Brasil: Kaká y la lectura del hueco inexistente
El jugador del Real Madrid no tiene sitio en la Canarinha
Kaká está intentando hacerse un sitio en el Real Madrid y en la selección de Brasil, pero su momento ya pasó. José David López nos explica la teoría del hueco inexistente que está protagonizando el mediapunta brasileño.
La ‘Generación de Oro’ del fútbol brasileño casi podría ser eterna, inalterable, continua y siempre de perfil similar. Su enorme capacidad para reorganizar y renovar sus escuelas futbolísticas, son la envidia de todo el planeta, de todo gran ideólogo y de cualquier empresario con jugosas intenciones comerciales. Siempre existieron referentes, estrellas y juveniles de altos vuelos que acababan demostrando su talento referencial en los grandes clubes europeos en busca de los grandes títulos mundiales. A excepción de los iconos que gestaron su enorme tradición allá por los años 60 (por ejemplo Pelé o Zagallo jamás salieron al fútbol occidental), la época de los 70-80 inició la conexión comercial entre los jóvenes jugadores brasileños y los clubes más poderosos de Europa. Un viaje prácticamente inevitable para todo aquél jugador que pretenda competir y retarse individualmente contra los mejores del mundo, que pese al crecimiento del Brasileirao, sigue siendo un salto obligatoriamente incuestionable.
Con miles de ventas cada año (Brasil es el país que más traspasos al exterior asegura cada temporada y es parte determinante de su naturaleza económica) y miles de millones en el comercio futbolístico, son muchos los brasileños que han movido cifras importantes cada verano mercantil. Casi 9 millones de euros, solo 21 años y aún por explotar esas cualidades en el fútbol europeo, eran la mejor carta de presentación para la estrella del futuro que el Milan se aseguró en 2003 para transformar su proyecto, convertirlo nuevamente en campeón italiano y acabar reinando en Europa. Un enganche de llegada por zancada, talento y grandísima conducción que le llevó a un ‘triplete’ histórico en 2007, transformado en un Balón de Oro que, aún hoy, tras cinco largos años, sigue siendo el último que conserva la factoría del fútbol brasileño. Kaká vuelve a dejarse ver de blanco (Real Madrid), vuelve a dejarse ver de verde-amarelho (Brasil), pero las lecturas que lo apremian para poder desbancar la juventud y recuperar su trono son, sencillamente, un engaño mastodóntico.
[video:http://www.youtube.com/watch?v=3A4wH2eX6TM]
En el Santiago Bernabeu ha tenido que conformarse con ganar minutos gracias a milagrosas opciones aprovechadas (su partido amistoso ante Millonarios de Bogotá en el trofeo del club), aunque se asume difícil pensar en rivalizar por un puesto junto a Mesut Ozil y Luka Modric (dos jugadores que competitivamente y por proyección, están muy por encima de la confianza del brasileño). Su rol de estrella con un pasado pletórico, condiciona a la entidad hasta el punto de que su presencia en el banquillo y lo costoso de su mantenimiento, exija un mínimo de apoyo para intentar que su mentalidad vuelva a ser positiva y aporte lo posible antes de que deja ver algún destello que facilite su traspaso cuanto antes (considero que estos minutos y esta reacción se debe precisamente a esa estrategia bien predefinida desde el club).
Es precisamente esa misma aureola del que otrora fuera líder milanista y dueño del trono mundial, la que le ha facilitado ganarse nuevamente una llamada a la selección brasileña como opción para la nueva camada de estrellas jóvenes que emana la actual canarinha de Mano Menezes. Existen ejemplos de jugadores brasileños en mejor momento de forma y con mayor regularidad (Willian, Luiz Gustavo o incluso Hernanes) que, sin embargo, no encuentran esa convocatoria deseada debido a su ostracismo comercial o mediático respecto a aquellos que aún soportan focos de primer orden (mucho de esto sabe igualmente Ronaldinho, que esta vez no ha ido convocado en esta ocasión debido a la necesidad de Atlético Mineiro en un Brasileirao que no para su actividad pese a los partidos internacionales).
[video:http://www.youtube.com/watch?v=Tkzhi4JlPaY]
Por tanto, la realidad sobre esta última reacción en la carrera de Kaká, dista mucho de una amalgama de razones positivas. No se puede ocultar que marcó un gran gol fruto de un crecimiento moral importante, que se encuentra en mejores condiciones anímicas que hace unos meses y que probablemente pueda luchar por un puesto en la selección brasileña de cara al Mundial 2014 debido a la fuerza de su presencia, pero no menos real es que su posición y rol dentro de un esquema competitivo actual, genera muchas más dudas que la trabajada generación de oro que está levantando Brasil desde hace varios años. La nula oficialidad en los partidos de una selección clasificada como anfitriona para la próxima cita mundialista, generó, genera y generará una serie de amistosos de preparación que permiten dar ciertas esperanzas a muchos jugadores que viven momentos de forma interesantes pero cuyo trasfondo no oculta mayores esperanzas que ver el Mundial en el sofá. La lectura de Kaká en ese sentido es clara pues aunque luchará para recuperar un trono que tampoco explotó demasiado a nivel de selecciones (no ha brillado nunca a grandes niveles con su país), es consciente de sus limitaciones para abanderar la nueva Brasil.
Por su perfil, cualidades y posicionamiento, Kaká encontraría como competidores potenciales por un lugar en la plantilla brasileña a varias de las estrellas más firmes del panorama actual. Lucas Moura es el más vertical, individualista y descarado, que justamente triunfa en un Morumbí que en su día lideró Kaká y que apura sus días en suelo paulista antes de poner rumbo al gran objetivo y reto de su carrera tras ser contratado por el PSG a razón de 40 millones de euros. Ese intento de crecer en suelo europeo es el que ya está afrontando por el camino adecuado Oscar, también antigua perla paulista que brilló en Inter PA y que llegó este verano a precio de oro al Chelsea para promocionar su nuevo estilo asociativo, talentoso y de clarividencia en zonas ofensivas. A ellos se uniría un creciente Giuliano (está mejorando en Dnipro tras sus buenos recuerdos en Inter PA), un enemigo similar con una creciente cuesta abajo como Thiago Neves y, desde luego, la gran joya de la corona, un Neymar que sin ser delantero y sí más llegador-extremo, afronta esta renovación como la suya y que lidera a todos los efectos el futuro inmediato de Brasil.
La creciente proliferación de jugadores de corte más posicional, equilibrado y enérgico en la canarinha (pues más allá de Ramires, el perfil de Sandro, Arouca, Ralf, Paulinho, Casemiro o Luiz Gustavo va en aumento), otorga mayor opción a los desequilibrios que deben marcar diferencias justo por delante, sobre todo jugando con un solo punta (suele ser Damiao), lo que multiplica la necesidad de verticalidad, clarividencia y talento diferencial asociativo. Kaká, siempre contando con una versión que encuentra cierta regularidad en el Real Madrid que le permita gestionar sus posibilidades, tiene por tanto, las mismas opciones de entrar en la selección mundialista que jugadores como Ronaldinho o Thiago Neves. Todos ellos ejemplos similares de una época pasada que les alzó en una élite que les eliminó, empujó y sacó de un hueco que hoy es casi inexistente.