Spartak de Moscú, la carne

El rival del Barça, un sentimiento

Está Moscú, bien cierto es, plagado de potentes clubes de fútbol y un rico pasado y presente balompédico. El CSKA de Moscú era, en el régimen comunista, el club del ejército; el Dínamo, el de la Policía; el Lokomotiv, de los trabajadores de los ferrocarriles, y el Spartak, rival del Barça en la Liga de Campeones, el equipo del pueblo, ‘Narodnaya komand’.

Su otro apodo, ´Myaso’ (La Carne), es quizás uno de los más literarios de la historia de los clubes de fútbol. Una simple mención a que es más que un sentimiento, que traspasa el corazón al punto de pertenecer a la carne, al propio cuerpo de sus hinchas.

Y estos, los seguidores del Spartak, son mayoría en todo el país y en una macro ciudad como Moscú dividida futbolísticamente en cuatro colores, con la mayor rivalidad establecida por el Spartak con el también poderoso CSKA, que sería segundo seguido, ya lejos, por Lokomotiv y Dínamo.

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Desaparecieron recientemente el FC Moscú y el Saturn de Rameskoe, sin sitio en una capital que aún aguarda el regreso de otro mito, el Torpedo, en la zona media baja actualmente de la 1 Division, la Segunda local tras la Premier League. El Spartak debe su nombre al mítico gladiador Espartaco, citado en el libro ‘Spartak’ del autor Raffaelo Giovagnoli justo cuando uno de los hermanos Starostin, Nikolay, buscaba nombre para el equipo de fútbol en 1936 para la primera Premier soviética.

Seducido por “la hombría, la voluntad, la estabilidad y la fuerza, la fidelidad a la idea” de Espartaco reflejados en el libro, nacía el nombre del Spartak, siempre de rojo y blanco, para sustituir el original y más impersonal Sociedad Deportiva de Moscú.

El actual Spartak de Unai Emery, el ex técnico del Valencia (y que venga otro que repita los terceros puestos alcanzados en la ‘Liga escocesa’), no presenta grandes números. Quinto clasificado en la Premier rusa tras 17 jornadas (en una competición que ya se adapta al calendario del resto de Europa y dejó aquello de jugar de marzo a noviembre), sólo pudo empatar 1-1 la pasada fecha en el campo del antepenúltimo, el Volga de Nizhniy Novgorod.

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Se encuentra a diez puntos del liderato del CSKA y ya le ha pasado el Rubín Kazán, que viene esprintando. Su derbi del próximo domingo contra el Dínamo es vital en el estadio Luznikhi.

En Champions, eso sí, el Spartak siempre ha ido ganando en algún momento de sus partidos (salvo en la última derrota 2-0 en Lisboa contra el Benfica) por 2-1. Sólo conservó la victoria frente a los portugueses y le remontaron el Barça en el Camp Nou y el Celtic en Moscú.

Le falta, quizás, un líder en el campo, un centrocampista que tire del equipo más allá del juego en corto de Rafael Carioca o la irregularidad del ex Lyon Kallström.

Emery, además de la enorme presión de la prensa y de su afición (el Spartak es una institución muy grande de Rusia aunque económicamente puedan bastante más ahora los equipos de provincias como el Zenit o el Anzhi Makhachkala), ha ido salvando ‘match balls’ ante el director general, el ex valencianista Valery Karpin, que dejó el banquillo para volver a los despachos de un club que está construyendo, por fin, su estadio propio, con capacidad para casi 47.000 espectadores en Túshino y que será una de las sedes del próximo Mundial de 2018 en Rusia. Para que ‘La Carne’ se ponga aún más de gallina.

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