Alcoyano-Real Madrid, la historia de Pérez-Payá

Jugó en los dos clubes y presidió la Federación

Alcoyano y Real Madrid jugarán esta noche en el estadio El Collao, 66 años después de su último enfrentamiento en copa, José Luís Pérez-Payá jugó en los dos equipos antes de ser nombrado presidente de la Federación española de fútbol en 1970.

El 8 de Septiembre de 1955 es un día muy especial en la historia del Real Madrid. El Stade des Charmilles de la ciudad suiza de Ginebra, fue el escenario del debut del equipo blanco en la recién creada Copa de Europa. La estampa de la formación inicial frente al Servette, es un retrato significativo del Madrid de la época, y en ella, junto a leyendas como Luís Molowny, Alfredo Di Stefano o Paco Gento, luce un futbolista nacido en Alcoy 27 años atrás, José Luís Pérez-Payá Soler, uno de los tres jugadores de la ciudad alicantina que vistieron la camiseta de España en los 92 años de historia de la selección; "Lobo" Carrasco y Antonio Vidal son los otros dos. Pérez-Payá jugó tanto en el Alcoyano como en el Real Madrid, los dos clubes que se enfrentan hoy en los dieciseisavos de final de la Copa del Rey. Su vida e historia no fue desde luego, la de un futbolista cualquiera...

Hijo de Ángel Pérez Soler, secretario general del Ayuntamiento de Alcoy y emparentado con la burguesía local, José Luís Pérez-Payá vivió el fútbol de su localidad en primera persona desde la adolescencia, ya que su padre fue presidente del CD Alcoyano desde 1942 a 1948; años brillantes para el club, que militó varias temporadas en primera división e incluso vivió, en 1946, una eliminatoria copera ante el Real Madrid.

La buena posición económica de la que gozaba la familia y la inclinación natural hacia el aprendizaje de José Luís, le permitieron trasladarse a los jesuitas de Deusto donde estudió Derecho y Económicas en "La Comercial", nombre con el que era conocida la prestigiosa universidad vizcaína. Pérez-Payá compaginaba sus estudios con la afición por el fútbol, aunque siempre como algo secundario respecto a sus obligaciones intelectuales. Jugó en equipos de aficionados, en el Baracaldo, y debutó en primera división con la Real Sociedad.

Como futbolista se desempeñaba en labores de ataque. Podía jugar en punta, aunque prefería moverse pegado a la banda o de interior. Su progresión futbolística fue en aumento, y al mismo tiempo desarrolló una habilidad especial para la diplomacia, que debía conducirle pronto a la consecución de un buen puesto en la administración. Con esa idea viajó a Madrid terminados sus estudios, donde tenía intención de opositar para llegar a ser abogado del estado. Mientras tanto, jugar al fútbol se convertiría en la mayor de sus evasiones, un deporte que siguió practicando de manera amateur mientras cumplía con el resto de sus obligaciones, aunque Pérez Payá era ya un contrastado jugador de primera división. La vida le llevaría por los dos caminos, ya que el futbolista nacido en Alcoy firmaría una más que aceptable carrera en el mundo del balón, y posteriormente se convertiría en un experto y avezado hombre de despachos. Pérez-Payá llegará a tener el mando del fútbol español en pocos años, presidiendo la Federación española en una época peligrosa para la estabilidad del deporte nacional.

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Sus mejores años como futbolista los vivió en el Atlético de Madrid, donde jugaba como aficionado; solo cobraba las primas de 300 o 500 pesetas por victoria que el club otorgaba. Fue miembro de la famosa "Delantera de cristal" colchonera que conquistó dos ligas de la mano de Helenio Herrera; Pérez-Payá participó en la segunda, la que se ganó en Sevilla con un gol de Larbi Ben Barek. El alicantino tuvo un papel fundamental marcando 14 tantos aquella temporada.

Mientras Pérez-Payá intentaba asegurar su futuro a base de codos y buenas amistades, decidió que había llegado el momento de terminar su carrera futbolística amateur. En 1953, justo el año de la llegada de Alfredo Di Stefano a España, Pérez-Payá se cansó de esperar una buena oferta económica del Atlético, firmando ese mismo verano por el gran rival de la ciudad, el Real Madrid. Los blancos le ofrecieron un contrato de 150.000 pesetas anuales, y Pérez-Payá lo aceptó rechazando una oferta del Valencia económicamente superior, ya que su intención era la de seguir residiendo en la capital de España. El fichaje provocó una gran convulsión en los aficionados rojiblancos, que incluso se manifestaron en las calles protestando por la marcha del futbolista.

En el Real Madrid su rendimiento fue intermitente, jugando menos de lo que hubiera deseado debido a la gran profundidad de plantilla que tenía el equipo en aquellos años. Pese a ello, fue titular en el primer partido del conjunto merengue en la historia de la Copa de Europa, y también jugó la final de la Copa Latina en 1955 frente al Stade de Reims de Kopa, Hidalgo y Sinibaldi.

