Viktoria Plzen: La cervecería cinco estrellas
Los checos han podido reformar su estadio a costa de perder a sus mejores jugadores
El Viktoria Plzen ha perdido a sus jugadores estrella como Petr Jiracek o Vaclav Pilar, pero ha sabido reinvertir ese dinero en su estadio, el Štruncovy Sady, que ahora ya cumple las normativas de la Europa League.
El discreto coeficiente UEFA de la Gambrinus Liga dentro del panorama europeo, obliga a que su campeón liguero tenga que ser capaz de superar dos rondas previas en los play-off veraniegos de la Champions League. Eliminatorias donde la equidad reinante evidencia que el problema no sólo supone un lastre para el fútbol checo, sino para todos aquellos campeones de la ‘otra’ Europa, la que vive al margen del brillo y en la sombra del Occidente más radicalizado. Una muestra del impacto negativo de este formato en campeonatos terciarios, muestra que sus clubes fueron incapaces de alcanzar la fase final del máximo torneo continental en la última década, siendo capaz vez más improbable las gestas de los vetustos Bohemians o Dukla, e incluso de los últimos campeones Slavia, Sparta o este año, el Slovan Liberec. Sólo el Viktoria Plzen, con un proyecto surgido por sorpresa pero con una filosofía humilde en pro de la cantera nacional, logró situarse entre los gigantes europeos, algo que ahora disfruta desde la Europa League.
El equipo cervecero (en Plzen se inventó la Pale Lager, la cerveza más famosa del planeta) logró desarrollarse en el ostracismo de una ciudad de apenas 165.000 habitantes y de plantar cara sin avisar de sus movimientos, hasta superar a sus grandes enemigos nacionales. Un primer salto que le permitiría ganar fama en sus fronteras que facilitara la proyección de sus canteranos y la igualdad de condiciones para poder contratar a los mejores jugadores del país. Y eso, en un fútbol académico y sin estridencias desequilibrantes, es altamente plausible pues, retar al dominio de Praga y sus múltiples clubes, suponía rebasar cualquier osadía histórica en su campeonato. Desde su título copero hace tres campañas y posterior asalto al campeonato liguero hace dos (únicos en su palmarés), sus pasos han sido lentos pero muy bien calculados, medidos y cautelosamente cuidados. Su puesta en escena continental, con una Champions histórica que les llevó después a la Europa League, atrajo a clubes extranjeros para conocer su historia, trabajo y, de paso, llevarse sin descaro alguno a sus jugadores más interesantes. Es la dinámica incesante de un fútbol reñido con su continente, el que lo frena de volver a ser competitivo pese a la inconmensurable perseverancia del cervecero Plzen.
Y es que mientras el club ha visto como incluso la UEFA le impedía jugar en su estadio (el coqueto modesto Stadion města Plzně (de menos de 7.500 espectadores) por no cumplir las supuestas necesidades para albergar partidos de máxima competición (este curso no le ocurre en Europa League pero en Champions tenía que marcharse a Praga), los campeonatos vecinos se llevaban a golpe de talonario a aquellos jugadores que había logrado colocar en el mapa. Petr Jiracek (ahora en Hamburgo, salió por 3.5 millones en un record nacional), Vaclav Pilar (al Wolsfburgo terminando contrato), Milan Petrzela (Augsburgo por 300.000 euros) y Jan Rezek (Anorthosis por 250.000 euros) son cuatro ejemplos clave de la naturaleza casi irrisoria de las cifras que maneja el campeonato, dejando ver que no existen opciones posibles para mantener en sus filas a jugadores con posibilidades. De hecho, el mercado checo es realmente limitado puesto que los únicos extranjeros que participan en su campeonato son eslovacos, rusos o algún balcánico de nivel medio, lo que demuestra la simplicidad de sus gestiones y la máxima necesidad de desarrollo personal. Sólo tu cantera y el trabajo diario, asegura futuro competitivo a nivel nacional para toparse, en el mejor de los casos, con las restricciones de una UEFA que impide mayor desarrollo.
En ese contexto, el equipo cervecero, cansado de prohibiciones y sanciones, ha demostrado una inteligencia y habilidad saliente en administrar los euros que cayeron en sus manos, entendiendo a la perfección que esas limitaciones eran los problemas más urgentes y aquellos que más dolían a sus aficionados. En septiembre de 2010, se organizó una manifestación en frente del Ayuntamiento y se entregó a los representantes de la ciudad, la primera piedra del nuevo estadio en un evento denominado ‘Plzeňáci sobe’. Junto a ese ladrillo testimonial y reflejo de su necesidad, se adjuntaba una petición en apoyo de la nueva construcción, que había sido firmada previamente por unos 2.500 aficionados. El alcalde entendió la propuesta y la naturaleza de necesidad que rodeaba aquella petición, por lo que no pudo negarse al pistoletazo de inicio, puesto que si por algo es conocido hoy en día la ciudad es por su Viktoria Plzen, por lo que se decidió empezar a remodelar (que no empezar de cero, medida que fue rechazada siempre) su ‘cervecería’ para adaptarlo a la UEFA.
[video:http://www.youtube.com/watch?v=vIhcCUR0BHo]
La reconstrucción del estadio comenzó el 1 de abril de 2011, con la demolición de las viejas estructuras de hormigón y el retiro de la pista de atletismo. Sólo quedaba el graderío, que se desplazó unos dieciocho metros y vio como a su alrededor se construían tribunas nuevas y calefacción artificial. La recompensa final llegó el pasado mes de enero, donde los responsables del organismo europeo sí dieron la aprobación para utilizar en Europa su coqueto estadio que, pese a la renovación, apenas goza de 11.700 butacas. Eso sí, representa la mayor victoria de su historia pues para un club nómada que ha pasado por siete nombres diferentes y que solo posee un título nacional, lograr una reconstrucción de cerca de 360 millones de dólares y dejar de estar ‘prestado’ en otro estadio del país, es una sensación inigualable.
"Es una recompensa para toda la ciudad y en especial a todos nuestros fans, que están sin duda preparando desde ahora un entorno turbio para los rivales. Todavía tenemos un montón de trabajo, aunque el informe de evaluación UEFA no critica esta vez deficiencias importantes. El hogar es el hogar, el estadio es precioso y este será un primer paso fantástico”, comentaba el presidente y su capitán, Paul Horváth. El alcalde Martin Baxa, por el contrario, apuntaba que “es una victoria para todos, porque podremos disfrutar por fin de competiciones europeas en la ciudad, de visitas de aficionados extranjeros y de un escenario que demuestra la unión entre club y ciudad. El ambiente será insuperable”. A costa de vender sus estrellas, viajes interminables, trabajos con su cantera en busca de mantener el nivel europeo y ruegos de su voluntariosa afición, el Viktoria Plzen ya puede ‘emborracharse’ de felicidad en su propia cervecería. Toda Europa está invitada…