El Crystal Palace pudo cambiar la historia de Ferguson
El equipo londinense no pasa por su mejor momento
El Crystal Palace no pasa por su mejor momento deportivo, dirigido por el escocés Dougie Freedman, los Eagles no se parecen en nada a la versión mostrada el pasado año en la Copa de la Liga, donde estuvieron muy cerca de llegar a la final de Wembley, cediendo en la tanda de penaltis ante el Cardiff City. A día de hoy ocupan posición de descenso en la clasificación de la Championship, aunque la competición termina de comenzar, se encuentran muy lejos de las previsiones generadas. Hace 35 años que el Crystal Palace no juega en una división por debajo de la Championship (equivalente a la segunda española). El club tuvo su periodo de éxito entre los grandes del fútbol británico hace aproximadamente dos décadas, e incluso pudo haber cambiado de forma considerable la historia de Alex Ferguson, y por extensión la del Manchester United...
En 1990, Manchester United y Crystal Palace se verían las caras en la final de la FA Cup. La fiesta del fútbol inglés se había convertido en los últimos años en la mayor oportunidad que se le ofrecía a los aficionados de las islas de demostrar su pasión. Tras la tragedia de Heysel, se terminaron los largos viajes por Europa, los pasaportes caducados y las denuncias de la policía del resto de países del continente. El fútbol inglés siente devoción por los trofeos coperos, tanta que cuando fueron expulsados de las competiciones europeas tuvieron que inventarse uno más, la Full Members Cup; pero la copa de la Football Association no tuvo rival en cuanto a interés mediático.
Los dos finalistas de 1990 serán testigos directos de la herencia dejada por las catástrofes de los años ochenta. El Crystal Palace conseguirá en 1990-91 una meritorio tercer lugar en el campeonato liguero; pero este logro con premio en circunstancias normales, no lo tuvo esta vez para el club del sur de Londres. La federación inglesa solo tenía asignada una plaza para enviar un equipo a la Copa de la UEFA, que fue concedida al Liverpool como subcampeón, por lo que el Crystal Palace pagó de forma evidente la ausencia de coeficientes históricos de la federación. Fue la gran oportunidad perdida para un humilde club que había ganado su derecho en el campo. Años más tarde, el Palace intentaría acceder sin éxito a la UEFA vía Copa Intertoto.
El Manchester United por su parte, personificó el lado contrario de la historia. En 1991 se alzó con el título de la Recopa de Europa, el primer entorchado internacional desde la amnistía a los clubes ingleses. Aquel triunfo tuvo un valor especial para el United, para Alex Ferguson (respetado definitivamente a partir de ese momento) y para Mark Hughes, que pudo tomarse venganza personal de su decepcionante paso por el club rival de la final, el Futbol Club Barcelona.
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Pero el instinto y la fortuna del delantero galés no solo sería decisivo para ganar la final europea disputada en De Kuip. Un año antes, otro partido concedió al United la posibilidad de disputar aquella Recopa del siguiente año. La victoria en la FA Cup de 1990 permitió a Alex Ferguson continuar un proyecto que muchos aficionados consideraban terminado. Las adquisiciones de Gary Pallister o Paul Ince habían costado al club muchos millones de libras, demasiados para terminar tan cerca del descenso en aquella campaña. En Wembley se presentaría Ferguson, el escocés que todavía peinaba muy pocas canas, el charlatán de Govan para muchos: el hombre que tenía un plan para devolver la gloria a Old Trafford si el tiempo no cedía a la presión.
En el otro lado del túnel se encontraba el Crystal Palace de Steve Coppell, un entrenador que se convertiría en leyenda de los Eagles, y que tenía en aquella final el futuro de dos clubes bajo su llave: el del Crystal Palace y el del equipo para el que jugó en gran parte de su trayectoria como jugador, el Manchester United.
El Palace protagonizó una campaña heroica en la competición de copa. Tras vencer a equipos de poco postín en las primeras rondas, terminarían enfrentándose al Liverpool en una semifinal jugada a cara de perro en Birmingham. Aquella victoria 4-3 sobre los “reds”, es una de las victorias del Palace más recordadas de todos los tiempos. El gol de Alan Pardew elevó a la altura de glorias deportivas a los once hombres que doblegaron en el campo a los Houghton, Barnes o Grobbelaar. Nadie podía creer que el Crystal Palace, recién ascendido a la primera división, y con un juego tan permisivo con sus rivales en la primera mitad de la temporada, se hubiera colado en el encuentro más importante del año. Pero el equipo de Coppell había mejorado mucho durante la temporada 1989-90. Los Nigel Martyn, Bright, o Geoff Thomas habían dado un giro radical a sus aspiraciones. ¡A principio de temporada perdieron en Anfield 9-0 frente al Liverpool!...en Mayo terminaban de eliminarles en la semifinal de copa.
Y como se esperaba, el encuentro fue dramático. Para el Palace por la posibilidad de hacer más grande su sueño, para Ferguson porque su cabeza quedaba a disposición de la directiva con un tropiezo. Se jugó con el corazón, alentados por 80.000 almas, sin esconder la pierna y con la cabeza pendiente del juego...sería una final de dos actos, como marca la tradición de los grandes encuentros de la historia del torneo más antiguo del mundo.
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Mark Hugues salvó la cabeza de Ferguson, y con ese gol del empate a tres en la prórroga del primer partido de la final, permitió que el fútbol abriera el salón de la fama para el técnico escocés. Crystal Palace y Manchester United disputaron un duelo de rematadores con mucha hambre de gol. El United se impuso en la repetición de la final y pudo de esa forma jugar la Recopa 1990-91, que sería su impulso definitivo.
El Palace no podría disfrutar de momentos europeos, y ahora añora aquellos tiempos en los que el nombre del club ocupó titulares en la prensa de todo el país. El Crystal Palace obtuvo su pedazo de gloria, y espera que la situación actual solo sea una pesadilla.