos que corretean a su alrededor para intentar cuestionar un canon que ahora mismo no tiene ‘cura’ conocida.

Pero también, como demostró Corinthians con su Copa Libertadores, jugar sin delantero puede buscar una misma finalidad con otros argumentos igualmente explotables y encaminados hacia la victoria. Un esquema prácticamente fijo, estadísticas defensivas gratificantes que se fueron adueñando poco a poco de sus doctrinas, aumento de elogios por su capacidad de imbatibilidad… hasta acabar el pasado curso como campeón brasileño ganando el 86% de sus partidos por la ventaja mínima, ser el equipo menos goleado y tener la mayor diferencia de goles (+17). Algo exaltado desde entonces pues ha sido campeón de esta Copa Libertadores 2012 recibiendo solo cuatro goles en su largo camino y sin haber perdido un solo partido. Un pilar, una base, una auténtica mina de oro dentro de un guion de fútbol demasiado animoso y dinámico donde el Timao sabe poner la pausa, la paciencia y la inmunidad de su trinchera. En ataque, no hay referente, no hay altura, no hay corpulencia ni hay un recepcionista de balones que remate en el área. Hay extremos, llegadores, velocistas y jugadores con perfil individualista. Eso sí, al finalizar la competición sudamericana y adentrándose en el Brasileirao, a este canon, Corinthians sí añadió un delantero de área, el peruano Paolo Guerrero (aunque tampoco ha terminado de explotar).

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No brillan, pero son identificativos y lo que más puedo valorar de un equipo hoy en día es que sepas qué es lo que puede ofrecer y cual será su comportamiento global a lo largo de una etapa, época o generación de futbolistas. Conseguirlo es el reto de la gran mayoría de técnicos (n este caso el caracterial Tite), de directivos y hasta de aficionados, pues coordinar todos estos pasos y ofrecerlos en el césped, es reunir una seña eterna y un patrón de filiación con la entidad y sus semejantes (que en el caso concreto del Timao, son nada menos que 30 millones solamente en su país). Una unificación de criterios que, además, en el fútbol sudamericano y concretamente en Brasil, donde el cambio de entrenador es una costumbre demasiado diaria, adquiere un valor superior. Otra fórmula sin ‘nueve’ abanderada por los resultados.

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