Pérez-Payá conoció las mieles de la internacionalidad en 1955, cuando fue convocado por España para dos partidos amistosos ante Inglaterra, uno en el Santiago Bernabeu y el otro en Wembley; ya no volvió a jugar con la selección. Pero muy pronto su verdadero ascenso se libraría lejos de los campos de fútbol. Tras su retirada del deporte activo a los 29 años y con una muy buena posición dentro de la burocracia madrileña, opositó al Cuerpo de hacienda, y más tarde al de Inspectores Técnicos de Trabajo. En Agosto de 1957, el BOE publica que José Luís Pérez-Payá ha sido nombrado Delegado Provincial de trabajo en Castellón de la Plana. La noticia inunda los diarios de la época, que hablan del ex-futbolista como un ejemplo a seguir por las nuevas generaciones de deportistas. Un auténtico prohombre de la sociedad que tanto gustaban en la España de los años cincuenta. Estudioso, deportista, bien posicionado y con una gran carrera por delante en la parcela administrativa.

Finalizada la década de los sesenta, el escándalo arbitral sacude al fútbol español. El caso Guruceta, ocurrido en Junio de 1970, desestabiliza a la Federación gobernada por José Luís Costa, y afecta también a la Delegación Nacional de Deportes dirigida por Juan Antonio Samaranch. La sanción impuesta al colegiado guipuzcoano tras el escándalo y la posterior dimisión de José Plaza como presidente del comité de árbitros, no hizo más que crear un caldo de cultivo para que la situación se volviera más tensa. Pérez Payá recogerá ganancias en río revuelto, ya que se convertirá en presidente de la federación en Septiembre de 1970.

El ex-futbolista se había asomado en el ente federativo pocos meses antes como representante de los jugadores españoles, ya que se había manifestado a favor de la mejora de las condiciones laborales de los futbolistas, luchando desde sus conocimientos jurídicos por reformar la situación contractual y los derechos sociales de los trabajadores del fútbol.

La gerencia del deporte español cambia de nombres en varios frentes, pero el tiempo no terminará de demostrar que fue para bien. Juan Gich Bech de Careda es nombrado Delegado Nacional de Educación Física y Deportes tras la salida de Juan Antonio Samaranch, que había estado al frente cuatro años, distinguiéndose por un buen trabajo que quedó empañado por los escándalos futbolísticos en su última etapa.

Las continuas disputas en los procedimientos de elección de los miembros de las territoriales, también fueron objeto de polémica, y durante aquellos días, Pérez-Payá se encontró con muchos conflictos abiertos y demasiado trabajo por realizar; llegó al cargo justo en el momento en el que la FIFA ratificó que el mundial de 1982 se celebraría en nuestro país. La decisión ya quedó apalabrada desde años antes, cuando España renunció a la posibilidad de organizar el mundial de 1974 reservándose la opción para ocho años después. José Luís Costa, el predecesor de Pérez Payá, admitió la noticia tras recibir una notificación oficial por parte de Helmut Kaser, secretario general de la FIFA durante la disputa de la Copa del Mundo de México 1970, en la que se confirmaba que doce años más tarde, España organizaría la Copa del Mundo.

Pero la aparente seguridad que ofrecía la versión oficial sobre la estabilidad del deporte español, se traducía en realidad en un absoluto caos organizativo. José Luís Pérez-Payá recoge ese fútbol, con la esperanza de que sus dotes diplomáticas, sus conocimientos en derecho y la experiencia en diferentes áreas de la organización del estado, le conviertan en el apagafuegos que necesitaba el fútbol español.

El nuevo presidente de la Federación, no aportará en sus cinco años al frente de la mísma la paz esperada, es más, vivirá momentos de auténtica tensión en la parte final de su mandato. El incisivo periodista español José María García escribía sobre él en 1974:

"Tres años en el cargo y no solo no ha dado ni una orden sino que tampoco ha movido un solo dedo para modificar la situación".

"Admito que le guste el puesto; admito que se viaje cómodamente en el caballo de mando, pero ¿no resulta incómodo, y si me apura hasta vergonzoso, presidir algo que claramente va en contra de los propios principios de uno mismo?".

Las críticas venían al hilo de las pocas soluciones que Pérez Payá había impuesto a los problemas que criticó cuando no era parte de la Federación, argumentos que precísamente le habían llevado a ocupar un lugar en la mísma. En Mayo de 1975 dejaba el cargo, y comenzaba una nueva etapa en Alberto Bosch número 13. El vicepresidente Pablo Porta sería nombrado nuevo presidente de la Federación Española de fútbol.

José Luís Pérez Payá ha tenido mucha relación con la asociación de veteranos del Real Madrid, en la que actuó como secretario general de la Junta Directiva. Su vida, rica en conocimientos y vivencias, no fue nunca la de un futbolista común. El Alcoyano-Real Madrid ha vuelto a situarle en la palestra de los medios. Hoy tendrá el corazón dividido, como ha manifestado en varios medios de comunicación, ya que su equipo por linaje se enfrentará al Real Madrid, el club que le abrió las puertas del profesionalismo hace ahora 59 años.

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